Joan Manuel Serrat recibió el premio "Memoria del Fuego"
El cantautor español Joan Manuel Serrat recibió un emotivo y “envidioso” homenaje de sus amigos uruguayos, que le entregaron el primer premio “Memoria del Fuego”, instaurado por la revista Brecha.
El catalán recibió el premio, consistente en una obra del artista uruguayo Octavio Podestá, y creado para distinguir a los creadores iberoamericanos más destacados por su trayectoria artística y social, durante la celebración, en el histórico Teatro Solís de Montevideo, del 25º aniversario de la publicación.
Podestá, Galeano y Serrat |
Serrat festejó el premio sobre todo por la oportunidad que le ofreció para agradecer “lo recibido de Uruguay”, país al que enseñaron a querer “muchos hombres y mujeres a lo largo de los años” como Mario Benedetti, Alfredo Zitarrosa o el propio Galeano.
El sábado 18, el cantante presentó en Montevideo su espectáculo “Hijo de la luz y de la sombra”, en el que ofrece “un nuevo manojo” de los poemas del alicantino Miguel Hernández, según explicó en una rueda de prensa el propio Serrat antes de recibir el premio. “Soy un transmisor de la obra de Miguel Hernández, es el papel que me propuse jugar”, aseguró.
Serrat se confesó un “enamorado” de Uruguay, el “paisito”, donde se siente “siempre igual de a gusto”, “arropado” por un público con el que ya tiene una relación de cuarenta años. Aun así, admitió que no se ha deshecho de la tristeza por volver a un Uruguay donde ya no está Benedetti, que murió el pasado 2009 y con el que el catalán tenía una gran amistad.
“Es la terrible verdad de la muerte: no sólo te arrebata alguien que amas, te arrebata una parte de ti”, sentenció.
Galeano concluyó la entrega de la distinción de la revista Brecha con un apasionado “bienvenidos sean a esta tierra”, que fue secundado en pie y con una gran ovación por los presentes.
Fuentes: Brecha • EFE
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Eduardo Galeano
“Hace ya unos cuantos años, en mis tiempos de exilio en la costa catalana, escuché un estimulante comentario de una niña, de ocho o nueve años, que si mal no recuerdo se llamaba Soledad.
Estábamos echando unos tragos con sus padres, exiliados como yo, cuando esa amorosa criatura me llamó aparte y me preguntó:
—¿Y vos qué hacés?
—Y… yo… escribo.
—¿Escribís libros?
—Y… sí.
—A mí no me gustan los libros –sentenció ella.
Y como me tenía contra las cuerdas, golpeó.
Dijo:
—Los libros están quietos. A mí me gustan las canciones. Las canciones vuelan.
Desde mi encuentro con aquel angelito de Dios, he intentado cantar. Nunca pude, ni en la ducha. Cada vez que lo intento, los vecinos gritan que ese perro se deje de ladrar.
Soy un incomprendido. Y peor: un incomprendido envidioso.
Quiero confesar públicamente que yo envidio a Joan Manuel Serrat.
Y para más inri, estoy condenado a escucharlo un día sí y otro también, porque el destino cruel nos ha hecho muy amigos.
Y por si eso fuera poco tormento, ahora los compañeros del semanario Brecha, aventureros de la aventura que comparto, han elegido, hemos elegido, a Joan Manuel Serrat para que sea el primer galardonado con el premio Memoria del Fuego.
El premio se llama así, pero también podría llamarse “Memoria del Vuelo”, cuando se está entregando al autor de tantas canciones volanderas, que de boca en boca andan por los caminos del mundo.
Quiero decirte, querido Joan Manuel, que este premio tiene cuerpo: es esta obra que te estamos ofreciendo, creada especialmente por un gran artista nuestro, Octavio Podestá, mago de la chatarra, que es capaz de hacer que el hierro vuele, como vuelan las canciones que le gustaban a la niña aquella que amablemente me echó un balde de agua fría.
Y quiero decirte que el premio es también para el poeta que está viajando contigo. Has venido muy bien acompañado.
Mejor, imposible. El poeta se llama Miguel Hernández y es otro mago del vuelo. Un tal Franco lo tenía preso en una cárcel de España. Hay quienes dicen que en esa cárcel murió, pero quienes lo dicen están mal informados. Miguel Hernández se fugó, arrancado por sus versos que atravesaron los barrotes y lo entregaron al viento. Y ahora está aquí contigo, Joan Manuel, y por tu boca canta, para que sus palabras, que nunca estuvieron quietas, vuelen dos veces.
Bienvenidos sean, Miguel, Joan Manuel, abrazados sean, por esta tierra que los quiere”.
Eduardo Galeano
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