Aldo Roque Difilippo
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Hace
114 años, el 5 de junio de 1898, nacía Federico García Lorca, el poeta
"antiesteta", como lo definió Pablo Neruda, de quien "el pueblo,
con su maravillosa intuición, se apoderó de su poesía, que ya se canta como
anónima en las aldeas de Andalucía".
Federico García Lorca (1898-1936)
es el poeta más difundido de la generación vanguardista. Recordado por sus
poemas, sus obras de teatro, y por su trágico final en la madrugada del 19 de
agosto de 1936 al ser fusilado por militares falangistas.
Su detención (motivada al parecer
por causas personales y políticas), y muerte, cuando fue fusilado en Viznar, en
las afueras de Granada, sigue aún en las sombras. Es enterrado cerca de la fuente árabe Ainadamar (Fuente de
las lágrimas). Este hecho fue registrado por el médico cardiólogo Francisco
Vega Díaz recogiendo las confesiones de un chofer, llamado Héctor, que sin
saberlo condujo a Federico García Lorca y otros individuos hacia el sitio en
Viznar en que los franquistas habían previsto para fusilarlo.
"Ya todos fuera de los coches y alumbrados por linternas, Héctor
reconoció con susto y sorpresa haber llevado a Federico García Lorca, esposado
con un hombre muy canoso y muy cojo. (...) Nada más bajarse de los coches
empezaron a empujar a los detenidos para que anduvieran con rapidez, hasta que,
pocos metros más abajo, llegaron a unas fosas hechas a diferentes niveles del
terreno inclinado, y de distinta profundidad. Héctor se quedó unos pasos atrás
y, horrorizado, tuvo que contemplar cómo Federico preguntaba llorando y
gritando qué había hecho para que le trataran así, con otras frases
reprochantes para alguno de aquellos asesinos a quienes quizá había considerado
antes como amigos".
Intelectualidad uruguaya.
Federico García Lorca,
a la izquierda y de blanco, junto a un grupo de
intelectuales ante la tumba de Barradas.
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Antiestetismo del poeta
Al cumplirse el primer aniversario
de la muerte de García Lorca la editorial Teatro del Pueblo, de Buenos Aires
editó una "Antología Selecta" del autor a la que le sumó poemas
de Rafael Alberti, Antonio Machado, Pablo Neruda, entre otros.
Las palabras iniciales están
precisamente a cargo de Pablo Neruda, así como el poema que cierra el libro
"Oda a Federico García Lorca": "Si pudiera llorar de miedo en una casa sola,/ si pudiera sacarme
los ojos y comérmelos,/ lo haría por tu voz de naranjo enlutado/ y por tu
poesía que sale dando gritos".
No es común que la muerte de un
poeta despierte tanta sensibilidad tan sólo a un año, como ocurrió en 1937, ya
que a esta edición bonaerense se sumó el "Homenaje a Federico García Lorca"
de Norberto Frontini, con página de diversos autores, y la edición
publicada en Barcelona por Emilio Prados, "Homenaje al poeta García Lorca contra
de su muerte", con página de otros autores, seguido de una
selección de obras, poemas, prosa, teatro, música y dibujos, del poeta
granadino. Homenaje editorial que incluso se registró en nuestro país.
Federico García Lorca junto a la poetisa
Juana de Ibarbourou.
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Un autor reverenciado hasta el
presente, incluso por aquellos que creyendo homenajearlo engolan la voz y
acartonan sus actitudes al recitar sus poemas o interpretar sus obras de
teatro, cuando precisamente Federico era contrario a toda esa
despersonalización de la poesía.
"García Lorca era el antiesteta, en este sentido de llenar su poesía
y su teatro de dramas humanos y tempestades del corazón, pero no por eso
renuncia a los secretos originales del misterio poético -opina Neruda-. Su antiestetismo es tal vez el origen de su
enorme popularidad en América".
Federico en Montevideo
El pasaje de Federico García Lorca
por Montevideo, en el verano de 1934 dejó para el recuerdo algunas fotografías
ampliamente difundidas. Los diarios de la época dan cuenta que en sus
conferencias en teatros y salas no cabía un alma, quedando también algunas
anécdotas de recintos menos "cultos" que el poeta frecuentó en su
visita a Montevideo.
Enrique Amorim y García Lorca.
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Ahora me siento García Lorca: "Me acuerdo que hablábamos de Ramón Gómez de
Hacía poco que Ramón había pasado por Montevideo. A su vuelta, le
habló de esto a Federico. Le insistió para que viniese a América, sobre todo a
esta parte de América, al Río de la
Plata. Y Federico, luego de referirse al talento inmenso del
difundido escritor, nos dijo que le gustaba enormemente andar por estos parajes
del mundo. (...)
-He venido con Díez (embajador español en Uruguay), y luego de dejar a
Antonio Pena y a Emilio Oribe y a los demás que fueron esta mañana a buscarme a
bordo, mirando esta maravilla de mar. Te aseguro que yo pensé venir por
poquitos días. Pero ahora, ante este mar, voy a tener que quedarme quién sabe
cuánto.
-El
tiempo necesario para terminar ese tercer acto (de Yerma) que falta.
-No sé... Tal vez más...
-Aquí te será más fácil escribir...
-Sí. Haré todo cuando deba hacer. Y ese tercer acto me saldrá
magnífico. Ya llevo esos dos que me gustan de veras. La gente conoce al Lorca
del Romancero Gitano, al del Cante, al de Bodas de Sangre. Pero... ¡vais a ver
esto! Ahora sí que estoy en García Lorca. Ahora me siento García Lorca. Ahora
estoy dando lo que ambicionaba dar. ¡Ya verás!".
(Alfredo Mario Ferreiro, publicado
en La Razón ,
Montevideo, 20/02/1945)
De izquierda a derecha, arriba:
Benjamín Jarnés, Humberto Pérez
de
Rafael Barradas y Federico García
Lorca; en España.
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En la tumba de Barradas: "El conocimiento personal que tuvimos (con García Lorca), cuando estuvo en Montevideo, no pudo ser detenido (...) Era un ídolo poético para muchos, una maravilla de carne y hueso siempre, una mezcla de fortaleza y fragilidad, con una inquietud de pájaro. (...) Con todo, al tratar con él notamos que tenía un certero sentido de los valores y una distinción sutil, que le impedían aturdirse entre las continuas loas y los agasajos que le ofrecían.
Después de una conferencia nos buscó con verdadera avidez, huyendo de
mil personas, y así pudimos tocar la vibrante materia de que estaba hecho, en
un aparte que tuvimos con (Carlos) Sabat Ercasty. Fueron breves instantes. Nos
lo arrebataron muchas damas y caballeros que lo adulaban y secuestraban
entonces, y que hoy no se atreverían a venir a este homenaje por estar ¡ay! en
convivencia espiritual con los verdugos. Vimos que también era un alma recia,
simple y pura, cuando nos llevó a la tumba de Barradas en el radio más pobre y
hermoso del Buceo. Fue un homenaje que no olvidaremos jamás; sus ojos se
llenaron de lágrimas".
(Emilio Oribe, texto leído en un
homenaje póstumo, y editado en el Boletín de Aiape, Nº 2, diciembre 1936).
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