sábado, 17 de enero de 2015

Falleció Danubio García


Un “verseador” como le gustaba llamarse. Escritor de las cosas sencillas de nuestro campo.



Aldo Roque Difilippo



Falleció  Danubio García, hombre sencillo, amable, de hablar pausado y proclive a cultivar la amistad. Le daba un poco de pudor que  lo consideraran un escritor, pero estrictamente lo era. Escribía lo que veía o había vivido, de los personajes que conocía y que habían convivido con el esa vida sencilla y  llena de sacrificios  de la  gente de nuestro campo.
Nació en Mercedes, el 16 de junio de 1941, pero desde niño  vivió en el ambiente rural.  Primero  en Paraje Cololó, desde allí al Paraje “La Tabla” donde asistió a las Escuela rural N° 74.  A los 13 años se radicó en el paraje “Cerro Alegre” donde desempeñó distintas tareas rurales. También vivió en Fray Bentos, y Young. Desde 1979 se afincó en Palmitas, donde dejó de existir en los últimos días.
Inquieto, ávido por aprender, integró algunos talleres literarios. Primero los dictados por la prof. Elena Corbellini en la Biblioteca Eusebio Giménez, luego el que dirigió Wilson Armas y el prof. Daniel Quijano.
Lo conocimos a finales de los años 90. Solía vérselo llegar a Mercedes con un maletín lleno de papeles y su  primer libro “Como palo’e sauce” (2004), que subtituló “cuentos cortos , en prosa y verseados”,  remontando a ese viejo   vocablo criollo de versear, de hacer versos de las cosas cotidianas y sencillas de la vida. De eso se trataban sus textos, nada menos que de eso, de la vida propia o la de sus congéneres que tanto conocía.
Recogemos  a modo de recuerdo un pequeño cuento que fue publicado en la Revista de la Asociación de Escritores de Soriano (junio 2005):



Tan distante tan cercano

Todavía niño, mi familia y yo fuimos  moradores de una casa cercana a la ciudad y  a muy poca distancia del arroyo Bequeló, casi al desembocar éste con el río Negro. Lugar  tupido de montes naturales; donde duermen las ruinas de un viejo saladero. Construcción de piso y paredes de piedra. El techo posiblemente de teja, ya que se encontraban partículas de las mismas  junto a las ruinas…
Como marco de este paisaje natural, la presencia de una isla, que al mirar de este lado del  arroyo parecía un lugar infranqueable, pero no era así ya que una chalana todas las tardes con moradores que  ahí tenían  de vivienda y su fuente de trabajo, en un mundo tan aislado y tan cercano, que se escuchaban las conversaciones, el golpear de hachas, ladrar de perros. También alguna melodía silbada con particular belleza, no sabría decir si se elevaba al espacio por entre las ramazones o llegaba por sobre las aguas que separaban y unían ambas márgenes del arroyo.
Era una familia, nunca supe de cuantos. Nunca supe tampoco por qué con nosotros la gente menuda no querían cruzar palabra, apenas nos saludaban.
Mi padre conversaba con el isleño, en una ocasión le pregunté: ¿qué dice papá? Tiene una charla folclórica, respondió, me da la  impresión que el hombre es anarquista. ¿Qué es ser anarquista? No contestó y me mandó  hacer la tarea de rutina.

Danubio García


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