La narrativa de José Hernández
Aldo Roque Difilippo
Hace 124 años, el 21 de octubre de 1886, moría José Hernández (1834-1886). Dejaba para el acervo cultural latinoamericano una de las mayores obras que retrata la cruda realidad del hombre de campo: el Martín Fierro. Obra fundamental del criollismo de América. Publicado en forma de folleto, impreso en el mismo papel que se envolvían las mercancías en los almacenes de campaña.
Años después, las ediciones se convertirían en lujosas, rayando en la obscenidad, siendo incluso traducido a varios idiomas.
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El poeta chileno Nicanor Parra expresó alguna vez que José Hernández es "nuestro Homero" a lo que podríamos agregar que el Martín Fierro es nuestra Il¡ada y nuestra Odisea.
José Hernández nació el 10 de noviembre de 1834 en la chacra de los Pueyredón, en el partido de San Martín, algunos
quilómetros al Norte de Buenos Aires. Hijo de Pedro Rafael Hernández e Isabel Pueyredón. Hasta los seis años vive en el partido de San Martín, y entre los seis y los nueve vive en una quinta de Barracas. Cuando tenía tan sólo 9 años muere su madre, y su padre lo lleva al Sur de la provincia Buenos Aires, región bastante primitiva, donde vivirá alrededor de 10 años. En 1853 interviene en el combate de San
Gregorio en las fuerzas del Coronel Pedro Rosas y Belgrano, luego en el combate del Tala con las fuerzas de Buenos Aires.
En 1857 muere su padre fulminado por un rayo mientras arreaba hacienda. En ese año ingresa a la logia masónica "Confraternidad argentina". Forma parte del Ejército de Urquiza, es taquígrafo del Senado de la Confederación, es secretario privado del Vicepresidente en ejercicio general, interviene en el combate de Cañada de Gómez. Trabaja como periodista en Rosario de Santa Fe. Es designado Fiscal general interino de la Provincia de Corrientes. Ministro de Hacienda de Corrientes, en 1867. En ese año adquiere una imprenta y edita el "El Eco de Corrientes". En 1868 participa en las fuerzas del gobierno contra la revolución que derrocó al gobernador Evaristo López. Sorteando dificultades y persecuciones pasa a Montevideo. Vuelve a Buenos Aires, donde con su hermano Rafael se disponen a actuar en la oposición al gobierno de Sarmiento. El 6 de agosto de 1869 aparece el primer número de "El Río de la Plata", bajo su dirección. En 1872 aparece "El gaucho Martín Fierro", libro que posteriormente se convertiría en sinónimo de poesía gauchesca y denuncia social. En 1873 abandona su país, residiendo en Montevideo, debido a su actuación contraria al gobierno. Forma parte de la redacción de "La Patria", de Montevideo (1874), en donde escribe artículos bajo el seudónimo de "Polilla" y "Un Patagón". Entre 1876 y 1877, presumiblemente, reside en Paysandú, junto con su hermano Rafael, según referencias orales. En 1879 publica "La vuelta de Martín Fierro". En 1882 publica "Instrucción del estanciero". Muriendo a los 52 años, el 21 de octubre de 1886, en su quinta de Belgrano.
Obsenas ediciones de lujo
El nombre de José Hernández, invariablemente surge unido a su "Martín Fierro". Una lectura superficial nos puede reflejar lo anecdótico de la peripecia del gaucho. Pero tras una lectura más analítica surgen el carácter simbólico del personaje que encierra la problemática del gaucho cuando llega el momento de la formación de la nación, descubriendo en Hernández la preocupación ya no sólo por lo descriptivo, sino que va plasmando sus impresiones sociales y políticas, denunciando y oponiéndose a la vida miserable de debían padecer esos seres.
Pocas obras como "El gaucho Martín Fierro", han tenido tanta difusión, pese a su modesto inicio. Publicado en un folleto impreso en el mismo papel que se envolvían las mercancías en los almacenes, y vendido en pulperías, y leído en voz alta por algún gaucho que sabía hacerlo, para consumo de sus compañeros analfabetos. Este libro parecía destinado a circular sólo en las clases pobres, pero pasó a convertirse en una de las obras fundamentales de Latinoamérica, e imprescindible al momento de definir el criollismo rioplatense. Las "obscenas ediciones de lujo" como decía Jorge Luis Borges, se multiplican a lo largo y ancho del planeta. "Desde el punto de vista narrativo, el poema de Hernández es un romance en verso", opina Emir Rodríguez Monegal, donde "se suele olvidar también que buena parte de la poesía gauchesca es narrativa y que, como tal, tiene el mismo estatuto romancesco de las novelas sentimentales o la histórica".
