Historia
del San Salvador
Del marino Agricultor
Luis Ramírez
Roberto
Sari Torres
Un
artículo de Luciano Alvarez en el diario “El País” (de Montevideo) trata de Luis Ramírez, agricultor del “Fuerte de Tierra
Firme de San Salvador”, a orden de Antón
de Grajeda (mayo 1527), autor de la carta del 10 de junio de 1528, dirigida a su padre informándole que
el rinde de trigo cosechado aquí en diciembre de 1527 “parecía cosa de
maravilla”. Alvarez toma esa datación de
la carta del fortinero, pero su narración trata de una segunda parte del avatar de Ramírez ya no
en San Salvador, sino embarcado junto a Gaboto (que manda buscarlo desde
“Sancti Spíritu”) que remonte el Paraná y el Pilcomayo (coligado con la flota
de García de Moguer) tratando de dar con “el Dorado”, el mítico territorio que
murmuraba la leyenda, llevada a los puertos ibéricos por anteriores navegantes,
al escuchar en boca de aborígenes en la costa atlántica brasilera.
Al no
encontrar el país de los caciques chibchas de Guatavita –Bogotá- que se
“bañaban” en oro, el almirante retorna al fortín de los ríos Carcarañá y
Paraná. Ramírez es desembarcado y Gaboto vuelve a explorar otros ríos de la
cuenca (¿el río Salado? ¿el río Bermejo? ¿el río Gualeguay?). Durante su
ausencia los indios Timbúes destruyen el fortín Sancti Spíritus y matando a
varios, entre ellos a Luis Ramírez (tal afortinamiento fue construio en junio
de 1527, un mes después del de San
Salvador). La destrucción tuvo lugar en setiembre de 1529.
En esta
segunda fase de u inteacción alrededor del río Paraná, Luis describe aspectos
del área de visita y se refiere: 1)sobre la
vida y costumbres de los indios “tupinambá”, guaraníes y querandíes. 2)
que utilizaban arcos y flechas y piedras atadas a una ucerda que arrojaban con
gran puntería. 3) que dormían sobre hamacas (hamaca paraguaya) 4)que encuentra
hombres con “patas de avestruz”. Este fenómeno se debería (digo yo) a la
estructura familiar, de reproducción entre hombres y mujeres consanguineos
directos. De estas características trata un documental de hace 25 años más o
menos, presentado por Jack Palance, en que aparecen hombres de un poblado
mexicano (aislado y no muy lejos de algún poblado mexicano moderno) donde, por
la “endogamia” nacen seres con pies igual a las patas de un avestruz (ñandú).
Se dice que Ramírez cuenta que los indígenas corrían y agarraban de la pata a
un venado. Lo mismo decía el cura Lozano de los charrúas, corriendo a la par de un
gamo o de un ñandú. Yo digo que la historia es evidencia, imaginario, documento
y teoría, pero no ficción, que mucho de ello hay en antiguos documentos.
“la carta
de Ramíres”, 325 años después fue copiada por el brasilero Adolfo Vamhagen y de
esta recopiada por Francisco Bauzá (uruguay 1856-1899) y otros. Para el
suscrito, a falta de otra teoría y resumen, al encontrar destruido el fortín,
arrastrando a popa el fracaso y desacato al Rey, Caboto llega a “San Salvador”
y en reunión de oficiales propone el retorno definitivo a España. Ahí el
maestre de la “Santa María del Pinar”, Nicola de Nápoles, aboga por hacerlo
después de la trilla de diciembre de 1529. Gaboto acepta y así, a principios de
1530 la expedición que había partido el
3 de abril de 1526 de Sanlúcar de Barrameda, repasa el mar llevando en su bodegas la primera exportación del cereal
de esta tierra doloreña a España.
El Fortin de San Salvador (1527). Ilustración de HD en Ensayo de Historia Patria. |
Antes
(para el suscrito) la nave de Fernando Calderón, que lleva las cartas de Luis
Ramíres pasa huyendo con los sobrevivientes del Sancti Spíritus a bordo. Y mientras el trigo “San Salvador”
cruza el Atlántico, quedan aquí los restos de Antón de Grajeda y de un
calafate, velados por la soledad y la incógnita de 485 años que han pasado
desde 1527.
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