Shopping con pasado triste
Historias del Cuartel General Luna
Ahora es uno de los tantos paseos habituales de los mercedarios. Es la puerta de entrada para quienes llegan en ómnibus a la ciudad; un Shopping, pero su funcionamiento inicial fue muy distinto al actual, y aunque los mercedarios sabemos que era el Cuartel “General Luna”, pocos conocen su historia, y las anécdotas que alberga.
Hasta 1884 ese predio pertenecía a Juan M. Rivas que lo vendió al Estado. Ubicado frente a la plaza “Nueva” como originalmente se denominaba a la actual Plaza Artigas, ese edificio albergó inicialmente al 2° de caballería, al mando del General Pablo Galarza. Con el correr del tiempo fue sede del Batallón “Asencio” de Infantería N° 5, hasta el 15 de enero de 2001 cuando es entregado a
El diario El Día de Mercedes, reseñaba en 1934 las reformas a que fue sometido el edificio: “Cuenta el Cuartel con dos grandes Plazas de Armas, Despacho de Jefe, Alojamientos para Oficiales, Gimnasio, Casino de Tropa, Comedor de Verano al aire libre, Amplias Cuadras, cómodas e higiénicas, para personal y un Palomar Militar”. Sus paredes guardan algunas historias tristemente célebres. Quizá una de las más sobresalientes del Siglo XIX fue cuando su edificio sirvió para ocultar a Urbano Machuca, el asesino del periodista Antonio Coello.
Por esos años el Coronel Pablo Galarza era Jefe Político y de Policía. Coello periodista del diario
Atrocidades
Pero el Siglo XX también tuvo sus historias en este Cuartel, bastante más trágicas y dolorosas, vividas durante la última dictadura cívico militar. Allí estuvo detenidos varios presos políticos como entre los que estuvo el periodista y director del periódico Centenario, don Eduardo Víctor Boga. Allí pudieron verlo otros presos políticos, como Néstor Gurruchaga: “Me acuerdo de Sergio Gramajo repartiendo comida y le decían: “mirá, que no te acordaste del que está en el calabozo”. Él respondía: “Dejalo al viejo pescado ese”. Lo tenían aparte”.
Si bien Boga estuvo recluido en un calabozo, la superpoblación hizo que en el patio del Cuartel General Luna se montara una carpa de campaña donde los presos pasaban el día sentados, maniatados, y con los ojos vendados, esperando su turno para la tortura.
En el actual estacionamiento de autos y motos se encontraba el frontón, donde los presos pasaban horas, y hasta días de plantón. “El submarino estaba en el pasillo, en el pasaje de la plaza de armas (…) había un pasillito con una piecita chiquita” donde “estaba el caballete”, recordó Juan Carlos Pérez que ingresó como albañil al Batallón Asencio y su trabajo consistió en construir pequeñas divisiones, convirtiendo en celdario las viejas barracas que daban a calle Colón.
Vecinos de la zona de
Quienes conocieron las instalaciones del cuartel como presos políticos, con el correr de los años han relatado las cosas que pasaban muros adentro. Llegando incluso a identificar a algunos de sus torturadores. El incendio de Mercedes Terminal Shopping se produjo por un cortocircuito, muy cerca de donde antes funcionaba la picana eléctrica.
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