La inquietante relación entre un gato con hambre, y un señor gordo con equipo deportivo
Ángel Juárez Masares
El asunto que me ocupa hoy tiene que ver con un episodio ocurrido días atrás cuando me encontraba tratando de sacar un pez para mi gato a orillas del Río Negro.
Hasta allí llegó –por puro azar- una persona de mi conocimiento para –de alguna manera- cuestionar el estilo del “Cuentito medieval”, aduciendo “oscuras y aviesas intenciones” de mi parte.
Naturalmente traté de responder a sus apreciaciones, señalándole que para mí significaba lo que era: un ejercicio literario que me divertía mucho y que lo seguiría haciendo hasta que no tenga más ganas, y además porque los lectores lo piden.
Allí no hay nombres propios –le recordé al señor- las acciones están ubicadas en el medioevo europeo, y hasta el léxico tiene un ligero tinte “castizo”.
Pero algunos personajes son fácilmente reconocibles –acota el señor.
Ese es un asunto de quien cometa la torpeza de reconocerse –le respondo-
Si alguien carece de la capacidad intelectual para comprender la universalidad de la condición humana, no es mi problema. Los “lapones” y los habitantes de Tierra del Fuego tienen los mismos vicios y virtudes, y para entenderlo no es necesario ser antropólogo.
El diálogo terminó con el señor simplificando el tema asegurando que:
“lo que pasa es que usted es Comunista”, tras lo cual retomó su caminata enfundado en su coqueto equipo deportivo.
Si bien yo no me siento ligado a ningún Partido, así como a religión alguna, superado mi desconcierto no pude evitar sentir algo de orgullo al pensar que buena parte de la base de la intelectualidad uruguaya, estuvo conformada por personalidades pertenecientes a ese Partido. Y no hablemos de la participación en la lucha contra la dictadura.
Sin embargo el encuentro con ese vecino me llevó a pensar que durante los meses que llevamos editando “Hum Bral” en forma de blog, hemos sido críticos con varios aspectos vinculados a temas sobre los que la gente muchas veces piensa, y poco habla. En el acierto o en el error, expusimos nuestro punto de vista sobre algunos asuntos que nos parecían inadecuados, pero siempre lo hicimos de frente y sin faltar el respeto, y cuando hubo que destacar acciones positivas también lo hicimos.
Naturalmente tratamos de ubicarnos en ese punto medio de equilibrio –tan difícil de encontrar- sabiendo que nuestra página no va a cambiar nada porque pensar en eso sería un acto de soberbia.
Tampoco tiene Hum Bral la intención ni el objetivo de “hacer ahogar” a nadie, como el propio Intendente municipal lo manifestó –innecesariamente- en algún medio de prensa cuando criticamos el cortometraje “Tierra de Libertad”. Crítica por otra parte que en ningún momento tuvo como objetivo funcionario alguno. Claro, las acciones y emprendimientos de este tenor están llevadas a cabo por personas, y es natural que alguien se sienta aludido, asunto que debe comprenderse “entra en los riesgos que conlleva la exposición pública”.
De todos modos, y viendo al señor del equipo deportivo alejarse por el camino del parque, me sentí tranquilo y sin culpa. Tan tranquilo y sin culpa como mi gato cuando se come el pescado, porque eso forma parte de la cadena alimenticia.
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