Doble faz
Cuando llegue el momento
de la reconciliación conmigo mismo,
Echare de ver que no es tan fiero
el león como lo pintan.
Todas las circunstancias
tienen su lado flojo,
invisibles algunas,
otras tan flagrantes,
que vistas a la luz, te causan risa.
Ésta escondida doble faz
no está prevista.
Hoy tengo ochenta y cinco,
Mañana no sé cuántos.
Es muy posible que dentro de cien años,
Siga aguantando.
Esperar es una vieja costumbre que he adquirido.
Será porque las alegrías se me han ido.
Empuje
No tengo dos cabezas para pensar,
Dibujo: Ángel Juárez Masares |
no soy bicéfalo.
Afortunadamente mi cuerpo
se manifiesta como Dios lo dispuso.
A veces, cuando mis sienes hierven,
mi viejo pecho parece reventar
de pasión o de bronca.
Pienso que tengo una locomotora,
que marcha por presión, a fuer de vieja.
Oh, cuántas veces me he preguntado
si la naturaleza de mis fibras
fueron hechas de acero o de piolín
que a pesar de la puja me sostienen
el corazón y mi cabeza, tiesos.
Esta loca maquinita de alfeñique
Me seguirá aguantando,
mientras el loco viejo
no le afloje…
De eso estoy muy seguro.
¿En dónde está el secreto?
Oye tú, mi gran amiga,
que has vencido con tu mirada
la asepsia que me impuse para siempre.
¿En dónde está tu fuerza, el sortilegio,
la mecha que perfora mi muro de abstinencia?
¿Dónde tienes la llave?
Ah, vieja puja que devora el hastío,
que se traga la inmensa soledad de mis días.
Decidme tu secreto, amada mía,
para guardarlo,
para no difundirlo,
para ocultarlo,
y tenerlo en mis mano cuando lo necesite.
Ah, ¿no lo quieres decir…?
Pero ya sé:
yo sé que lo guardaste
como bomba de tiempo,
para no violentarme:
bajo las siete llaves del deseo.
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