sábado, 31 de diciembre de 2011

ABRIL

Cultura, la excepción a la regla



* En dos períodos de gobierno frentista se instrumentaron cambios en el gobierno, aunque las políticas culturales siguen siendo para unos pocos que viven en la capital.





Aldo Roque Difilippo



El Uruguay atraviesa su segundo período de gobierno del Frente Amplio, donde algunas cosas cambiaron: se instrumentaron leyes obligando a empresas, productores y comerciantes a regularizar la situación laboral de sus trabajadores, se universalizó (o por lo menos se está en camino) la cobertura de asistencia médica a la población, se extendieron los planes educativos, produciéndose un notorio aumento de la matrícula en Enseñanza Secundaria. El más claro ejemplo este año fue el crecimiento en la matrícula de la Universidad del Trabajo del Uruguay; entre otros aspectos. Pero paradójicamente las políticas culturales parecen detenidas en el tiempo. En el discurso el mensaje es otro, pero en la práctica durante el período del Dr. Tabaré Vázquez y en lo que va de mandato de José Mujica no se han instrumentado cambios sustanciales en la concepción y el accionar de las políticas culturales.

En la práctica el país sigue dividido en Montevideo e interior. Sigue dominado por una clase (casi una casta) que decide y una porción importante de la población relegada y pasiva.

La excepción que confirma la regla fue, en el anterior periodo, la designación del escritor Tomás de Mattos al frente de la Biblioteca Nacional, que si bien nació en Montevideo, vive y se identifica con el departamento de Tacuarembó. Pero la inmensa mayoría de los cargos distribuidos en los dos períodos correspondió a creadores y gente de la cultura identificados o que viven en Montevideo.

Más allá de eso, que podría resultar anecdótico, es una constante que en la inmensa mayoría de las programaciones instrumentadas por el Ministerio de Educación y Cultura, lo mejor, lo más selecto queda relegado a la capital del país, o con un poco de fortuna en temporada estival a espectáculos musicales que se extienden por la costa atlántica y pueden llegar hasta Colonia, pero nunca en ciudades interiores del país.

Los grandes espectáculos (el Festival de la Patria Gaucha, el de Andresito) se generan en el interior del país. Importantes manifestaciones culturales también: la Bienal de Salto, los encuentros de Teatro realizados por la Asociación de Teatros del Interior. Incluso las vanguardias literarias de este y otros tiempos han surgido en el interior: los debates entre Número (Montevideo) y Asir (Mercedes) en la década de los años 60. Un importante número de escritores nacieron y produjeron en su lugar de origen: Francisco Espínola (San José), Juan José Morosoli (Lavalleja), Mario Arregui (Florida) y un largo etcétera; pero las políticas instrumentadas desde el Estado miran y siguen promoviendo lo que se genera en Montevideo y despreciando al interior. Y ni que hablar de lo que pasa en Pintura, Escultura, Danza, Música. Parecería ser que lo mejor y lo relevante se produce únicamente al sur del río Santa Lucía. Mientras el Estado ha avanzado hacia una política participativa y de inclusión social, la relegada de la historia de acuerdo a los hechos, es la cultura, con una sociedad todavía dividida, con una visión clasista donde algunos pueden acceder a determinadas cosas y otros no. Pero curiosa ironía del destino, los mayores poetas, pintores, músicos, actores y artistas provienen del interior.

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