sábado, 12 de marzo de 2011

A propósito del Día de la Mujer

Abuelas apasionadas

Aldo Roque Difilippo

El pasado 8  de  marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer. Una fecha donde se recuerda la constante prédica por la igualdad entre los géneros. Unos días antes, la Intendencia de Soriano  oficializó las modificaciones al nomenclátor de Mercedes, donde aparecen varios nombres de mujeres que en distintas actividades se han destacado a lo largo de la historia departamental: las maestras Julia y Josefina Flores Novo, Sara Roura, Leila Tuya, Isabel Rubio, Sara Camino, la Prof. María Aída Vespa, la actriz Trinidad Guevara, la partera Ángela Erba, la enfermera Dolores Brussain, Dra. María Inés Alustiza, y la Maestra Glafira Francia.
Queremos detenernos precisamente en la figura de Glafira Francia, no en desmedro de las otras, sino para ejemplificar en ella la lucha y prédica de las mujeres a lo largo de la historia por conquistar sus derechos dentro de la sociedad.  Comenta el Prof. Washington Lockhart en “Historia de la Escuela en Soriano” (1957): “Fue Glafira Francia una feminista decidida, y sus intervenciones públicas debieron vencer prejuicios como los que se evidencian en el párrafo que extraemos de «La Reforma» en 1882: ‘Que el hombre suba a la tribuna para defender tales o cuales ideas, se le admite y tolera, porque al fin y al cabo es el hombre; pero que lo haga una mujer es cosa fuera del común sentido’; y agrega luego el articulista: ‘Sería mejor contemplarla con la escoba en la mano, sacando las telarañas de su aposento; o en la cocina, estregando con el estropajo los platos y cucharas.’...”


Rita Díaz Ferreira de Lasconotegui

Estallido de procacidad

La sociedad actual les debe a estas valientes mujeres de finales del Siglo XIX y principios del XX  gran parte de las conquistas sociales y culturales que gozamos. Por eso es buen pretexto extractar algunos párrafos de un artículo publicado en la Revista “Solar Chaná”, en agosto de 1949 donde se hace una semblanza de otra de estas feministas del Siglo XIX mercedario: Rita Díaz Ferreira de Lasconotegui.
“Niña de la escuela pública en 1874, dejaba ya oír sencillas alocuciones en festivales escolares” comenta la revista “Solar Chaná”, presumiblemente su director el Dr. Edelmiro Chelle, ya que esta nota carece de firma. “En noviembre de 1881, los socios del docto Club Progreso pusieron la piedra fundamental al edificio propio, de calle 18 de Julio. Con tal motivo, y en su local primitivo, el Club combinó para dicho mes brillante programa de varias actividad literaria y artística. Asidua animadora de ese ciclo, igual que continuara siéndolo años después, fue la joven Srta. Rita –quien ocupó la tribuna en el estrado que presidía la austera figura del Dr. Mariano Pereira Núñez (…) Esa tarde, desde  tribuna tan prestigiosa por cuanto al Club Progreso le estaba acreditada en el consenso intelectual del país rectora misión de Ateneo. –Rita Díaz Ferreira aventuró su avancismo y espíritu liberal en pronunciamiento categórico, como nunca antes lo hiciera. Con firme acento abordó el tema, de suyo escabroso, para un medio eminentemente católico como el local. “Influencia del catolicismo en la educación”, desenvolviendo su pensamiento con comunicativa convicción.  Sus conceptos, máxime en boca de mujer, produjeron estupor en gran parte de la concurrencia, poco habituada a que cosas tales se expusieran crudamente, aunque  las revistiera ropaje de bella forma. En muchos pasajes de la conferenciante, menudearon murmullos en el auditorio femenino y -valga la expresión de un cronista- mantuvo  asedio con “verdaderas bombas de conceptos que escandalizaban al bello sexo, adalid del fanatismo ultramontano”. Resultó una desbozada pieza anticlerical y en días  siguientes, los periódicos “El Oriental” y “El Porvenir”, la fustigaron reciamente, y Juan Ma. Blanch, periodista bastante ágil, reclamó de la Directiva del Club que creara una comisión de censura, destinada a prevenir lo que él estimaba fue estallido de procacidad y despropósitos verbales (¡?).- “El Oriental”, insertó carta suscrita por  Rita, en que les notificaba a sus impugnadores que no la inquietaban esos ataques, concretados unos en la guaranguería y esgrimiéndose sofismas de  otros; y les recordaba que, si realmente se sentían firmes en convicciones, como ella lo estaba en su posición principista, pudieron rebatirla en el acto de la conferencia que no les estaba impedido –y concluía invitándolo a  la discusión pública desde la propia tribuna del Club, por cuanto éste –dada su tendencia liberal- no se negaba para iluminantes controversias”. Más adelante agrega esta nota de la revista “Solar Chaná”: “su intervención en los memorable  actos culturales del club Progreso, fue frecuente y prestigiosa, llegando en uno de ellos a sorprenden –inclusive a los hombres- cuando postuló, afirmándola en medular argumentación, la exigencia de derechos civiles y políticos para la mujer como criatura humana consciente y pensante, tan capacitada moral como mentalmente para los trances de la vida”.
Mujeres inteligentes y con coraje, que enfrentaron a una sociedad machista, gobernada por unos pocos, y que han sido prácticamente olvidadas.
Señoras de gruesas figuras y vestidos encorsetados, que hoy vemos como personajes extraños y recatados, y de quienes deberíamos tomar ejemplo de su pasión  y coraje.

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