sábado, 13 de noviembre de 2010

EDITORIAL

“EL SUBMARINO” DE GEORGE W. BUSH
Si queremos comprender la naturaleza de nuestros impulsos agresivos, tendremos que estudiarlos bajo el prisma de nuestro origen animal. Como especie, nos preocupa tanto la violencia producida en serie y destructora en serie de los tiempos actuales, que al discutir este tema nos exponemos a perder nuestra objetividad. Está comprobado que los intelectuales más equilibrados se tornan, con frecuencia, terriblemente agresivos al propugnar la urgente necesidad de suprimir la agresión. Esto no es sorprendente. Por decirlo en términos corrientes, nos hemos metido en un buen lío, y con muchas posibilidades de que, antes de terminar el siglo, nos hayamos exterminado nosotros mismos.
                                                                                                      Desmond Morris
                                                                           Antropólogo Inglés autor de “El mono desnudo”

En las memorias publicadas recientemente, el ex Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush dice no lamentar las decisiones más emblemáticas de su presidencia, y afirma que volvería a hacer lo mismo para "defender a los estadounidenses".
"Cuando recuerdo esos pensamientos más de siete años después  que las tropas estadounidenses liberaran Irak, estoy firmemente convencido que derrocar a Saddam (Hussein) fue una buena decisión", escribe el ex presidente en "Decision Points", sus memorias que salieron el miércoles a la venta.
El ex presidente asegura, sin embargo, que "nadie estuvo tan descorazonado y furioso como yo cuando no se encontraron las armas de destrucción masiva" en Irak, con las que su administración pretendió justificar las hostilidades contra el régimen de Saddam Hussein. Pero, "a pesar de todas las dificultades que siguieron, Estados Unidos está más seguro sin un dictador asesino que intenta dotarse de armas de destrucción masiva y apoya el terrorismo en el corazón de Medio Oriente", agrega Bush, cuya intervención en Irak en 2003 dividió profundamente a los aliados occidentales.
En una entrevista con la cadena NBC la noche del lunes, Bush, quien se mantuvo casi en silencio tras su partida de la Casa Blanca, indicó que no pretendía pedir perdón a los estadounidenses por haber emprendido la guerra en Irak. "Pedir perdón significaría que esa decisión fue mala", dijo. También aseguró que había sido "una voz disidente" en el seno de su administración en los meses previos a la guerra. "No quería usar la fuerza (...). Quería darle una oportunidad a la diplomacia", aseguró.
Tras los atentados del 11 de setiembre, algunos meses después de su llegada al poder, George W. Bush inició una "guerra contra el terrorismo" que se tradujo en la invasión a Afganistán, y en el recurso de controvertidas técnicas de interrogatorio a sospechosos de terrorismo, en particular al suplicio de la inmersión, conocido como "submarino".
En sus memorias, el ex presidente reconoce haber ordenado que se utilizara esa "simulación de ahogamiento" con el cerebro de los atentados del 11 de setiembre, Jaled Cheij Mohammed.
Fue "difícil de desmoronarlo", agrega Bush. "Pero cuando lo hizo, nos reveló muchas cosas", en particular un proyecto de atentado con ántrax contra blancos estadounidenses.
Los otros detenidos sometidos a "técnicas intensas de interrogatorio" de la CIA permitieron frustrar atentados contra embajadas y bases norteamericanas en el extranjero, así como contra el aeropuerto de Heathrow y el barrio financiero en Londres, afirma el ex presidente.

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 Hacer un análisis del anterior artículo de la Agencia AFP, sería una falta de respeto hacia Desmond Morris, por no internarse en caminos más intrincados. Su lectura aporta elementos por demás significativos para cualquier ciudadano del mundo, y cada quien posee – o debería poseer- la capacidad suficiente para sacar sus propias conclusiones. En este caso se trata de aportar información que nos permita poner en un plano de igualdad con nosotros mismos –o nuestros vecinos- a hombres que la organización social ubicó en la parte superior de la pirámide. Eso nos permite ver claramente el grado de irracionalidad de quienes detentan ese poder, y que muchas veces los ciudadanos “comunes” perdemos ante la “entronización” de esos individuos, porque esperamos que éstos tengan bajo control el mecanismo interior que nos permite dominar el impulso a la violencia, básicamente por una cuestión de responsabilidad.  Asunto que –como vemos- no siempre ocurre.-
Angel Juárez Masares

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