martes, 24 de agosto de 2010

Memoria protagónica
Un inclasificable libro de recuerdos

Aldo Roque Difilippo



Recordar proviene del latín recordari, formado por re (de nuevo) y cordis (corazón). Entonces recordar significa “volver a pasar por el corazón”. Los recuerdos son precisamente eso, imágenes, situaciones, vivencias que nos generaron un sentimiento especial como para atesorarlos. A ese recurso apuesta Wilson Armas en su libro Memoria protagónica, un incalificable trabajo narrativo de sus años juveniles. De sus 53 años de historia montevideana. De un Montevideo que ya no existe.
Memoria protagónica es un relato inclasificable porque no es ni una novela, ni una sucesión de cuentos, ni una crónica sensiblera y nostalgiosa; y es todas esas cosas a la vez. Apela a la nostalgia pero no cae en la melancolía melosa de magnificar el pasado, ni el recurso fácil de la manida frase “todo tiempo pasado fue mejor” que termina mirando con desprecio al presente.
Es que Wilson Armas también es un individuo inclasificable. Cronológicamente dice tener más de 90 años, pero espiritual, física y hasta intelectualmente muchos de los autores jóvenes quisieran tener su vitalidad.
Wilson ha sido actor de teatro y radioteatro, director y autor teatral, ha escrito cuentos, poemas, novelas. Un autor, si se quiere, empedernido y consecuente, que en su temprana juventud se convirtió en cantor de tangos, feriante, sieteoficios, y hasta profesor de idioma español, aunque no ejerció quizá por esa excesiva modestia que lo caracteriza. Y todas esas vivencias las volcó ahora en este libro titulado Memoria protagónica, mis 53 años de historia montevideana. Hechos narrados desde “la necesidad que me cosquillea el espíritu”. Explicando Wilson que es “lo que me induce a ponerle un poco de condimentos a mis horas de viejo jubilado. (...) El placer que nos producen los recuerdos, es una exigencia que nos inventamos, como si fuera una obligada compensación ineludible que nos debe la vida”.




 
Wilson Armas nació en Mercedes (1919). Por más de 5 décadas vivió en Montevideo. Ha publicado 3 libros de cuentos: Cuentos de atardeceres (1986), Ausencias y lejanías (1991), En defensa propia (1998). Dos novelas: Historia viva (2001), De amor no se muere nadie (2008). Dos libros de poemas: Pocacosa (2005), En eso estamos (2007). Pero además ha colaborado con diferentes publicaciones, ha escrito libros en colaboración con otros autores, sus textos han sido traducidos al ruso, y fundamentalmente su producción inédita es aun superior a la publicada. Memoria protagónica, su reciente obra publicada, es un libro vigoroso, y por momentos vertiginoso de anécdotas. Ya que como Wilson lo entiende “recordar es poner el pasado sobre la mesa”.


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Una anécdota

“Enfrente a esta casa, existía la famosa casa de compra-venta Berroa Hnos. Bueno, este tipo de negocios tiene la virtud de surtir al desvalido económicamente, por un precio mínimo, los más estrambóticos objetos que un pobre busca porque no le alcanza para comprar uno nuevo. Una mañana entré al negocio de puro bichón, a refistolear, y vi a un hombre hurgando un platillo repleto de dentaduras postizas usadas. Quedé frío, y muy disimuladamente me puse a observarlo. El hombre se metió una en la boca, la revolvió, luego se la sacó y se metió otra; tampoco le anduvo; hasta que la tercera, al parecer, después de revolverla y morderla, y hacer bisajes payasescos, cerró la boca, hizo un gesto de aprobación y corrióse al mostrador a preguntar su precio. Sacó dinero de su bolsillo, pagó, y enfiló hacia la puerta de salida. Creo que, de alegría, se puso a entonar la Marsellesa. No pude contenerme y salí a mirarlo: iba caminando muy ufano, por esa calle Uruguay, a tranco firme”.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Linda anécdota la de los dientes