Falleció Danubio García
Un
“verseador” como le gustaba llamarse. Escritor de las cosas sencillas de
nuestro campo.
Aldo Roque Difilippo
Falleció
Danubio García, hombre sencillo, amable, de hablar pausado y proclive a
cultivar la amistad. Le daba un poco de pudor que lo consideraran un escritor, pero
estrictamente lo era. Escribía lo que veía o había vivido, de los personajes
que conocía y que habían convivido con el esa vida sencilla y llena de sacrificios de la
gente de nuestro campo.
Nació en Mercedes, el 16 de junio de 1941, pero
desde niño vivió en el ambiente
rural. Primero en Paraje Cololó, desde allí al Paraje “La Tabla ” donde asistió a las
Escuela rural N° 74. A los 13 años se
radicó en el paraje “Cerro Alegre” donde desempeñó distintas tareas rurales.
También vivió en Fray Bentos, y Young. Desde 1979 se afincó en Palmitas, donde
dejó de existir en los últimos días.
Inquieto, ávido por aprender, integró algunos
talleres literarios. Primero los dictados por la prof. Elena Corbellini en la Biblioteca Eusebio
Giménez, luego el que dirigió Wilson Armas y el prof. Daniel Quijano.
Lo conocimos a finales de los años 90. Solía
vérselo llegar a Mercedes con un maletín lleno de papeles y su primer libro “Como palo’e sauce” (2004), que
subtituló “cuentos cortos , en prosa y verseados”, remontando a ese viejo vocablo criollo de versear, de hacer versos
de las cosas cotidianas y sencillas de la vida. De eso se trataban sus textos,
nada menos que de eso, de la vida propia o la de sus congéneres que tanto
conocía.
Recogemos a modo de recuerdo un pequeño cuento que fue
publicado en la Revista
de la Asociación
de Escritores de Soriano (junio 2005):
Tan distante tan cercano
Todavía
niño, mi familia y yo fuimos moradores
de una casa cercana a la ciudad y a muy
poca distancia del arroyo Bequeló, casi al desembocar éste con el río Negro.
Lugar tupido de montes naturales; donde
duermen las ruinas de un viejo saladero. Construcción de piso y paredes de
piedra. El techo posiblemente de teja, ya que se encontraban partículas de las
mismas junto a las ruinas…
Como
marco de este paisaje natural, la presencia de una isla, que al mirar de este
lado del arroyo parecía un lugar
infranqueable, pero no era así ya que una chalana todas las tardes con moradores
que ahí tenían de vivienda y su fuente de trabajo, en un
mundo tan aislado y tan cercano, que se escuchaban las conversaciones, el
golpear de hachas, ladrar de perros. También alguna melodía silbada con
particular belleza, no sabría decir si se elevaba al espacio por entre las
ramazones o llegaba por sobre las aguas que separaban y unían ambas márgenes
del arroyo.
Era
una familia, nunca supe de cuantos. Nunca supe tampoco por qué con nosotros la
gente menuda no querían cruzar palabra, apenas nos saludaban.
Mi
padre conversaba con el isleño, en una ocasión le pregunté: ¿qué dice papá?
Tiene una charla folclórica, respondió, me da la impresión que el hombre es anarquista. ¿Qué
es ser anarquista? No contestó y me mandó
hacer la tarea de rutina.
Danubio
García
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