viernes, 1 de febrero de 2013


La viuda de Saramago plantea llevar el legado español del escritor a Lisboa



Pilar del Río asegura que a veces piensa en desmontar la casa-museo sobre su marido en Tenerife



Indignada. Este es el estado en el que se encuentra Pilar del Río, viuda del Nobel José Saramago (Portugal, 1922- Lanzarote, 2010) e impulsora en el municipio lanzaroteño de Tías -lugar donde murió el escritor- del museo dedicado a Saramago. Del Río se siente indignada por el poco afecto que demuestran los canarios por su marido y por el inmovilismo que dice ver en una sociedad como la española. "¿A alguien le interesa que el espíritu de Saramago siga en Lanzarote?", se pregunta antes de reconocer que hay veces en que se plantea desmontar la casa-museo levantada en Tías y trasladar todas las pertenencias del escritor a Lisboa, donde está la Fundación Saramago.
El Gobierno luso le ha dado no pocos tirones de orejas a la viuda del Nobel por conservar gran parte del legado del escritor fuera de Portugal. "No pido dinero, solo afecto y orgullo de los canarios por tener la oportunidad de disfrutar de estas instalaciones", subraya.

Enclave sin señalizar
Pilar del Río lamenta que sean los canarios los que menos visiten el complejo cultural que ha levantado "con mucho esfuerzo, creando puestos de trabajo y pensando en los demás" y critica que no exista ni la preocupación por poner en los mapas este enclave para el que no existe ni señalización de llegada en las carreteras. "Yo me he puesto a trabajar, a crear este espacio, a ofrecer empleo, pero me pregunto qué han hecho los demás", reflexiona mientras coloca una y otra vez los libros de la Biblioteca Saramago que se encuentran boca abajo.
"Es algo que no soporto", explica esta mujer llena de energía y sin pelos en la lengua para la que volver a la casa en la que vivió con su marido no es duro a pesar de la ausencia. "Lo duro es vivir, no morir", añade.
Escritora, periodista, traductora y lectora "empedernida", Pilar del Río no se cansa de hablar de su marido, "un clásico y contemporáneo" al mismo tiempo que hizo del "humanismo" su bandera. La Academia sueca distinguió de hecho en 1998 a Saramago por su habilidad para plasmar en sus obras esa humanidad y compasión "con palabras maravillosas", destaca sin olvidar que el poso comunista del escritor refleja una ideología que persigue siempre la "liberación" de las personas.
"El comunismo, con todos sus defectos, sirvió, entre otras cosas, para que hoy en día tengamos un horario laboral, descansos, sindicatos y capacidad de defensa", argumenta para refutar a "esos jóvenes que ahora denostan" los postulados de Marx o a las personas que se sientan de brazos cruzados ante lo que ella considera "atropellos" del poder. Del Río nunca se quedaría quieta y callada. "¿Por qué aguanta la gente?", se pregunta antes de responderse: "Si es por miedo, puedo asegurar que el miedo se vence y la calle se puede tomar".
El problema, continúa, es que "mucha gente se conforma con unos mesecitos de paro" y evita así tener que hacer un esfuerzo por defender su dignidad. "¿Son los políticos los responsables de esta hecatombe que sufrimos?", inquiere, convencida de que "no podemos hablar sólo de políticos corruptos porque me gustaría recordar que a esos políticos no los ha puesto ahí un dictador, sino que los han elegido los ciudadanos", subraya Del Río.
Por lo tanto, "todos somos responsables" de la situación actual, continúa al tiempo que resalta otra de las características de la obra de Saramago: su empeño por ridiculizar al poder, a los reyes y a la Iglesia "con una enorme compasión por la naturaleza".


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