viernes, 8 de julio de 2011

La historia del sistema monetario



Aldo Roque Difilippo

Uno de los aspectos que marca la historia de un país es su sistema monetario. La prosperidad o la crisis de una nación, en gran medida queda reflejada en la impresión de sus monedas y sus billetes, testigos de una época, y hasta como un vestigio estético de esa sociedad. Ahora cuando las tarjetas de crédito, "el dinero de plástico" y las transacciones comerciales a través de diferentes sistemas, Internet incluido, va desplazando a los negocios con dinero contante y sonante, vale la pena recordar cómo surgieron esos papeles impresos, y esos pequeños discos de metal convertibles al patrón oro.

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La palabra dinero se generalizó en la Edad Media, a través de los trovadores, en los países de habla románica, y es originaria  del latín "denarius" que fue una moneda romana.  En tanto la palabra moneda también deriva de otra latina, "moneta" ya que los romanos acuñaron las suyas en el templo de Juno Moneta. Pero el concepto de canjear mercaderías por un patrón aceptado por esa sociedad, se remontaría a mucho tiempo antes. "No sabemos cuál fue la mercancía empleada primitivamente como moneda, aunque parece natural que fuera una mercancía rara o poco frecuente en el país, y que en cada país o territorio esta mercancía fuera distinta en un tiempo lejano", comenta Hans Kurt (1). Agregando "En la edad que siguió a la de piedra, debió emplearse el hierro, que se utilizó como moneda en Lacedonia, en la vieja y legendaria Grecia, y que todavía se utilizaba este material para la impresión de monedas en tiempos de Licurgo. Al hierro debió seguir el bronce en forma de armas e instrumentos, metal que más tarde se empleó en lingotes que pesaban y marcaban y que más adelante tomaron forma lenticular, es decir, redonda, imprimiéndose en ellas diferentes figuras".
Sea como fuere ese inicio, Roma fue quien propagó, hasta nuestros días, el sistema monetario en Occidente.

Unificar la emisión

En nuestro país si bien la idea de emisión de dinero surge en los primeros meses de 1829, por muchos años circularon, paralelamente, papel moneda emitidos por entidades privadas. Tales como el Banco Mauá creado en 1857, y que venía operando como casa de cambio desde comienzos de la década. Surgiendo también "diversas casas de crédito que tuvieron vida efímera basada su creación en la época de bonanza que se apreció en los años 1865 al 67 -terminando la misma con lo sucedido el 1 de junio de 1868-,siendo este un año crítico en la vida económica y financiera del país" (2). La unificación de la emisión del papel moneda recién se logró en 1896, con la creación del Banco República Oriental del Uruguay. La institución bancaria abrió sus puertas el 21 de octubre de 1896. Tres meses antes la Asamblea General había recibido el mensaje, y el proyecto de la Carta Orgánica, donde se había tenido en cuenta los proyectos y leyes vinculados al Banco Nacional, y más directamente, la ley promovida por José L. Terra en 1883. Al proyecto se le incorporaron algunas soluciones importantes: la autonomía de la administración del Banco, limitación del crédito que podía disponer el Gobierno, prohibiciones para invertir en la Bolsa, y otorgar créditos a empresas que no tuvieran su casa central en el país. Por otra parte se obligaba a la institución a instalar una sucursal en cada capital departamental. Entre las potestades otorgadas, estaba la de comenzar a emitir dinero, monopolizando la función. Billetes convertibles en oro por dos veces y medio su capital.
Con ello terminaba la etapa donde Bancos particulares emitían su moneda con la consiguiente inestabilidad económica y el riesgo cambiario.

