sábado, 5 de febrero de 2011

Ricardo Paseyro

“No hay más que una sola poesía”


 Aldo Roque Difilippo

Hace exactamente dos años, el 5 de enero de 2010 moría en Francia el poeta  Ricardo Paseyro. Había nacido en Mercedes 1925. Viajó a París en 1949 donde murió en 2009. Autor de una extensa producción poética «Plegaria por las cosas» (1950), «Poema para un bestiario egipcio» (1951), «El costado del fuego» (1956), «Música para Búhos» (1959), «Árbol de ruinas» (1961), «En la alta mar del aire y Mortal amor de las batallas» (1965), «Antología» (México, 1968), «Líriche» (antología, Roma, 1975), «El alma dividida» (1981), «Poèmes» (1982), «Poésies. Poesías. 1950-1990» (1991), «Para enfrentar al Angel» (1993).  «Fue el más díscolo y rebelde de su generación», opinó Wilfredo Penco, quizá porque ya en 1965 expresaba: «la trinidad del poeta: tener talento, ser culto y estar loco».  Alguien que se autoproclamó «un decadente aprendiz de poeta puro [en literatura], y en moral, un stendhaliano que acepta los siete pecados capitales y los siete mil pecados veniales».
Guido Castillo opina: «la poesía de Paseyro no es una manera de desentenderse de las cosas, sino un aire inocente de caminar por ella; pero tampoco sirve a propósitos ajenos a la razón misma del canto. No hay en Paseyro ni esteticismo, ni realismo, ni sicologismo; hay una voz natural y maravillada del mundo que canta, dejándose guiar por su propia  maravilla, en presencia de una expresión que la dibuje, de una forma que la encierre». En tanto el poeta opina en forma rotunda: «no hay más que una sola poesía».
Vayan pues dos pequeños textos a modo de recuerdo.


AJEDREZ
Adelanto el trabajo. La casilla
blanca, vacía, libre de rivales,
fuerza mi voluntad, mientras la mente
adivina el engaño, sin salvarlo:
planteado el desafío, la derrota
representa la ley, si mal se juega.
Y es ilusión la suerte. La partida
acaso estaba ya dicha y resuelta
antes de comenzarla. ¿Pierde o gana
quien ignora por qué vino al tablero?    


DANZARINAS
Consuelo de los ojos, estas luces
–coro de estrellas, soles, universos–
giran cual danzarinas silenciosas.
Y mientras pasan cada vez más lejos
y van abriendo al tiempo lo infinito
anda ciega la Tierra tenebrosa.


No hay comentarios: