viernes, 1 de julio de 2011

De cómo comenzaron a quedar públicamente expuestas las relaciones fraternas de los caballeros al servicio (bue…)
del señor feudal



  Ángel Juárez Masares
                                                                                                                                                                       
Verdad es que transcurridos dos días del mes de Julio César de este año del Señor (el otro Señor) de 1511, varias cosas han comenzado a conocerse en la aldea de la pequeña y lejana comarca.
Una vez más los Caballeros de la Junta de Notables vienen siendo objeto de admiración pública, en virtud de las relaciones fraternas entre ellos, a pesar, como todos sabemos, que el grupo está conformado por campeones que pertenecen a diferentes Estandartes. Allí están los “Grises” (que dicen que antes eran blancos, pero van cambiando de tono por la contaminación), los “Púrpura” (que aseguran los más viejos que antes era colorados), y los “Tenues” (que antes era portavoces del pueblo, pero con el tiempo les entró “la sordera”).
Sin embargo, la misma pasión que los hombres ponen en proteger los intereses de los aldeanos, motiva que muchas veces entrecrucen dialécticas espadas. Así fue posible conocer el enojo del Caballero Martín de Navarra con la actitud del Comendador Tito Tivio, encargado de ordenar el pasaje de carros y animales (sobre todo de éstos, que abundaban) por las callejas de la aldea.
Conocióse entonces que Sir Andrews de Rhamir apropincuóse ante el hombre del yelmo color cielo, para solicitarle noticias de algunas malas andanzas de sus lacayos. Esto hizo que Tito Tivio pusiérase de tal manera furioso que increpó duramente a Sir Andrews, gritándole a voz en cuello:
-“Vete de aquí maldito…ve a rondar tabernas por las noches. Vete con tus pelucas y tus uñas pintadas a desfogar tus bajos instintos con Sir Michael Douglas”.
Naturalmente la sutil alusión a su virilidad hizo que Sir Andrews se retirara presto de la escena, y luego ante la consulta de algunos escribas le pusiera paños fríos al asunto.
Pero no os decepcionéis por un “quítame de allá esas pajas” que puede surgir en la interna de Palacio, como en cualquier casa de la aldea. Lo que en realidad ocurre, es que los aldeanos -y también muchos de los integrantes de la Junta de Notables- no comprenden los esfuerzos del Caballero Tito Tivio por desempeñar su función a cabalidad.
El vulgo confunde la hidalguía y seriedad de los lacayos de Tito (conocidos vulgarmente como “Zorr- Os”, o “Zor- etes”). No es verdad que sean mal educados, y que cuando algún visitante les pregunta algo lo miran y no le contestan. Esa actitud es en realidad la “imagen de la comarca” que estos lacayos muestran al visitante, y cuya aplicación ha sido estudiada a fondo desde el Scriptorum llamado Erreerrepepé, habiendo quien asegura fueron asesorados  por el titiritero (¡alehó!) Don Hugs Oltra.
Como coralario de los días históricos que rescatamos -más por relatos orales que por documentos- se supo también del enojo del Caballero Ferdinad de Velez Sarfield, mentor de la aldea Nuestra Dama de los Suplicios, quien relató varios atropellos cometidos por el carruaje quinto de las huestes de Tito Tivio.

Moraleja:
              Mientras los carruajes de Palacio no aplasten bajo sus ruedas algún infante de corta edad, seguirán corriendo por calles y caminos con total impunidad.

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