El peso sitiado

La historia del sistema monetario uruguayo tiene algunos ribetes curiosos. Sólo en tres oportunidades se acuñaron monedas en nuestro país (1840 a 1855). En adelante tanto las monedas como los billetes que habitualmente utilizamos fueron confeccionados en el exterior.
Tras el Tratado preliminar de Paz, en Río de Janeiro en 1828, se constituye definitivamente la  República Oriental del  Uruguay, como Estado libre e independiente. La nueva República  se encontraba en una desastrosa situación económica. "Por ese  entonces, circulaban en nuestro territorio con fuerza legal, -ya que ni las distintas Coronas o Imperios de las que formaron parte, ni el Gobierno Provisorio, los había prohibido,- los monetarios de oro y plata español y de las Provincias unidas; de oro, plata y cobre de Portugal, Reino  Unido y Brasil; el monetario de cobre de la Provincia de Buenos Aires y del Banco Nacional; y el papel -moneda emitido por este último".(3)
A principios de 1829 se dictan las primeras medidas de gobierno para crear un orden en el sistema económico monetario. Tras algunas restricciones de circulación de papel moneda, el 14 de marzo de 1831 se dispone "la emisión para cambios menores de un real, la moneda conocida por decimos de la Provincia de Buenos Aires, por la mitad de su valor escrito", que se pusieron en circulación en 1822 y 1823, transformándose en las primeras monedas de nuestro país.
El 20 de junio de 1889 se promulga la ley autorizándose la acuñación de las primeras monedas nacionales, y recién el 8 de marzo de 1840 se dan los primeros pasos para llevar a cabo la empresa. El grabador francés Agustín Jouve eleva la primer propuesta al Poder Ejecutivo para realizar la acuñación en sus talleres, y tras algunos tropiezos entrega la primer partida de monedas el 3 de octubre. Tres días después entrega la segunda partida, por $ 400 y 100, respectivamente, que el Gobierno pondrá en circulación alrededor del 15 de octubre.(4)
Esta primera acuñación de monedas uruguayas duró poco debido a la escasez de cobre y su alto costo. Le seguirían dos etapas más: 1843-1844 y 1854-1855. En la segunda etapa, plena Guerra Civil, durante el Gobierno de Joaquín Suárez, se inaugura (02/02/1844) la Casa de la moneda, acuñándose el popularmente conocido "Peso del sitio", pieza codiciada por los coleccionistas y que fue motivo de orgullo por parte de las autoridades de la época. Esta es la única pieza de plata acuñada en nuestro país, y que circuló solamente en Montevideo, debido a la prohibición del Gral. Manuel Oribe, Jefe de las fuerzas que sitiaban Montevideo. Desde el Cuartel General en el Cerrito de la Victoria, con la firma del Gral. Manuel Oribe y Carlos Villademoros se dictaba la prohibición: "1° Que la moneda de cobre y plata, acuñada por los rebeldes salvajes unitarios encerrados en Montevideo, conforme a la autorización de la titulada asamblea, el 3 de Diciembre de 1843, no representa otra cosa que el fruto de las expoliaciones y rapiñas notorias de aquellos malvados, sobre la población infeliz. 2° Que ella no es más que un medio odioso, en manos de los expresados rebeldes salvajes unitarios para saciar una infame codicia en los últimos momentos de su agonizante dominación. 3° Que una moneda sin crédito ni garantía, como la referida, es deshonrosa y perjudicial al Estado, ha acordado y decreta, con sujeción en oportunidad, a lo que resuelva la Honorable
Asamblea General Legislativa: Artículo 1° No se considera  moneda del Estado Oriental del Uruguay la acuñada por los rebeldes salvajes unitarios encerrados en Montevideo, conforme a la autorización de la titulada Asamblea, el 3 de Diciembre de 1843. Artículo 2° Queda por consiguiente prohibida su circulación en todo el territorio de la República. Art¡culo 3° Comuníquese a quien corresponda, imprímase y fíjese en los parajes convenientes".
El sistema monetario que rigió el país -hasta el triunfo del patrón oro- fue medido tanto en oro como en plata, hasta que fue suprimido en 1876. Para la plata existía el "Real", dividido en "Maravedíes", siendo su múltiplo el "Peso fuerte", "Duro", o "Patacón", equivalente a 8 reales de plata, llamado también "Real de ocho". En tanto la unidad del oro era el "Escudo", y sus múltiplos, el "Doblón de ocho Escudos" también llamado "Onza".
Con la instauración del Banco República se logró unificar la conversión a oro del dinero circulante, y además centralizar la emisión, algo que hasta ese momento podían hacerlo entidades financieras privadas, con sus contratiempos y quiebras reiteradas.
"La ansiedad por un ente financiero como el Banco creado, era  tan grande que apenas mes y medio había transcurrido desde el inicio de las actividades de la Casa Central y ya funcionaban
diez sucursales" (5). Desde entonces comenzó a circular el primer billete nacional, impreso en la Cía. Sudamericana de billetes del Banco de Buenos Aires, con carácter  provisional,  hasta que se afinca en la zona la firma alemana Giesecke & Devriest, de Liepzing. Se emitieron billetes de $ 0,50, 1, 5, 10, 50, 100, y 500, (10.040.000 billetes), en un total de $ 47.500.000,-.
En 1967 el Banco República dejó de emitir moneda. La Constitución plebiscitada creó el Banco Central, una figura moderna de la autoridad monetaria, con el cometido de emitir moneda local, controlar la cantidad de circulante, y supervisar todo el sistema bancario nacional; entre otros cometidos.

