SANDRO BOTTICELLI, EL NACIMIENTO
DE UN ESTILO
Alessandro di Mariano
Filipepi nació en Florencia en 1445, donde trabajó y murió el 17 de mayo de
1510). Pintor italiano muy valorado en la actualidad, Sandro Botticelli no se
cuenta entre los grandes innovadores del Renacimiento, sino que se inscribe más
bien en un grupo de pintores que rehuyó el realismo a ultranza y se inclinó por
un estilo basado en la delicadeza, la gracia y un cierto sentimentalismo.
Uno de ellos fue Filippo
Lippi, maestro e inspirador de la obra de Botticelli. Éste comenzó su
trayectoria artística con obras de temática religiosa, en particular vírgenes
que, como la Virgen
del Rosal, denotan un gran vigor compositivo.
En 1470, Botticelli, que
contaba ya con un taller propio, se introdujo en el círculo de los Médicis,
para los que realizó sus obras más famosas. Un primo de Lorenzo el Magnífico,
Pier Francesco de Médicis, le encargó la alegoría de La primavera y también, al
parecer, El nacimiento de Venus y Palas y el centauro.
Fue toda una novedad en
aquella época realizar obras de gran formato que no fueran de temática
religiosa, y ello se debió seguramente a la vinculación del mecenas con la
filosofía neoplatónica, cuyo carácter simbólico debían reproducir las obras
encargadas. De ellas se han realizado interpretaciones de enorme complejidad,
que van mucho más allá de su gracia evocadora.

Eclipsado por las grandes
figuras del siglo XVI italiano, Botticelli permaneció ignorado durante siglos,
hasta la recuperación de su figura y su obra a mediados del siglo XIX. Su
estilo se perpetuó en cierto modo a través de los artistas formados en su
taller, entre ellos el hijo de Filippo Lippi, Filippino Lippi.
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