sábado, 27 de septiembre de 2014

EN RÍO NEGRO TRABAJÓ EN EL VIVERO MUNICIPAL Y DA CLASES DE ARTE PARA NIÑOS Y JÓVENES

Un artista del dibujo que no deja la changa de cortapastos


Litir Olivera obtuvo algunas distinciones por sus obras plásticas; se destaca como retratista y por composiciones diversas, en clave hiperrealista. Pero el sustento familiar lo obtiene como jardinero y por trabajos para la comuna de Río Negro.



CARLOS CIPRIANI LÓPEZ
 

A los 15 años de edad, Litir Olivera comenzó a cortar el césped en jardines de sus pagos, la ciudad de Fray Bentos. Buscaba hacerse de unos pesos para comprar pinturas, hojas y lápices que le demandaba primero el hobby de pintor y después el de dibujante.
A los 34 años, hoy sigue compartiendo las dos actividades, pero de vez en cuando agarra un taladro e instala armazones de aluminio para techos livianos, o levanta paredes, avanzando en la construcción de su propia casa.
Por si fuera poco, en la Intendencia de Río Negro, trabajó como jornalero en el vivero municipal y, cada vez que le firman contratos mensuales, incurre en labores de política social, acercándose a talleres para niños y jóvenes, en donde difunde sus conocimientos de dibujo, los del autodidacta y los adquiridos gracias a becas que lo contactaron con artistas plásticos de la talla de Oscar Larroca o Carlos Musso.
"Hace ocho años que estoy vinculado a la Intendencia; después de estar siete años se hace un contrato por cuatro meses pero es revocable. No hay estabilidad aunque dan préstamos bancarios, cosa de agarrarse y pagarlos como uno pueda", contó Olivera a El País.
Los fines de semana atraviesa la ciudad para atender los jardines; tiene una moto chica, con un carrito para la máquina naftera y una bordeadora. Siempre lo acompaña su esposa Noelia. "Te cansás pero me gusta, la gente queda contenta y todos ganamos algo. Yo me llevo el pasto porque mi padre tiene una quinta y lo usa para hacer abono orgánico, con tierra y cáscaras", explicó Litir Olivera, que de chico también aprendió a abrir surcos, pasando el arado y la rastra para cultivar papas o boniatos, si bien no siguió el ejemplo de su hermano, Ruben Darío, quien se dedica a la agricultura.
"Ahí tenés todo natural, las verduras y los tomates tienen otro gusto. Si a uno le vienen ganas de comer perejil o albahaca, va y arranca de las plantas, es otra cosa. Algo se vende cuando hay demasiado. Una o dos veces se come puchero con cosas de ahí".
Mujica y un autorretrato por Litir Olivera
En el mundo del arte, Litir ha realizado obras de 1 metro por 70 y hasta del tamaño de una foto carné, "para probar la motricidad fina y el pulso".
Junto al empleo de los lápices grafito graduados, (del 6 H hasta el 6 B), que permiten lograr una gran gama de grises, el artista recurre a los lápices policromos "que generan un gris con un poquito más de color; al compararlos con los grafitos no dan el brillo metálico, molesto, de estos, sobre todo en los trazos más blandos".
Para Litir Olivera, trabajar con fotos reticuladas es hacer trampa. "Se pueden usar como complemento, para ver otras cosas en la imagen, pero después de lograr dibujar muy bien a ojo. También he dibujado con modelos en vivo y es lindo mantener el ejercicio del dibujo del natural".
Además de los retratos individuales hay un área de la creación de Litir Olivera que supera la reproducción de rostros. Combina éstos y los superpone con objetos, en collages muy personales.
El nombre Litir fue idea de sus padres, fanáticos de Peñarol y admiradores de un puntero que jugó en tiempos de Morena, y se llamaba Lady Nitder Pissani. La combinación de letras suena extraña pero sintetiza su temple y calidad: encarador, sutil, veloz, potente.



Extraído de: http://www.elpais.com.uy/

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