La trama narrativa del Martín Fierro no es mera invención de Hernández, está en gran medida, basada en hechos reales "destinado a despertar la inteligencia y el amor a la lectura en una población casi primitiva, a servir de provechoso recreo, después de las fatigosas tareas, a millares de personas que jamás han leído", expresaba José Hernández en el prólogo de "La Vuelta de Martín Fierro". Agrega que "debe ajustarse estrictamente a los usos y costumbres de estos mismos lectores, rendir sus ideas e interpretar sus sentimientos en su mismo lenguaje, en sus frases más usuales, en su forma más general, aunque sea incorrecta; con sus imágenes de mayor relieve, y con sus giros más característicos, a fin de que el libro se identifique con ellos de una manera tan estrecha e íntima, que su lectura no sea sino una continuación natural de su existencia".
HIJO DE UNA NATURALEZA QUE LA EDUCACIÓN NO HA PULIDO NI SUAVIZADO
Señor D.José Zoilo Miguens
Querido amigo:
Al fin me he decidido a que mi pobre "Martín Fierro", que me ha ayudado algunos momentos a alejar el fastidio de la vida del hotel, salga a conocer el mundo, y allí va acogido al amparo de su nombre.
No le niegue su protección, Ud. que conoce bien todos los abusos y todas las desgracias de que es víctima esa clase desheredada de nuestro país.
Es un pobre gaucho, con todas las imperfecciones de forma que el arte tiene todavía en ellos, y con toda la falta de enlace a sus ideas, en las que no existe siempre una sucesión lógica, descubriéndose frecuentemente entre ellas, apenas una relación oculta y remota.
Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar un tipo que personificara el carácter de nuestros gauchos, concentrando el modo de ser, de sentir, de pensar y de expresarse que les es peculiar; dotándolos con todos los juegos de su imaginación llena de imágenes y de colorido, con todos los arranques de su altivez, inmoderados hasta el crimen, y con todos los impulsos y los arrebatos, hijo de una naturaleza que la educación no ha pulido y suavizado.
Cuantos conozcan con propiedad el original, podrán juzgar si hay o no semejanza en la copia.
Quizá la empresa habría sido para m¡ más fácil y de mejor éxito, si sólo me hubiera propuesto hacer reír a costa de su ignorancia, como se halla autorizado por el uso, en este género de composiciones; pero mi objeto ha sido dibujar a grandes rasgos, aunque fielmente, sus costumbres, sus trabajos, sus hábitos de vida, su índole, sus vicios y sus virtudes; ese conjunto que constituye el cuadro de su fisonomía moral, y los accidentes de su existencia llena de peligros, de inquietudes, de inseguridad, de aventuras y de agitaciones constantes.
Y he deseado todo esto, empeñándome en imitar ese estilo abundante en metáforas, que el gaucho usa sin conocer y sin valorar, y su empleo constante de comparaciones tan extrañas como frecuentes; en copiar sus reflexiones con el sello de la originalidad que las distingue y el tinte sombrío de que jamás carecen, revelándose en ellas esa especie de filosofía propia que, sin estudiar, aprende en la misma naturaleza; en respetar la superstición y sus preocupaciones, nacidas y fomentadas por su misma ignorancia; en dibujar el orden de sus impresiones y de sus afectos, que él encubre y disimula estudiosamente; sus desencantos, producidos por su misma condición social, y esa indolencia que le es habitual, hasta llegar a constituir una de las condiciones de su espíritu; en retratar, en fin, lo más fielmente que me fuera posible, con todas sus especialidades propias, ese tipo original de nuestras pampas, tan poco conocido por lo mismo que es difícil estudiarlo, tan erróneamente juzgado muchas veces, y que, al paso que avanzan las conquistas de la civilización, va perdiéndose casi por completo.
Sin duda que todo esto ha sido demasiado desear para tan pocas páginas, pero no se me puede hacer cargo por el deseo, sino por no haberlo conseguido.
Una palabra más, destinada a disculpar sus defectos. Páselos Ud. por alto, porque quizá no lo sean todos los que, a primera vista, puedan parecerlo, pues no pocos se encuentran allí como copia o imitación de los que lo son realmente.
Por lo demás, espero, mi amigo, que Ud. lo juzgar con benignidad, siquiera sea porque "Martín Fierro" no va de la ciudad a referir a sus compañeros lo que ha visto y admirado en un 25 de Mayo u otra función semejante, referencias algunas de las cuales, como el "Fausto" y varias otras, son de mucho mérito ciertamente, sino que cuenta sus trabajos, sus desgracias, los azares de su vida de gaucho, y Ud. no desconoce que el asunto es más dif¡cil de lo que muchos se lo imaginarán.
Y con lo dicho basta para preámbulo, pues ni "Martín Fierro" exige más, ni Ud. gusta mucho de ellos, ni son de la predilección del público, ni se avienen con el carácter de
Su verdadero amigo
JOSÉ HERNÁNDEZ
Buenos Aires, diciembre de 1872.
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