viernes, 5 de agosto de 2011

Umberto Eco aligera "El nombre de la rosa"

 

Enfrentará la avalancha de Internet con una solución arriesgada: despojar a su novela "El nombre de la rosa" de la densidad que la caracteriza, para acercarla a los jóvenes.


Publicada en 1980, "El nombre de la rosa" trajo consigo el renacimiento de la novela histórica que, a partir de esa obra, saldría del rincón oscuro donde había sido confinada para cobrar nuevo auge. Apenas salida de la imprenta, devino uno de los títulos más significativos, fundamentales, del siglo pasado.
Estudioso de los medios de comunicación, que ha explorado a fondo, Eco se propuso reescribir su novela, aligerando no solo su contextualización histórica sino también el lenguaje de un texto nacido, según confesión propia, de su amor por los libros y pasión medievalista.
De ahí que resulte, hasta cierto punto, un contrasentido simplificar el texto para facilitar su lectura no solo a los jóvenes sino también a los internautas que navegan por las aguas virtuales de Internet, y hasta ahora solo tienen ante sí algunos pasajes de "El nombre de la rosa", tal vez los más crípticos.
Eco se fijó como meta el 5 de octubre para depositar en las fauces digitales la "versión aligerada" de un clásico en su género, arropado ahora con nuevas vestiduras.
En su tiempo, la novela fue traducida a 47 idiomas y llevada al cine con Sean Connery como el monje franciscano Guillermo de Baskerville, una mezcla del filósofo Guillermo de Occam y el sagaz Sherlock Holmes. Solo en Italia se vendieron seis millones y medio de ejemplares.

Desafío

Una vez plasmada, casi seguro su decisión generará polémica. Los clásicos de la literatura están resguardados por un poder secreto que los mantiene invictos y con cauce abierto siempre a las nuevas generaciones.
En la afición a la lectura un factor determinante lo constituye la jerarquía literaria de alto vuelo, el latido humano capaz de conmover y despertar, por la vía de las emociones, los resortes del intelecto.
"El nombre de la rosa" tiene a su favor, además, la presencia de un adolescente con rango protagónico, Adso de Melk, el pupilo del monje franciscano y su colaborador en las pesquisas para descubrir los asesinatos perpetrados en un monasterio benedictino, relacionados con un libro prohibido.
Un viejo manuscrito iluminado cuyo pecado era hacer reír a los monjes, una risa prohibida, excomulgada en el monasterio. La risa considerada como una incitación diabólica.
Tal vez de la reescritura de su autor resulte una versión tan encomiable como la original que vio la luz primera en letra impresa aunque "segundas partes", como reza el sabio credo popular, nunca fueron buenas.


Fuente: Prensa Latina


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