sábado, 29 de enero de 2011

Ante tanto discurso sobre la equidad de géneros, respeto hacia el “sexo débil” combatiendo el machismo, el amigo  Mario Sarabí, a contrapelo de toda postura o moda, aporta su visión precisamente machista del asunto. Mario Sarabí es artista plástico y poeta. Vive en Paysandú. Junto a  este artículo incluimos su foto, por si acaso alguna lectora de  HUM BRAL quiere incluirlo en su lista de personas indeseables.


Malísima teoría sobre las disputas entre géneros


Mario L. Sarabí

Durante años el feminismo fue ganándole terreno al patriarcado de formas muy curiosas, sobre todo, las mujeres tienen un talento innato para eso, por medio de sutiles ataques sicológicos, pequeñas cargas de conciencia prendidas con orquillas de las espaldas del hombre. Una de esas jugarretas, quizá la más universal y trascendente de todas, nació en el baño. Décadas enteras sintiéndonos culpables de no haber subido la tapa del inodoro, hasta que al fin, un preocupado y despierto defensor de los testículos entró en la cuenta de la injusticia, sopesó reproches y alaridos histéricos por una acción que bien podría estar en manos de las mujeres, no del hombre, justamente por ser la parte más interesada en el asunto. Es probable que la pregunta que condujo al eureka haya sido esta: ¿Por qué no la levantan ellas? Eran ellas las que debían de ocuparse y preocuparse por bajar y subir ese artefacto oblongo, que a nuestros fines era inútil, y que bien podríamos prescindir de él. Así fue que de hombre a hombre, de fábrica a fábrica, de oficina a oficina, de bares a tribunas fue corriéndose la voz, y ya no volvimos a sentir ese aguijón punzante de la culpa, nos quitamos una a una las orquillas que con tanta sutileza nos habían prendido en el lomo. Esa vez ganamos, tardamos pero ganamos. Pero no debemos caer en burdas necedades, en obsoletas expresiones pro-machistas, desde que esta lucha de poderes dio comienzo, hemos perdido más de lo ganado. Para dar fe de tal afirmación podría enumerar una extensa lista de batallas malogradas, pero ahora no puedo, tengo que ir a lavar la cocina.

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