A 105 años del primer fallecido por accidente de tránsito
Ángel Juárez Masares
Pasado el mediodía del 15 de febrero de 1906, en la esquina de 18 de Julio y Tristán Narvaja (que por entonces se llamaba Yaro) se producía el primer accidente de tránsito con fatales consecuencias. Un peatón fue atropellado por el automóvil matrícula 54 que corría por la avenida 18 de julio, y que era propiedad del Dr. Romeu –a la sazón Ministro de Relaciones Exteriores- quien regresaba de una reunión con el Presidente de la República en su casa solariega. En esa esquina, el vehículo embistió a José Puga Rodríguez, quien fue llevado en el mismo automóvil al Hospital de Caridad, donde murió al día siguiente a causa de las heridas recibidas.
Naturalmente que esta clase de episodios impulsaron a un periodista contemporáneo a protestar ante la profusión de automóviles, diciendo que:
“algo tienen que hacer las autoridades para liberarnos de esta calamidad, y ¡hacerlo pronto!”
Pero ya estaba visto que las autoridades harían oídos sordos a este reclamo, porque el automóvil matrícula 25 pertenecía a la Jefatura de Policía capitalina.
Lo que sí habían hecho las autoridades era redactar un reglamento sobre tránsito. El mismo había sido dictado por la Junta Económico Administrativa de Montevideo el 30 de agosto de 1905, y contenía algunos artículos que demostraban la aún vigente supremacía de los cuadrúpedos sobre las máquinas. Por ejemplo, uno de los incisos señalaba que:
“El funcionamiento de los aparatos no podrá dar lugar a que se asusten los animales por escapes de vapores, humo, gases, por ruidos extraordinarios u otras causas vinculadas a la marcha de los mencionados aparatos.”
Según este reglamento, aparentemente se consideraba centro de la ciudad a la zona de la actual Ciudad Vieja donde los automóviles debían circular a una velocidad máxima de 12 kilómetros por hora.
También estipulaba que al pasar por pueblos y villas del Departamento, se deberá disminuir la velocidad al cruzar cerca de edificios, boca-calles y cruce de caminos.
Claro que lo curioso es que la mayoría de los vehículos anteriores a la primera guerra carecían de cuenta kilómetros.
Naturalmente se exigía la chofer que supiera manejar todos los aparatos de mano y pié; arrancar, y detener la máquina.
La tendencia de los pioneros en traer automóviles europeos recién comenzó a variar en la segunda década del siglo pasado, particularmente con la llegada del Ford que –aunque se empezó a fabricar en 1903- llegó a Uruguay por 1910.
Estamos hablando del Ford “T”, con radiador de bronce, y que eran importados por la Casa Shaw. Claro, este automóvil costaba nada menos que $ 1.500.-
Aclaración: esta fotografía nada tiene que ver con el hecho relatado, simplemente la utilizamos a modo ilustrativo. |
También es bueno recordar el escándalo que sacudió los espíritus más conservadores, cuando una mujer se presentó en la Municipalidad solicitando autorización para manejar. Se trataba de la Señora María Amelia Behrens.
De toda esta historia se puede inferir además que con el otorgamiento de esta Licencia nacía en el país la burocracia…o no?
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