sábado, 26 de febrero de 2011

Reportaje ficción

Encuentro con el General



Aldo Roque Difilippo



El presbítero Dámaso Antonio Larrañaga (1771-1848) pasó por Mercedes en el viaje que lo llevaría al encuentro con el Gral. José Gervasio Artigas. Aunque sin vocación política, Larrañaga fue uno de los delegados orientales ante la Asamblea de 1813. Ya en 1811, cuando Artigas sitia Montevideo, el Presbítero Larrañaga es desterrado de la ciudad por el Virrey Elío ante la sospecha de que su pensamiento coincidía con los revolucionarios.
Este cura gaucho hizo su aporte a la causa artiguista. Buen escritor, y considerado uno de los hombres más sabios de la época, Larrañaga se entrevista en Paysandú con el Gral. Artigas (1815), tomando notas de los pormenores de este viaje donde, con trazos precisos, describe el ambiente imperante, al tiempo que realiza rápidos apuntes sobre la flora y la fauna de la Banda Oriental.
El siguiente reportaje ficción al Presb¡tero Dámaso Antonio Larrañaga, pretende recrear el ambiente imperante. Un  viaje rodeado de contratiempos, producto del terreno desparejo y la desolación, hasta el encuentro con Artigas donde el "tren y boato" del gobierno es de un "espartanismo" alcanzando extremos increíbles.

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Sabemos de su estad¡a en Mercedes en oportunidad de visitar al General José Artigas en su campamento en Paysandú. Cuéntenos sobre el viaje, su pasaje por Mercedes, y en encuentro con el General.- Con gusto, y espero que esta entrevista sea de utilidad. No lo dudamos, pues sabemos de sus incontables estudios de la flora y la fauna de nuestro suelo.-¿Por donde quiere comenzar? Nos gustaría que nos hablara de sus primeras impresiones sobre Mercedes.-Recuerde que habíamos salido de Montevideo el 31 de mayo de
1815, y llegamos a Mercedes el 7 de junio.
"En fin, a las dos y media llegamos a Mercedes, que no se ve sino estando muy cerca, por  estar este Pueblo fundado sobre
la misma costa del  Río Negro". Para quienes no conocen la ciudad. ¿Se animaría a describirla?-"Su situación es de las más bellas; tiene buenos edificios de ladrillo y azotea, pero esparcidos por haberse destruido todas las casas de paja y de palo a pique que componían mucha parte de la población. Nada ha quedado de los cercos con que
formaban las calles a cordel; todos han ido al fuego, no obstante que el monte y  la leña estaban próximo. Aún quedan algunas huertas con naranjos y granados; es tierra muy  fértil vegetal con un poco de arena que tiene mezclada la hace suelta y propia para hortalizas, que se conoce había en otro tiempo.
La Iglesia está bien construida de piedra asperón de color ladrillo es capaz y puede tener veinte varas de largo y siete
de ancho; es elevada con el techo de caballete y de tejuela encalada. Tiene una torrecita agraciada; el cementerio está decente y cercado de ladrillo. No tiene atrio ni pórtico ni orden alguno de arquitectura por dentro ni por fuera, pues el altar principal es de madera dorada y pintada sin columnas ni
pilastras y parece compuesta de pieza de varios retablos, a quien han quitado el remate para colocar un escudo de las Mercedes tan mal dibujado como los mamarrachos que están pintados en la entrada de la Sacristía, y que sería mejor pasarles un poco de agua de cal por encima. La Virgen de Mercedes, que está  colocada como titular, es de muy buena
escultura, y no cede a la Dolorosa de Canelones. Hay otro altar de Jesús Crucificado, siendo su efinge de tan mala talla como la de las otras Capillas. En esta iglesia hay  pila
bautismal con todo lo necesario para la administración de Sacramentos, por ser ayudantía de Parroquia de Santo Domingo
de Soriano, que dista siete leguas abajo de este río. No hay
Cabildo sino alcalde comisionado y con comandante militar con
sesenta hombres, todos vestidos de paisanos, pero bien armados
 y jóvenes muy escogidos".¿Dónde se hospedaron?-"Nos alojamos en una casa con techo de paja que estaba abandonada en la plaza, mirando al río, que me dijeron que su dueño se hallaba en Buenos Aires. Había en ella mesas, sillas, una cuja o cama matrimonial y otros varios muebles: la sala solamente era habitable porque al dormitorio le faltaba el
techo".

