EN RÍO NEGRO TRABAJÓ
EN EL VIVERO MUNICIPAL Y DA CLASES DE ARTE PARA NIÑOS Y JÓVENES
Un artista del dibujo que no deja la changa
de cortapastos
Litir
Olivera obtuvo algunas distinciones por sus obras plásticas; se destaca como
retratista y por composiciones diversas, en clave hiperrealista. Pero el
sustento familiar lo obtiene como jardinero y por trabajos para la comuna de
Río Negro.
CARLOS CIPRIANI LÓPEZ
A los 15 años de edad,
Litir Olivera comenzó a cortar el césped en jardines de sus pagos, la ciudad de
Fray Bentos. Buscaba hacerse de unos pesos para comprar pinturas, hojas y
lápices que le demandaba primero el hobby de pintor y después el de dibujante.
A los 34 años, hoy
sigue compartiendo las dos actividades, pero de vez en cuando agarra un taladro
e instala armazones de aluminio para techos livianos, o levanta paredes,
avanzando en la construcción de su propia casa.
Por si fuera poco, en
la Intendencia de Río Negro, trabajó como jornalero en el vivero municipal y,
cada vez que le firman contratos mensuales, incurre en labores de política
social, acercándose a talleres para niños y jóvenes, en donde difunde sus
conocimientos de dibujo, los del autodidacta y los adquiridos gracias a becas
que lo contactaron con artistas plásticos de la talla de Oscar Larroca o Carlos
Musso.
"Hace ocho años
que estoy vinculado a la Intendencia; después de estar siete años se hace un
contrato por cuatro meses pero es revocable. No hay estabilidad aunque dan
préstamos bancarios, cosa de agarrarse y pagarlos como uno pueda", contó
Olivera a El País.
Los fines de semana
atraviesa la ciudad para atender los jardines; tiene una moto chica, con un
carrito para la máquina naftera y una bordeadora. Siempre lo acompaña su esposa
Noelia. "Te cansás pero me gusta, la gente queda contenta y todos ganamos
algo. Yo me llevo el pasto porque mi padre tiene una quinta y lo usa para hacer
abono orgánico, con tierra y cáscaras", explicó Litir Olivera, que de
chico también aprendió a abrir surcos, pasando el arado y la rastra para
cultivar papas o boniatos, si bien no siguió el ejemplo de su hermano, Ruben
Darío, quien se dedica a la agricultura.
"Ahí tenés todo
natural, las verduras y los tomates tienen otro gusto. Si a uno le vienen ganas
de comer perejil o albahaca, va y arranca de las plantas, es otra cosa. Algo se
vende cuando hay demasiado. Una o dos veces se come puchero con cosas de
ahí".
Mujica y un autorretrato por Litir Olivera |
En el mundo del arte,
Litir ha realizado obras de 1 metro por 70 y hasta del tamaño de una foto
carné, "para probar la motricidad fina y el pulso".
Junto al empleo de los
lápices grafito graduados, (del 6 H hasta el 6 B), que permiten lograr una gran
gama de grises, el artista recurre a los lápices policromos "que generan
un gris con un poquito más de color; al compararlos con los grafitos no dan el
brillo metálico, molesto, de estos, sobre todo en los trazos más blandos".
Para Litir Olivera,
trabajar con fotos reticuladas es hacer trampa. "Se pueden usar como
complemento, para ver otras cosas en la imagen, pero después de lograr dibujar
muy bien a ojo. También he dibujado con modelos en vivo y es lindo mantener el
ejercicio del dibujo del natural".
Además de los retratos
individuales hay un área de la creación de Litir Olivera que supera la
reproducción de rostros. Combina éstos y los superpone con objetos, en collages
muy personales.
El nombre Litir fue
idea de sus padres, fanáticos de Peñarol y admiradores de un puntero que jugó
en tiempos de Morena, y se llamaba Lady Nitder Pissani. La combinación de
letras suena extraña pero sintetiza su temple y calidad: encarador, sutil,
veloz, potente.
Extraído de: http://www.elpais.com.uy/
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