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Notas:
(1) Historia del dinero", Hans Kurt, Editorial Ferma, Barcelona, 1963.
(2) Banco de la República Oriental del Uruguay y su Sucursal
Mercedes", Esc. Alfonso Arias, Prof. Manuel Santos Pírez,
Mercedes, 1996.
(3) La historia de la Patria a través de las monedas  El
Monetario clásico Uruguayo, 1840-1855", Marcos Silvera
Antúnez, Montevideo, 1990.
(4) El 23/02/1990, el Poder Ejecutivo resolvió declarar el 15
 de octubre de cada año como "Día de la numismática nacional",
 ya que "puede afirmarse que el 15 de octubre de 1840 entraron
en circulación las primeras monedas de cobre encomendadas por
el Gobierno de la época".
(5) Idem 2.
Con la acuñación de las primeras monedas surgieron también las primeras falsificaciones. Marco Druso, en el año 663 propuso que se acuñaran monedas denarios de plata apócrifas con la finalidad de poder obtener dinero legal para comprar trigo y distribuirlo entre el pueblo, siendo esta la primera falsificación que quedó registrada. Práctica que fue repetida por particulares en el curso de la historia, y a la cual tampoco escapó nuestro país. Resultando interesante el proceso judicial desatado tras descubrirse en Salto, en 1910, la falsificación de la moneda de $ 1, de plata, de 1895.
Entre febrero y marzo de 1910 la policía salteña fue alertada sobre la circulación de estos pesos falsos, montándose un operativo que permitió desbaratar la operación. Se sabía que meses atrás había llegado a la ciudad en el Ferrocarril Midland un desconocido con una máquina que dijo servía para fabricar ladrillos, y que la llevó a la quinta o viña del Dr. Cañizas, en el Cerro, en la esquina de las calles 18 de julio y Avenida Independencia. Se sabía además que el hombre era platero de profesión y que al poco tiempo se le sumó otro de profesión grabador. Los policías llegaron hasta la finca, y al entrevistarse con Luis Laboins dijeron estar interesados en comprar la propiedad y que querían darle un vistazo. En el lugar encontraron un malacate, 23 lingotes de plata, un torno, un brasero, una serie de retortas cubiertas de paja y varios utensilios como en un taller mecánico. En otra habitación encontraron herramientas y materiales apropiados para la fabricación de monedas: una pieza de acero con una cavidad en la que encajaba perfectamente una moneda de un peso, un lente, cuatro monedas de un peso presumiblemente legales y otra falsificada, todo lo que fue incautado. Tras esto se detuvo a los ocupantes iniciándose el proceso judicial. Los detenidos eran: Luis Lebois (luego se dijo que se apellidaba Losai, aunque después se supo que su verdadero apellido era Bellini), francés, de 40 a 45 años, de profesión platero, que contaba con antecedentes penales en Montevideo por falsificación. Pedro Scattina, italiano, de 55 años, radicado en Salto desde hacía algunos años y de profesión albañil. Martín Campos, argentino, de 30 años, grabador y dibujante. Luis Peirano, oriental, de 40 años aproximadamente. José Manzi, italiano, de 35 años, de profesión albañil; y Luisa, viuda de Farfalla. El 10 de marzo de 1910 comienza el proceso, y ante la noticia los gerentes de los Bancos República, de Londres, y Río de la Plata revisaron sus Cajas fuertes donde aparecieron pesos falsos, pero en un número escaso.
Como es de suponer, los diarios de la época dieron detalles del suceso. "La Tribuna Salteña" informaba que los pesos falsos eran pocos "sin embargo, parece que los que circulaban ascienden a algunos cientos. La imitación es tan buena que solo pueden distinguirse por dos cosas: el borde de los falsos es algo saliente y en la parte derecha del borde, en el anverso, se ve una pequeña falla, una especie de punta saliendo por efecto de defecto del cuño. También el rayado del canto es algo borroso. El cuño lleva la fecha 1895. El sonido es casi igual al de los legítimos", en virtud de que la plata utilizada es de buena calidad.
Más tarde, una lavandera, doña Tomasa Pérez, encuentra en el arroyo Sauzal, próximo a la casa de Pedro Scattina, uno de los cuños utilizados en la falsificación. "La Tribuna Salteña" agrega otro dato más: "como último detalle, diremos que en poder de los presuntos falsificadores, se hallan cuños de monedas brasileñas de 1.000 reis".
Tanto "La Tribuna Salteña" como "La Prensa" en los días siguientes comienzan a aportar más detalles del suceso, al levantarse la situación de incomunicados a los detenidos. Ambos diarios los entrevistan en la cárcel. Bellini expresa a "La Prensa" que se radicó en Salto por prescripción médica porque "he estado muy enfermo de pulmón", y que llegó "dispuesto a ejercer mi oficio de platero, porque soy platero, señor, y de los buenos en el oficio". El periodista le pregunta. "-Pero entonces, si Ud. estaba instalado en un taller y trabaja honradamente (porque supongo que así lo hacía) en {el ¿cómo lo acusan de autor de falsificación?
-Injustamente, si señor, injustamente. Porque ya otra vez me acusaron sin poderme probar nada, me han visto trabajar y han dicho que estoy falsificando, y mañana si salgo por no tener culpa, como confío, y me pongo nuevamente a trabajar, van a volver a pensar en falsificaciones, como si el hombre tuviera que vivir siempre lo mismo y el haber sido culpable significara de que no puede ya cambiar". Agregando que anteriormente fue detenido por la falsificación de timbres de recibos "pero no era culpable ni me lo probaron", admitiendo si haber participado de una falsificación de monedas: "Hombre, esa si fue cierto, yo tenía los cuños y los aparatos y la Justicia nos cayó encima".
Como Bellini, todos los involucrados alegan su inocencia, en tanto en "La Tribuna Salteña" se informa que Bellini declaro en el Juzgado que se dedicaba a acuñar fichas de juego de 1.000 reis cada una, contratadas con el Brasil, y cuando el Juez le mostró el cuño de lacre encontrado por la lavandera manifestó que él lo había realizado pero como un entretenimiento. Días después es localizado otro cuño, el que imprime el reverso del peso falso, en el arroyo Sauzal, cerca de donde se encontró el primero, mientras que en la prensa aparece un aviso: "Los pesos de plata (de industria local) se compran como chafalonía en la Joyería Oriental".
Paulatinamente los involucrados fueron recuperando la libertad bajo fianza. A Bellini, por los antecedentes por falsificación, le significaron 27 meses de prisión.
Mientras desde la frontera brasileña se recibe un comunicado que denuncia la circulación de gran cantidad de monedas uruguayas falsas, aproximadamente 500 pesos.
Estas monedas falsificadas no solo eran de plata de buena calidad, sino que al ser analizadas se comprobó las cualidades del grabador, en algunos aspectos técnicos, superiores a las monedas originales. Gustavo Pigurina comenta: "En los pesos falsos los rayos del sol son "mas pronunciados", decía el cronista de "La Tribuna Salteña" con razón. Evidentemente son más nítidos, mejor grabados, más regulares y haces que presentan las monedas auténticas.
Esto habla a las claras muy a favor de la valía del grabador falsificador Bellini".



