De cómo dos decretos reales provocaron la reacción de los señores feudales por un lado, y de los caballeros opositores al Rey Joseph “el feo” por el otro
Ángel Juárez Masares
Cuando en las calles de la gran aldea aún sonaban los vítores por el triunfo de los Caballeros Rayados sobre sus adversarios de allende el río como mar, otros Caballeros (igual de rayados pero no tan populares) lamentábanse por la orden impartida por el Rey Joseph “El Feo” de aumentar los impuestos a los señores dueños de grandes extensiones de tierras comarcanas.
Tenían estos señores la particularidad de vivir eternamente llorando, virtud heredada de sus antepasados, y trasmitida genéticamente a sus sucesores.
Lo hacían si las cosechas de mijo y otros cereales eran abundantes, aduciendo que pocos maravedíes les pagaban por ellas. También lloraban si la sequía había menguado la cantidad de grano, solicitando entonces que el Rey los ayudara con monedas de las arcas del pueblo.
Lloraban si el ganado estaba gordo porque el precio de la arroba de carne no era suficiente, y lloraban si la peste había diezmado sus rebaños, solicitando entonces que el Rey los ayudara con monedas de las arcas del pueblo.
Ahora las bondades naturales de las tierras del reino habían elevado su precio y los feudos valían fortunas, pero los señores igual lloraban.
Fue entonces cuando el Rey Joseph “El Feo” dijo:
-Sed justos y repartid con el pueblo vuestras riquezas, porque es el pueblo quien acude en vuestra ayuda cuando caéis en desgracia.
Pero nones. Los señores feudales querían todo para sí, y para eso contaban con la complicidad de los Caballeros que buscaban menoscabar el poder del soberano.
-¡Qué falta de respeto! ¡Qué atropello a la razón!- gritaba un Caballero de la Orden de las Capas Blancas (uno de cuyos descendientes escribiría siglos después letras de tangos).
-¡Quieren vernos en lacalle (error de tipeo: debió decir la calle) gritaba el joven Noble Louis Lasenda Kou (quien también había heredado tierras además de la virtud del llanto).
Otros Caballeros se habían pasado tiempo clamando para que el Rey Joseph “El Feo” pusiera en patíbulo a los bandidos conocidos como “rap y ñeros”, que asolaban las aldeas y quitaban las monedas que las viejitas iban a buscar al BPS (Bolsa Para Seniles).
Dispuso entonces el Rey que varios grupos de la Guardia Real patrullaran las aldeas capturando a los bandidos, pero hete aquí que surgieron las voces airadas de los Caballeros de la Orden de las Capas Rojas.
-¡No respetan los Derechos Sumarios! ¡Si te revisan los bolsillos para ver si algo te robaste no te va a gustar! (vociferaba uno cuyos descendientes formarían unos siglos después una banda de rock).
Y así transcurría la vida en el reino, donde con tal de estar “en la contra” muchos Caballeros actuaban como una gata muy famosa que ahora no me acuerdo cómo se llamaba (pero que sin duda muchos aldeanos lo recordarán).
Moraleja:
Recibirá de golpes el galeote si impulsa velozmente su navío, y también recibirá de golpes si algún día, de sus brazos el cansancio mengua el brío.
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