Academias aprobaron en Guadalajara la nueva Ortografía
Las veintidós academias de la lengua española aprobaron el pasado domingo 28 de noviembre la nueva Ortografía, el primer tratado de este tipo en la historia de los hispanohablantes, una obra de “valor incalculable” para la unidad del idioma y en la que se vuelven a permitir las denominaciones de “ye” o “i griega”, y “be”, “be alta” o “be larga”, y no se condena el acento de “sólo”.
Los directores y presidentes de las academias, que participaron en la 24ª Feria del Libro de Guadalajara (FIL), hicieron público este importante acuerdo en un encuentro con la prensa, en el que desgranaron algunas características de esta edición que, como se dice en la presentación de la misma, busca legitimar el consenso entre las academias, aparte de ser “más sólida, exhaustiva, razonada y moderna” que la de 1999.
Y es, sobre todo, más “panhispánica”, porque si aquella edición “breve, sencilla, clara y didáctica” recibió el refrendo de todas las academias y fue presentada antes en América que en España, su contenido había sido redactado por la Real Academia Española (RAE).
El acta de adhesión, que firmaron 23 representantes de las academias de la lengua de países hispanohablantes y que fue leída por José Moreno de Alba, director de la Academia Mexicana de la Lengua , aboga por una “reflexión común” del español.
Según el documento, este tratado busca explicar “el peso de la oralidad en la escritura, los orígenes de la escritura alfabética, las funciones de la ortografía, el origen y evolución de los sistemas ortográficos, la importancia social de la ortografía”.
Agregaron que la nueva Ortografía, que Espasa publicará antes de Navidad en los países de habla hispana, es fruto de “la voluntad común y del trabajo conjunto de las veintidós academias”.
El consenso académico aclaró que “no se modifican las reglas ni se añaden nuevas, sino mejor se detallan con toda exactitud con objeto de detallar a todos los hispanohablantes y a los hablantes de otras lenguas que desean escribir la nuestra con corrección y propiedad”.
Las normas “son comunes a todo el ámbito hispánico”, pero los ejemplos procuran recoger muestras de unas zonas y otras, según se afirma en la prepublicación facilitada a la prensa.
Desde el principio, las academias descartaron “la idea de una reforma ortográfica exhaustiva” y se centraron en “una revisión” de este código esencial para 450 millones de hispanohablantes, con el objeto de eliminar, “dentro de lo razonable, la opcionalidad abierta por algunas normas”.
Esa opcionalidad existía, por ejemplo, en la denominación de las letras del alfabeto, que reciben distintos nombres según los países de que se trate (“be alta”, “be baja”, “be larga” y “be corta” para la “b” y la “v”; “uve doble”, “doble uve”, “ve doble” o “doble ve” para la “w”; “i griega” y “ye” para la “y”; “zeta”, “ceta”, “ceda” o “zeda” para la “z”).
“Algunos españoles se aferraban a la ‘i griega’ pero otros han afirmado su posición en favor de la ‘ye’. La ‘i griega’ es una denominación que no tiene fundamentación filológica seria”, argumentó por su parte Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de las Letras. En España, escritores como Juan José Millás, y hasta un grupo compuesto por 76.000 personas y creado en la red social Facebook, protestaron contra la desaparición de la “i griega”.
Barcia admite que en el proceso hubo sobresaltos. Uno de ellos fue cuando algunos académicos encargados de anticipar las nuevas normas a la prensa revelaron que se iba a unificar el nombre de la letra “v” en “uve”.
“Le mandé inmediatamente una carta a Víctor García de la Concha diciéndole que en nuestro país se dice de otra forma y que no vamos a adoptar el cambio”, recordó. “Él me contestó que el cambio es potestativo. Que es una recomendación y no pasa de ahí”.
En otros puntos que fueron rechazados por escritores de la talla del mexicano José Emilio Pacheco, premio Cervantes 2009, o el español Javier Marías, hubo menos debate académico. “En la eliminación de la ‘ch’ y la ‘ll’ como letras del alfabeto todos estuvieron de acuerdo”, indicó Humberto López Morales, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale).
En la nueva Ortografía “se propone unificar los nombres de lastras”, pero, como aclaró Moreno de Alba, se permiten utilizar los diferentes nombres que reciben en algunos países. “Estamos tratando de uniformar, no de imponer”, subrayó Moreno de Alba.
Lo mismo sucede con el adverbio “solo” y con los pronombres demostrativos. Se recomienda vivamente no ponerles tilde, pero no será considerado un error el escribirlos acentuados como se acostumbra.
Con los cambios convertidos en recomendaciones de uso, la polémica amainó y “la sangre no llegó al río. No ha aparecido flotando ningún académico ni en el Guadalquivir ni en el Río de la Plata ”, bromeó Barcia.
Fuentes: AFP • EFE • FIL
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