Fuente consultada: "Aportes a la identificación de la moneda falsa de $ 1.00 de 1895", Gustavo Pigurina, "Numismática", Órgano Oficial del Instituto uruguayo de Numismática, Octubre, 1991.

1 comentario:

Alfredo Saez Santos (Charo) dijo...

¡Buena la síntesis sobre la evolución y zigzagueos del sistema monetario nacional!La convertibilidad del papel moneda-con valor extrínsico pues se sustenta en el encaje metálico del banco emisor, aunque en el Uruguay en períodos se podía emitir hasta por el triple-llevaba a continuas crisis de origen nacional o internacional.Además el Gobierno era deudor de los bancos y asi se comprometía en tanto legislador al destino y gestión mediatizada de su acreedor.De ahí las dos tendecias emergentes:la "orista" y la "cursista".La "orista" era favorable a convertir el papel en cualquier momento en oro aunque el banco se fundiese si todos los poseedores a una vez iban a cambiar sus "papelitos"y a partir que no se les podía dar a todos desde que por aquella triplicación de las emisiones, no había obviamente disponibilidad.Y eso ocurría cuando "sonaba" que se venía una crisis-la que fuese-o una "revolución". La "curista" era animadora nerviosa del curso forzoso -con la convertibilidad-del papel moneda que la decretaba el gobierno.Eso tuvo sus graves repercusiones políticas: los caudillos y doctores nuestros estaban en un bando o en otro de los partidos políticos o agentes de poder existentes e ,incluso, dentro de un mismo partido había influencias con distintas preferencias.La muerte de Flores y de Berro, el mismos día de febrero del 68 se debió, aseguran algunos opinantes, a tal asunto.A los grandes comerciantes no les hacía gracia ninguna dar su mercedaría real y concreta por un "papel" sin respaldo"; y a gente ,comprometida con el negocio bancario y sus prebendas y sinecuras, debían respaldarlos....