Falleció Juan Carlos
Gené
·
“Uno mira todo
y sabe que se tiene que ir”
El
dramaturgo, director teatral y actor falleció a los 82 años. Condujo durante
años el teatro San Martín, montó decenas de obras y hasta llevó
"Hamlet" a la TV
en la década del 60.
Juan
Carlos Gené, uno de los hombres que grabaron a fuego su nombre en el teatro
argentino durante décadas, murió el 31 de enero pasado. Presidio la Asociación Argentina
de Actores. Dirigió el Teatro San Martín, y el Canal 7. Editó en los años 60 la prestigiosa revista Máscara. También
por su impulso fueron creados el Grupo Actoral 80 y el Centro Latinoamericano
de Creación e Investigación Teatral (CELCIT).
Su
último trabajo fue como director fue en el 2011
al poner en escena Hamlet en el teatro Presidente Alvear, con el
protagónico de Mike Amigorena. En los 60, en la aventura televisiva de aquellos
años (y en otra TV) junto al clan Stivel contribuyó a llevar la misma obra a la
pantalla chica. En ese medio le sacó lustre a Cosa juzgada, como actor y
guionista.
Dueño
de una prolífica carrera, Gené fue maestro y luchador del teatro. Como docente
formó a decenas de profesionales de la actuación. Y como luchador, al frente
del gremio de actores, desde lugares oficiales o en la resistencia a la última
dictadura (fue prohibido a fines de los 70 junto a otras figuras como Griselda Gambaro
o Carlos Gorostiza), su voz se hizo escuchar.
Estuvo
exiliado desde prácticamente el comienzo de la última dictadura hasta bien
entrados los 90. Algunas de sus obras más emblemáticas fueron El herrero y el
diablo (1955), Se acabó la diversión (1967), Golpes a mi puerta (1985), El
sueño y la vigilia (1992) y Todo verde y un árbol lila (2007).
Hace
tres años, cuando recién se acercaba a los 80 y se mantenía en plena actividad,
en una entrevista realizada por diario
Clarín se refirió con hermosas palabras al paso de la vida y la cercanía
de la muerte. “Mi sensación es la misma a cuando uno ha pasado una bella
temporada de verano en un lugar. De pronto llega el otoño, se están yendo los
veraneantes, cambia el clima: ese tono de las obras de Chejov. Uno mira todo y
sabe que se tiene que ir”.
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