El decálogo del buen comprador de arte
En este artículo, se
ofrecen una serie de consejos y estrategias para poder convertirse en un
experto a la hora de elegir una obra y no terminar sucumbiendo en el intento.
En la imagen, "Corral de cabras", de Fernando Fader.
* Siempre debe comprar
aquello que a usted le gusta. Aunque sea una oportunidad por su precio, ya sea
porque se la ofrece un compañero de oficina o un primo lejano de su mujer. El
que va a vivir con la obra es usted, y si no está feliz con la tenencia o contemplación
de la misma, es una tontería tenerla. Incluso aunque un galerista o un marchand
le insista en que la compre porque es barata o es diferente a las usuales de un
artista, pase y no la compre.
* Mire mucho antes de
comprar. Vea al menos 100 autores, y unas 500 obras, esto es Artes Visuales y
por lo tanto le debe entrar por los ojos.
* Si puede definir un
criterio temático o de épocas en las obras es mejor comprar aquello que le
gusta. Se valoriza estéticamente y económicamente cuando el conjunto tiene
unidad. Algunos coleccionan autorretratos (aunque luego es difícil encontrar un
comprador para ellos). Otros marinas; otros pintores de la Boca; otros pintura
abstracta de los años 50. En fin, cumpliendo el primer mandamiento pero
teniendo un criterio, es mejor que el no tenerlo.
* Piense que hay
segmentos del mercado que están infravalorados. Por ejemplo, el de dibujos, el
de grabados y el de la escultura. Si elige estos podrá tener grandes obras con
bajos precios.
* Huya de aquello que
parece una ganga. En un mercado transparente y bien
informado, esto no existe. Es tan sólo
un mero argumento de venta. Nadie regala nada y lo más posible es que le estén vendiendo un buzón o un billete premiado.
* Acuda a las galerías
que tienen una trayectoria larga y reconocida. Por algo la tienen, y
seguramente actúan cuidándolo ya que esperan que siempre usted se dirija a
ellas cuando haga nuevas adquisiciones. Además, con el tiempo usted verá que la
procedencia de una galería prestigiosa es un valor agregado. Pienso en galerías
que desgraciadamente ya no existen como fueron Müller y Bonino. Pero el cachet
al dorso de las obras de estas prestigiosas galerías es importante al momento
de decidir su compra.
* No se deje engañar
con los certificados de autenticidad. Los mismos no tienen ningún valor legal,
ni significan garantía para el comprador. Indican simplemente que el que lo
firma a su bien saber
y entender piensa que
la obra es original. Tampoco vale que le garanticen la devolución en pesos (con la inflación local,
parece una cargada). O que se la den por un tiempo determinado (cinco años), o
únicamente a usted y no a sus herederos o a quien usted le regala o vende la
obra. Pida que le garanticen la autenticidad de la obra. Usted está en su
derecho. Pareciera que en algunas operaciones públicas o privadas, la ley de
defensa del consumidor es ignorada olímpicamente.
* No haga diferencias
en sus gustos. Si el artista es contemporáneo o fallecido; o si la obra es de
una época o de otra. Lo que importa es que a usted le guste. El mercado se
encargará de fijar mayor valor cuando las diferencias en la trayectoria de un
artista lo justifique. Por ejemplo, las primeras obras de Fader son de Alemania
y de Holanda. Luego hay un periodo en Mendoza y luego otro en Córdoba. Cada uno
tiene sus favoritos y en la mayor demanda habrá mayores precios. Pero usted
compre el que le gusta o le es más afín. Si compra Fotografía debe pedir que en
la misma obra se consigne cuántas copias hay o existirán de la misma. Igual en
los grabados y en la esculturas. Si esto no figura en la obra, puede
considerarse una mera réplica y no un original.
* Vivimos un mundo de
tecnología. Así que puede desde su casa visitar las páginas de las galerías y
de los artistas y ver cuales le pueden llegar a interesar. Se sorprenderá por
la calidad y cantidad de las mismas y podrá anotar cuales visitar para ver
luego en persona los originales.
* Compre arte para
disfrutarlo. No lo haga para especular. El mercado se encargará por si mismo de
valorizar lo que es bueno y usted comprobará que además del placer de la
contemplación, sin su intervención se convertirá en una buenísima inversión.
Fuente: Ignacio
Gutiérrez Zaldívar, El Cronista.
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