viernes, 1 de abril de 2011



La batalla de Villa Soriano -4 de abril de 1811

Roberto Sari Torres


A fines de marzo, desde su campamento de “La Paraguaya” (zona a 6 Kms al Este de Dolores sobre el Río San Salvador) Pedro Viera envía sus últimos informes sobre el movimiento de la flota punitiva española que manda el venezolano Juan Angel Michelena. A primero de abril, Estanislao Soler se hace cargo de la jefatura militar revolucionaria en Soriano.
Ante la noticia de la aproximación a Villa Soriano de la flota española, al amanecer del 3 de abril parte de Mercedes al frente de unos 200 hombres.
Temprano, al otro día, la Armada amanece frente al pueblo. A bordo hay un frenético apresto de condición bélica. La escuadra naval está integrada por el bergantín comandante “Cisne”, la balandra “Tortuga”, el falucho “Fauna”, la sumaca “Nuestra Señora de Aranzazú”, y un lanchón artillado.
Estanislao Soler

El jefe Soler dispone sus fuerzas defensivas alrededor de “la Villa”, teniendo como referencia una “zona de nadie” (con la población evacuada por lo menos antes del amanecer del día 4) probablemente todo lo que estuviera poblado al norte de la, hoy calle 18 de Julio.
Al amanecer del 4, con la flota fondeada  en el puerto, Soler dispuso: “A la derecha del pueblo sobre el puerto y fondeadero embosqué cincuenta hombres y dos oficiales al mando de D. Venancio Benavídez”. A la izquierda del puerto se coloca el propio Soler, “escoltado por seis soldados del regimiento de pardos, y un ayudante del mismo”. Al final y dentro del pueblo queda Ramón Fernández con un cañón que no sirvió para nada.
Un parlamentario de la flota entrega al comandante del pueblo, Celedonio Escalada, la intimación de rendición.
La respuesta es negativa, por lo tanto el “Cisne” y demás buques inician el bombardeo de manera incesante entre las 9:45 hasta las 12:45. El parlamento entre Michelena y Soler no tiene éxito, y a las 15 horas se reinicia el bombardeo naval y el desembarco de 160 marineros con dos cañones. Ya dentro del pueblo, Soler ordena el contraataque por izquierda y por derecha y una contención por el centro. Las divisiones patriotas son comandadas por Francisco Bicudo, Bartolo Quintero, Ignacio Barrios, y Eusebio Silva. Las reservas a izquierda; derecha y al centro (final del embudo) estaban bajo las órdenes de Ramón Fernández, Venancio Benavídez, y el propio Soler. Los españoles son derrotados y huyen arrastrando los dos cañones; quemando ranchos, y dejando a dos de ellos muertos. El cañoneo continuó hasta la hora 17:00. Al otro día la flota levanta anclas, quedándose el Cisne” unas horas más, vigilado atentamente por las fuerzas al mando de Venancio; como regurgitando aquel “Cisne” del buche vacío su amarga derrota.
Debido a la estrategia correcta dispuesta por Soler, y al valor expuesto por los comandos patriotas en el fulminante contraataque por los alrededores de la iglesia y hacia el puerto, la batalla por la defensa de la histórica Villa Soriano al final de aquel épico día y al costo de un herido, se la recuerda como un magnífico triunfo; hoy bicentenario.

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