¿Suponemos que deseaba observar el río y su vegetación para
seguir sus estudios?-"Ansioso de ver el bosque y este caudaloso Río, bajamos inmediatamente al Puerto; tiene buena playa y una caída suave. Las barrancas aquí son bajas y sus rocas de pedernal para fusil de muy buena calidad. El Río tendrá  unas 600 varas de ancho; y hay una isla contigua a la derecha, baja, llena de arboleda y que podrá tener de largo unas mil varas y doscientas de ancho. Entre la costa y esta isla hay abundante agua, pues me aseguran haber pasado  bergantines por este canal.
Encontré varios árboles que no conocía: entre ellos varios "mimosa"; una de ellas la llamada "ñapindá", porque se agarra a la ropa, y su espina no era alesnada sino en forma de uña y corta, arrojando muchas varazones o mimbres; y aun vi que
sub¡a muy alto envuelta en un tronco de otro árbol, aunque eso
es raro; observé muchos árboles de "chañal" que había visto en
Buenos Aires traídos de Córdoba, en donde creí que solamente se encontraban; los árboles están muy arruinados, pero algunos años dan mucho fruto, que se comen y son muy exquisitos. Recogí algunas otras plantas y nos retiramos.
Lo que llegamos a nuestro alojamiento nos dijeron que no se
había podido encontrar carne de vaca, ni gallinas, ni huevos y que solamente teníamos chorizos para cenar con un poco de pan y queso. Precisamente, desde la mañana no habíamos probado nada, y en el Pueblo en que creíamos proveedor de todo en donde m s ganas hay de comer por la buena calidad de sus aguas que había excitado más que nunca este apetito, tuvimos que
atenernos a este alimento tan indigesto, a lo menos para mi estómago probando de él con mucha parsimonia. Pasamos la noche tendiendo nuestros colchones sobre unos cueros en el suelo; y expuesto por lo mismo al ataque de las pulgas que no faltaban en una casa abandonada".¿Entonces al otro día, el 9 de junio, partieron para Paysandú?-No, recién lo hicimos el diez.
"Ya estaba todo pronto, cuando nos dijo el Comandante que los prácticos del  Paso y que corrían en las canoas eran de parecer
que no podíamos pasar sin riesgo el Río por el mucho viento
que soplaba, y que era preciso lo difiriéramos para el día siguiente. Yo aproveche de este corto tiempo m s para
inspeccionar por tercera vez aquellas inmediaciones, tomando
por diferente rumbo a pie por un camino que esta al Este del Pueblo, llegando hasta un arroyuelo que estar  cerca de una milla distante.  Observé unas aves de rapiña para mi nuevas ("Falco" Linnei), y otra un poco mayor que un hornero y casi del mismo color, que no pude por la distancia determinar su
familia, pero que me pareció una especie de "Corvus" Linn, también dos especies de tunas de penca, una de ellas muy
pequeña y muy erizada de espinas larguísimas, y una nueva
especie de "Heliotrópium". Continuando después por la
barranca, noté mucha tiza o creta, descomposición del "silex", muy diferente a la tierra blanca que hay en las inmediaciones
de Montevideo, que viene a ser una verdadera marga, descomposición de la piedra granito, y muy propia para abonar
la tierra".

 Usted se refiere a la cal natural que luego se procesa allí
en la Calera Real.
-"Supe después volviendo al Pueblo que a una legua más abajo había sobre el Río una gran posesión con horno de cal; pero
por las piedras que yo encontré en el camino infiero que sea ordinaria y admita muy poca mezcla. Pero como tiene las ventajas de la leña y la conducción por el Río, aun cuando la
den a la mitad m s barata que la de las Minas pueden  siempre
ganar mucho".

