EDITORIAL
Aldo Roque Difilippo
Cada 26 de mayo se celebra en Uruguay el “Día del Libro”
recordando la
Inauguración de la
primera Biblioteca Pública Nacional.
La creación de esta biblioteca fue propuesta por el
Presbítero Dámaso Antonio Larrañaga quien donó casi todos sus libros de uso
personal para conformar la misma. El
proyecto fue presentado al Cabildo y aceptado enseguida. Al recibir la comunicación el Gral. José Gervasio Artigas apoyó fervorosamente la propuesta.
La biblioteca fue fundada en el año 1816, con un acervo de
5000 volúmenes provenientes no solo de las donaciones de Larrañaga sino también
de José Raimundo Guerra, Pérez Castellano y del Convento San Francisco.
Hablar de la importancia del libro es más que redundante,
y para una revista digital parecería contradictorio, pero no lo es. Más allá de
los formatos tecnológicos el libro sigue y seguirá siendo factor determinante
en el proceso educativo de cualquier sociedad.
“Un
libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado,
un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”, dice un proverbio Indú.
“Para
viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”, opinaba Emily Dickinson.
Jorge Luis Borges fue más lejos: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre,
el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo…
Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.
Sea por lo que fuere, con el pretexto o la excusa que quiera
inventarse a partir de hoy regálese un libro, viejo, arrugado, manoseado,
tachoneado, no importa. Digital, virtual, para leerlo en su computadora, en su
iPad o en su novísima Tablet; tampoco importa, porque coincidiendo
completamente con el escritor Mempo Giardinelli: “Un
pueblo que no lee está condenado a la extinción”.
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