lunes, 12 de agosto de 2024

La obra de Fernando Cabezudo “es l visión de un artista completo, que liga la circunstancia humana con el universo a través de la pintura”

Dijo Enrique Aguerre. El director del Museo Nacional de Bellas Artes, curador de la muestra  “Mundo de colores  y formas” se refirió a la importancia y la vigencia de este artista
mercedario.

 

  Enrique Aguerre realizó la curaduría de la muestra “Mundo de colores  y formas” de Fernando Cabezudo que fue inaugurada en  Pinacoteca Eusebio Giménez. En ella  pueden apreciarse 38 obras en diferentes técnicas que son apenas un esbozo de la amplísima  producción de Fernando Cabezudo  (1927-2014).  Aguerre en diálogo con  @gesor comentó “hay mundos de Cabezudo. Esas osamentas en campaña, carancheadas por los cuervos.  Y de repente le vas la mirada sobre el horizonte y esa pradera ya geométrica. Y ahí cambió la luz y cambió el color. Y es la luz del río, y es la luz del río Negro, y son los pájaros.  Y hay una musicalidad. Y de repente viene a lo grave, a lo metafísico de estos personajes, donde se puede ver la ansiedad, el miedo, la relación de la existencia del hombre chiquitito con el universo”.

 

 

 

Un trabajo retrospectivo sobre la producción de Fernando Cabezudo. Un trabajo que hacía mucho tiempo que no se veía sobre él. Para quienes no están en el mundo de la plástica, ¿Qué significa Fernando Cabezudo?

-“Eso es importante, que Mundo de Colores y Formas en realidad es un homenaje. No digo retrospectivo porque estamos hablando que la obra de Cabezudo actualmente son más de 3.000 obras. Y acá hay 38. Nos excede la palabra retrospectiva que demanda más otros tiempos.  Y lo vamos a hacer porque la idea de esta exposición es el año que viene llevarla a Montevideo, al Museo Nacional de Artes Visuales. Entonces, es un homenaje donde junto  a Aparicio Arcaus hicimos una selección de momentos destacados o muy destacados de la trayectoria. Son 60 años de trayectoria de Cabezudo.

 Entonces, tenían que estar los grabados, tenían que estar las litografias, la pintura, el río, tenían que estar las abstracciones, los retratos. Es un mundo riquísimo que pasa por los ojos y por la técnica que desarrolla Fernando Cabezudo, lo que los hace muy singulares. Y ya ven la potencia que tienen las paredes.

 O sea, 38 obras y no hay nada más. Por supuesto que después va a haber que hacer foco en cada una de las series. Pero queríamos, por una parte, homenajear a Cabezudo cuando se cumplen 10 años del fallecimiento.

 Pero por otro lado, abrir a todo público al artista Cabezudo, porque creo que acá hay mucha gente, vemos mucha gente joven, gente que lo conoció, pero mucha gente joven que no sabe quién es Cabezudo.

Nos ocurre con artistas que durante mucho tiempo desarrollaron su obra y ya no están, que las nuevas generaciones no lo conocen. Entonces, hay que volver sobre la obra, hay que volver a revisitar la obra para un público nuevo, no necesariamente joven, porque hay otra gente también que no lo conoce.


Él trabajó toda su vida en Mercedes, trabajó desde acá, viajó para ver los referentes en arte que él tenía, pero casi dedicó toda su energía a desarrollar su obra en el taller. Entonces, no era fácil acceder a la obra de Fernando Cabezudo. Y las exposiciones cumplen ese rol, de hacer público una obra que es fundamental”.

 

 

Un autor bastante particular, porque no sólo que se instaló en Mercedes, sino que no se afilió a ninguna escuela, que siguió su propio estilo y su propio impulso.

-“Sí, repasando el fondo documental que tiene la familia, que quiero agradecer también a la familia, porque sin la familia no había acceso a la obra, y tiene un fondo documental muy importante. Además de las clases que tomó de niño con Scolpini de dibujo, es autodidacta y se definía como autodidacta.

 No le gustaba. Unos le dicen que es abstracto, otros que es figurativo, otros que es expresionista. Él iba y venía, y depende de las series que quería desarrollar, tomaba las herramientas que tenía que tomar y el lenguaje. Pero para eso hay que tener un dominio de la técnica muy importante, Cabezudo lo tenía”.


Y que tampoco lo tenía  empacho, porque hay mucha influencia de Picasso, que muchas veces puede decir, estaba copiando a Picasso, pero simplemente estaba tomando lo que le servía para volcarlo a su obra.

-“Un artista, aunque se ponga a copiar a otro artista, y tan inmenso como Picasso, no va a salir un Picasso. Va a salir una obra de Cabezudo con influencia de Picasso.

 Pero hay una constante, en muchos de los cuadros que podemos ver, más allá de que sean retratos, paisajes, que está la huella personal. Yo insisto que hay mundos de Cabezudo. Esas osamentas en campaña, carancheadas por los cuervos.  Y de repente le vas la mirada sobre el horizonte y esa pradera ya geométrica. Y ahí cambió la luz y cambió el color. Y es la luz del río, y es la luz del río Negro, y son los pájaros.  Y hay una musicalidad. Y de repente viene a lo grave, a lo metafísico de estos personajes, donde se puede ver la ansiedad, el miedo, la relación de la existencia del hombre chiquitito con el universo.

Es una visión de un artista completo, que liga la circunstancia humana con el universo a través de la pintura.

 Y esa tarea lleva toda la vida, y Cabezudo le puso el cuerpo a esa tarea. Y se nota, por más que haya influencia. Por ejemplo, el otro día veía unas imágenes de Cabezudo con un gran amigo de él, Gustavo Alamón.  Y claro que había una idea de vuelta entre Alamón y Cabezudo, Cabezudo-Solari. Pero es una idea de vuelta no tanto de influencia, sino de ver, o de visiones del mundo que a veces son complementarias y a veces opuestas. Y ahí surge la riqueza.

 Nosotros tenemos un universo plástico propio en el Uruguay, que es bien interesante. Y estoy nombrando justamente Alamón de Tacuarembó, a Solari de Río Negro y a Cabezudo-Mercedes. Litoral y un poco más.  Alamón además fue bombero en Fray Bentos, entonces tomaban mate, charlaban y discutían. Los salones del interior fueron también muy importantes.  Los de Dumas Oroño en San José y otros. Fueron para que ellos se conocieran y formaran comunidad.

Acá lo que podemos también es ver, ya del año 70, con las imágenes del Hum, los grabados ,  esa carpeta maravillosa, que se rompe con el lugar común de que los artistas más sofisticados y más complejos están en Montevideo y en el interior hay copias. No. Cuando Cabezudo va a Montevideo en el 70, dicen  ¡opa!, esto es un artista. Un gran artista. Y así fue durante toda la trayectoria.

 Hay que conocerlo, hay que tener la posibilidad de ver la obra y de eso se trata esta exposición”.


 

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