De como el Papa León X asumió el trono de Pedro, y de la esperanza
de la humanidad para que tal industria haga temblar a tiranos y poderosos
Escriba Medieval
Amados Cofrades: luego de
algunos días de ausencia abro complacido las puertas de mi scriptorium para contaros algunas historias
que tienen que ver con la elección del nuevo Papa, acontecida por estos días.
De nombre Giovanni de
Lorenzo di Médici, León X es el segundo hijo de Lorenzo el Magnífico y de
Clarice Orsini. Recibió las órdenes menores a los ocho años de edad para, en
1488, ser nombrado cardenal con tan solo 13 años.
Muerto Julio II, el
cardenal Giovanni di Médici – de treinta y ocho años de edad- fue elegido Papa en un cónclave en el que se
evitó la compra de votos al poner en práctica las medidas que, contra la
simonía, había dictado el Papa fallecido.
Todo indicaba que el
siguiente Papa sería el cardenal húngaro Tomás Bakócz, quien había mantenido
una política activa y fructífera ante la situación crítica contra Venecia,
convirtiéndose en gran aliado de los Habsburgo. De esta manera, Bakócz se
trasladó a Roma para el cónclave con la manifiesta intención de ser elegido.
Fue recibido con una verdadera pompa principesca, sin embargo, tanto Venecia
como el emperador Maximiliano de Habsburgo le traicionaron, y pronto fue
elegido en su lugar Giovanni di Medici, el hijo de Lorenzo el Magnífico.
Os advierto que León X
tiene una formación erudita y artística acorde con la tradición Médici, de
manera que se puede alentar que tenga un importante papel en el mecenazgo de
las artes; dicen en los sagrados pasillos que dispondrá de fuertes sumas de
dinero para proyectos que pretenden llevar
a cabo los maestros Rafael y Bramante. Se dice además que es poseedor de
ciertas extravagancias como mecenas, y que por lo tanto se espera la
reconstrucción de la Basílica
de San Pedro –bastante venida a menos- y
que también sea responsable de algún movimiento reformador. Os recuerdo que el
anterior Papa condujo a la Corte
papal a una vida opulenta y desenfrenada, y todo parece indicar que el mandato
de León X estará más apegado a las reglas y preceptos de la Religión Católica.
Hasta aquí las novedades
con respecto deste acontecimiento que por estos días ocupa la atención por
estas comarcas, y del cual habla desde el Señor feudal hasta el mas humilde e
ignorado campesino.
Como vosotros sabéis,
Nobles integrantes desta Cofradía, este humilde no adhiere a creencia alguna,
mas, necio sería no prestar atención a tal acontecimiento. La humana necesidad de tener algo a qué aferrarse
–sobre todo en momentos de dolor o angustia- debe ser digna de respeto por
quienes tenemos mas afinidad con el apóstol Tomás, aquel que dijo: si no veo en
sus manos las heridas de las llagas, no creo, que por otras cuestiones de fe.
León X está dando muestras
de querer cambiar algunas cosas en la iglesia. Se ha negado al boato de la
vestidura talar que usaron sus antecesores optando por ropaje mas sencillo; se
niega a usar la gran carroza arrastrada por gran tiro de caballos, y trasládase
en el carro donde suelen viajar los Cardenales. Cuentan además que pagó en
monedas constantes y sonantes al dueño del mesón donde se alojara al llegar a
Roma, y que una vez ungido saludó a la multitud mezclándose con ella.
Por cierto que tales
actitudes son objeto de especulación, y no falta quien asegure que solo es una
suerte de puesta en escena para recuperar los fieles que –desencantados de
recibir de la iglesia solo promesas- han optado por brujos y hechiceros
variopintos esperando que los hombres paren de sufrir.
De manera, caros
contertulios, que habremos de esperar los acontecimientos y estar atentos a lo
que suceda con este Papa extraño que toma en este 1513 las riendas de la
iglesia con sus caballos desbocados. Buena cosa sería que –andando el tiempo-
quienes adhieren a la fe católica encuentren quien los guíe por caminos
terrenales mas seguros, pues quizá sea esa la manera de encontrar ese cielo tan
esquivo y lejano que esperan lave y limpie sus pecados.
Este humilde seguirá
aferrado a sus dos “mandamientos”, esos que adoptó cuando aún era un niño y se
preguntaba por qué debía pedir perdón por pecados ajenos, y por qué razón debía
abrazar una vida de penitencia para tener acceso a la otra, la eterna, que por
otra parte nada puede asegurar que exista. Por tal industria un día abandonó la
“fe” y se propuso manejarse en la vida con solo dos preceptos: no hacer daño a nadie,
y dar una mano cuando pudiere.
Os dejo con la esperanza
que León X tenga la fuerza y el carácter necesario para que gobernar pueda con
certeza, sobre todo si de ello depende que algunas ovejas regresen al redil.
Quienes estamos fuera nos sentaremos en la loma a ver si descubrimos dónde está
el lobo…
Moraleja:
No cambia el
mundo quien tenga solo la intención de hacerlo, lo cambiará quien a los hombres
facilite la facultad de verlo.
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