Entonces, el 10, por fin vadearon el r¡o.
-"Desde bien temprano vinieron las mulas y los caballos que eran necesarios para nuestro viaje a Paysandú, pero se
ofrecieron tantas dificultades que fue preciso dejar el coche, resolviéndose ir a caballo llevando nuestros equipajes con la carretilla. Bajamos al puerto donde nos esperaban tres canoas; nos embarcamos en la mayor con todos los equipajes: era toda una pieza y tendría unas doce varas de largo, capaz de cargar
doscientos cueros de vaca; no tenía sino dos pequeños y malos
remos con otro en popa y dos grandes cañas que servían de botavaras.
Principiamos nuestra traversía a las doce y  tardamos más de un cuarto de hora para llegar a la costa opuesta septentrional.
(...) A las dos y media de la tarde ya estaba concluido todo sin el menor tropiezo. En este estado y prontos ya para marchar observamos que llegaba al Pueblo en tres columnas la
división del ejército oriental, al mando del señor D.Fructuoso Ribero, y que éste dirigiéndose al  puerto en una canoa
pequeña, y puesto de pie dentro de ella, en compañía de un
oficial  venía hacia nosotros".¿Usted conocía a  D. Fructuoso Rivera?-"Yo deseaba mucho conocer a este joven por su valor y buen comportamiento. El fue quien en...(Guayabo) derrotó a  las
fuerzas de Buenos Aires mandadas por Dorrego. Me pareció de unos 25  años, de buen personal, carirredondo, de ojos grandes,
y modestos, muy atento y que se expresaba con finura. Su traje
era sencillo, de bota a la inglesa, pantalón y chaqueta de
paño fino azul, sombrero redondo, sin más distintivo que el sable y la faja de malla de seda de color carmes¡, y este
mismo traje vestía su ayudante. En todo guardaban una perfecta
igualdad estos oficiales y sólo se distinguen por la grandeza
de sus acciones y por las que solamente se hacen respetar de sus subalternos. Detestan todo lujo y todo cuando pueda
afeminarlos".Por fin el 12 de junio pudieron entrevistarse con el Gral. Artigas.-"Nos recibió sin la menor etiqueta.  En nada parecía un general. Su traje era de paisano, y muy sencillo, pantalón y chaqueta azul sin vivos ni vueltas, zapato y media blanca de
algodón; sombrero redondo con forro blanco, y un capote de
bayetón eran todas sus galas, y aún todo esto pobre y viejo. Es hombre de una estatura regular y robusta, de color bastante blanco, de muy buenas facciones, con la nariz algo aguileña; pelo negro y con pocas canas; aparenta tener unos cuarenta y
ocho años. Su conversación tiene atractivo, habla quedo y
pausado; no es fácil sorprenderlo con largos razonamientos,
pues reduce la dificultad a pocas palabras, y lleno de mucha experiencia tiene una previsión y un tino extraordinario.
Conoce mucho el corazón humano, principalmente el de nuestros paisanos, y as¡ no hay quien le iguale en el arte de
 manejarlos. Todos le rodean y todos le siguen con amor, no obstante que viven desnudos y llenos de miserias a su lado, no
por falta de recursos sino por no oprimir a los pueblos con contribuciones prefiriendo dejar el mando al ver que no se cumplían sus disposiciones en esta parte y que ha sido uno de
los principales motivos de nuestra misión.
Nuestras sesiones duraron hasta la hora de la cena. Esta fue
correspondiente al tren y boato de nuestro General: un poco de asado de vaca, caldo, un guiso de carne, pan ordinario y vino, servido en taza, por falta de un vaso de vidrio; cuatro cucharas de hierro estañado, sin tenedores ni cuchillos, sino los que cada uno traía, dos o tres platos de loza, una fuente de peltre cuyos bordes estaban despegados; por asiento tres
sillas y la petaca, quedando los demás de pie”...
 
Un servicio poco digno para un General de su importancia.
-"Nuesta mesa cubierta de unos manteles de algodón de
Misiones pero sin servilletas, y aún supe, mucho de esto era prestado. Acabada la cena nos fuimos a dormir y me cede el General, no sólo su catre de cueros sino también su cuarto, y se retiró a un rancho. No oyó mis excusas, desatendió mi resistencia, y no hubo forma de hacerlo ceder en este punto.
(...)Muy temprano, as¡ que vino el día, tuvimos en casa al General que nos pilló en cama; nos levantamos inmediatamente, dije misa y se trató del desayuno; pero éste no fue ni de té ni de café, ni leche ni huevos porque no lo había, ni menos el servicio correspondiente; tampoco se sirvió mate, sino un gloriado, que es una especie de punche muy caliente con dos huevos batidos, que con mucho trabajo encontramos. Se hizo un gran jarro, y por medio de una bombilla iba pasando de mano en
mano, y no hubo otro remedio que acomodarnos a este
espartanismo, a pesar del gran apetito por cosas más sólidas
que tenia nuestro vientre, originado de unas aguas tan aperitivas y delicadas, no sirviendo nuestro desayuno sino para avivarlo más.
Yo estaba impaciente por concluir nuestra comisión, para bajar
al puerto y registrar la costa del Río, lo que no pude conseguir hasta después de la comida que fue enteramente parecida a la cena, con sólo haberle agregado unos bagres amarillos que pescaron en el Uruguay".


Nota: Este reportaje ficción fue realizado en  base a un fragmento del diario de Viaje de Montevideo a Paysandú que hiciera el Presbítero Larrañaga en 1815. El texto que aparece entre comillas pertenece a dichos apuntes, del cual hemos respetado su puntuación, y giros idiomáticos.

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