El pasado 18 de mayo se cumplieron 28 años de uno de los
acontecimientos que marcaron mojones culturales en la restitución democrática
del Uruguay: Los Olimareños cantando en el Estadio Centenario a su regreso del
exilio.
Nadie como ellos cantó 'Adios mi barrio', 'De
Cojinillo', o 'El Orejano', entre muchas. Sus
voces están hechas para esas canciones.
Hace 28 años, el viernes 18 de mayo de 1984 el público se
reencontraba con sus ídolos, y cantaron junto a ellos las canciones que durante
una décadas habían permanecido latentes en los labios, o apenas susurradas,
haciéndole la tercera voz a aquel dúo que las cantaba desde el disco de vinilo.
Los Olimareños regresaban al país, y a ese recital de bienvenida no lo pudo
opacar la copiosa lluvia. Para una agencia de noticias norteamericana el
recital congregó alrededor de 50.000 personas. Otras fuentes manejaron cifras
diferentes, pero nadie pudo objetar aquella multitud tanto dentro como fuera
del Estadio Centenario. Las localidades se habían agotado el día anterior y se
debieron habilitar dos tribunas más. Aún así las localidades resultaron
insuficientes, siendo catalogado como el recital del siglo ya que "cinco de cada cien habitantes de esta
ciudad (contando ancianos, sordos y niños de pecho) estuvieron trepados a las
gradas de cemento, vivándolos, en alguna de las tribunas habilitadas, bajo la
lluvia" (1)
Pepe Guerra cantó y tocó aquejado por la emoción y la
gripe. Braulio, como su compañero, emocionado, sufrió el shock de estar
nuevamente entre los suyos, cantando las canciones que todos coreaban, y aunque
el sonido no fue bueno, sumado a la consabida emoción de los músicos y el
público, poco importaba.
Los Olimareños, el dúo que cantó como pocos aquellas
canciones que se repetían tanto en las Escuelas como en los clubes políticos,
en las radios como en todos esos anónimos tocadiscos de cada rincón del país,
habían llegado para quedarse. Seguramente porque como lo expresara Pepe Guerra "con la canción uno se va a dormir, se
baña y mientras la silba, se enamora, la escuchan los presos. La canción es lo
que la gente lleva en el bolsillo, la ropa que se pone todos los días, y algún
día dejará de ser la hermanita menor de la cultura" (2).
Cuatro años después el dúo se separaba tras grabar "Canciones
ciudadanas" para tomar nuevos caminos musicales por separado,
luego de tres décadas de cantar a dúo, quedando para la historia del cancionero
popular las mejores interpretaciones, y marcando sin dudas un antes y un
después. Nacieron como dúo en 1961, editando su primer disco un año después "con una guitarra regalada por Blanca,
Morales, el Laucha, Pepe Acevedo, etcétera, etcétera- y a mi -con un bombo de
cuerpo de oveja y madera compensada hecho por el Becha y Gabino-" (3).
Canciones que fueron repitiéndose de boca en boca, aunque muchas de ellas
contrariaran las disposiciones de los gobernantes de turno. "Al poco tiempo empezaron a pedir las
canciones en la vinería. Y no solamente uruguayos sino argentinos y brasileños
-comenta Pepe Guerra (4)-. En nuestras
presentaciones en el interior, en los pueblos chicos, primero la gente se
acercaba tímidamente al escenario y nos susurraba: 'La del Che'. Nosotros en el
mismo tono le decíamos "Pídalo de allá" y le señalábamos el público.
El hombre la pedía medio agachando la cabeza para no 'quemarse', y casi siempre surgían cuatro
o cinco gritos más. Entonces la cantábamos sintiéndonos un poco cómplices de
haber creado esa situación y de haber 'quemado' gente en el pueblo.(...) En
cierto pueblito, cuyo nombre no viene al caso, con caballos atados afuera,
camiones, carretas y bicicletas, estábamos en una piecita afinando las
guitarras antes de subir a cantar, cuando aparece el subcomisario del pueblo
llenando toda la puerta. Con una sonrisita apretada nos dijo: 'Si no cantan la
del Che los meto presos'. Nosotros -un tanto atribulados, pues jamás se nos
hubiera ocurrido que justamente de un traje azul con toda su chapa y su
sombrero, con sus correas y su revólver y sus distintivos amarillitos en el
brazo, viniera ese pedido- le dijimos 'Con mucho gusto'. Pedimos a unos amigos
que se pusieran cerca de él cuando la estuviéramos cantando, para ver qué
hacía. Vino de la canción el primer Comandante Che Guevara. Tras el aplauso de
algunos, se quitó el sombrero, se lo puso bajo el brazo, permaneció en actitud
de firme. Pasó un subalterno por su lado, el comisario le tocó el hombro, le
dijo unas palabras al oído y se pusieron los dos con el sombrero bajo el brazo,
mirando con respeto hacia la canción. Cuando nos bajamos nos dijo que en su
casa tenía el cuadro de Artigas y al lado la foto del Che del mismo
tamaño".
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Notas:
(1) "Los Olimareños:
el recital del siglo", Sábado Show, Nº 584 Montevideo, 16/06/1984
(2) "Pepe
Guerra, Catusa Silva y el poder de la canción", revista La Maga , Buenos Aires,
31/05/1995.
(3) comentario de Braulio López en la contratapa del disco
"Los Olimareños en 1962", Ayuí,
1971.
(4) comentario
José Luis Guerra 'Pepe' en contratapa
del disco "Los Olimareños", Ayuí,
Mayo 1971.
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Puntitos de luz
Uno de los temas más
interesantes para ustedes fue el regreso a Uruguay ¿No?
-"Y sin ninguna duda. Eso a mi me marcó muy
profundamente y pienso que a mucha gente también. ¿Verdad? Porque bueno, yo
esperaba si que cuando volviéramos íbamos a tener una respuesta de la gente,
afectiva, pero con esa magnitud no la esperaba. Me sorprendió muchísimo".
¿Qué es lo que más
impresionó?
-"Me impresionaron varias cosas. Desde que llegamos
al aeropuerto. Demoramos como tres horas en venir hasta el Estadio, por la
caravana, la gente que nos paraba. ¡Yo que sé! Preguntaban cosas. Fue tremendo.
Y después cuando que subimos al escenario que estaba en el medio del Estadio
para empezar a cantar, la gente gritaba, gritaba y gritaba, y yo quería
escuchar a ver qué era lo que decían y no podía".
Así que si yo te
dijera una imagen auditiva de esa ocasión, y una imagen visual
-"Visual, fue cuando se apagaron todas las luces y la
gente prendió los encendedores. Entonces eran como puntitos de luz..."
Como un cielo
estrellado en la tierra
-"Exactamente. Puntitos de luz, y eran tantos que era
una cosa emotivamente indescifrable pero que te sacudía. Y después
auditivamente yo quería escuchar lo que decían y por ahí empecé a decodificar
que la gente gritaba: 'El Goyo, el Goyo, el Goyo va a caer con todos los fascistas
que están en el poder' Eso lo gritaba todo el Estadio".
Un acto político
masivo
-"Si. Bueno, el regreso de Los Olimareños es muy
significativo, pero ahí habían banderas coloradas, blancas, del frente, de
todo. Y habían cartelitos por allá que decían 'Cerro Chato presente' o yo qué
se, Paysandú... era todo..."
El país en todas sus
expresiones políticas
-Si, si".
(*) Reportaje a Braulio López realizado por Raquel Daruech
en el programa "La sed y el agua",en Canal 5, 10/02/2002.
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