TIZIANO VECELLIO, EL PINTOR DE LA POESÍA
Tiziano Vecello nació en Pieve di Cadore, actual Italia, hacia 1475-
1490 y murió en Venecia el 27 de agosto de 1576. Aunque Tiziano alimentó
durante los últimos años de su vida la idea de que había nacido en 1475, para
hacer creer que era un anciano venerable e inspirar respeto y compasión, la
crítica moderna ha establecido casi con total seguridad que nació en 1490 y que
murió a una edad más que respetable, con ochenta y seis años. Recibió su
primera formación en el taller de Giovanni Bellini, del que salió a los
dieciocho años para integrarse en la escuela de Giorgione.
La concepción poética de la pintura de éste dejó
una prof
unda huella en Tiziano, como resulta evidente en todas sus obras de
juventud, y muy especialmente en la enigmática alegoría Amor sagrado y
amor profano, lienzo con el que se consagra ya como un maestro del desnudo
femenino, además de manifestar un talento natural en la plasmación del paisaje.
Con anterioridad había colaborado con Giorgione en la realización de los
frescos de la fachada del Fondaco dei Tedeschi y había realizado en Padua
los Milagros de san Antonio para la Scuola del Santo. No tardó
en convertirse en el artista más importante de Venecia y fue nombrado, en
consecuencia, pintor oficial de la República.
Aunque sus obras más conocidas y admiradas en el
presente son las de tema alegórico y mitológico, el artista comenzó la parte
más brillante de su carrera con una serie de retablos de colores fuertes y contrastados
y figuras poderosas, como La
Asuncióno el Retablo
Pesaro para Santa Maria dei Frari. Son obras de composición enérgica
que muestran una gran vitalidad. Los mismos esquemas dinámicos se repiten en
las obras mitológicas de este período, como La bacanal o Baco
y Ariadna. Por entonces, Tiziano se reveló también como un gran retratista,
con obras como el llamado Ariosto, en las que establece un esquema
nuevo: el protagonista aparece reproducido de medio cuerpo, con las manos
visibles y unos rasgos reales pero idealizados, captados en ocasiones por medio
de un golpe de intuición.
Hacia 1530, perdió a su esposa, y seguramente como
consecuencia del impacto emocional que ello le causó, su estilo pictórico
evolucionó hacia composiciones menos dinámicas, más pausadas, y hacia colores
mucho más claros y complementarios en lugar de contrastados. Por entonces, la
fama del pintor llegaba a todas las cortes europeas, lo que le permitió recibir
encargos de Carlos I de España y Francisco I de Francia, monarcas a los que
retrató en obras magistrales. Después del primer retrato de Carlos I, el
emperador quedó tan entusiasmado con el arte de Tiziano que lo nombró pintor de
la corte. También los príncipes italianos solicitaron sus servicios, y así para
el duque de Urbino pintó la famosa Venus de Urbino, de una
sensualidad nueva en el arte del Renacimiento.
En 1545-1546, Tiziano, que sólo había abandonado
Venecia en 1511 para trabajar en Padua, realizó un viaje a Roma, que supuso el
punto de partida hacia un nuevo tratamiento del color a base de pinceladas
largas y atrevidas, y de manchas y toques que deshacen las formas y dan una
apariencia ligera y agradable a las pinturas, lo cual esconde el gran trabajo
subyacente. Entre 1548 y 1562 fue reclamado por Carlos I y luego por su hijo
Felipe II, para quien, además de retratos, realizó una serie de cuadros de tema
mitológico denominados por el propio pintor «poesías» por su carácter idílico y
distante.
Su última obra documentada es la Piedad de
Venecia, que presenta ciertas afinidades con el manierismo. La grandeza de
Tiziano como pintor, su fama de artista inimitable y la gran influencia que
ejerció sobre sus coetáneos y sucesores contrastan con su carácter de hombre
avaricioso, que siempre se quejaba de ser pobre pese a las grandes riquezas que
había acumulado, y que se servía en ocasiones del engaño para obtener ventajas.
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