Cuando la TV nos viola
Aldo Roque Difilippo
Los aberrantes hechos cometidos por
cuatro marinos uruguayos en Haití mueven a la reflexión desde diversos ángulos.
El país discute por estas horas la participación de las tropas uruguayas en las
Misiones de Paz en ese lugar, algo que para representantes haitianos en Uruguay
es una verdadera ocupación, y no una labor humanitaria. Por otra parte la justicia haitiana investiga la denuncia presenta
por la familia del joven que fue sometido a torturas por parte de cuatro
marinos uruguayos. Pero más allá de estos hechos de los cuales no es nuestra
materia analizar, ni tampoco el ámbito, nos mueve a la reflexión un par de
aspectos que han pasado desapercibidos o dichos al pasar. Por un lado la
catalogación del hecho como “maltrato” y no como debería calificárselo, o sea
tortura.
Resulta curioso que un mismo
acontecimiento adquiere determinada relevancia dependiendo de la ubicación
geográfica que ocurra. Es decir, parece que la proximidad del dolor o la
alegría hacen que los adjetivos se utilicen de una u otra medida. El 11 de
setiembre se recordará con justa y dolorosa razón, el atentado a las Torres
Gemelas en Estados Unidos, y todos hablaremos, como lo hemos hecho durante
todos estos años, de “la tragedia” que allí ocurrió. Calificativo que con
justeza se aviene a esa dolorosa realidad. Pero pocos hablan de la tragedia del
pueblo afgano o iraquí, que en medio del conflicto han debido soportar la
invasión y bombardeo continuo de las tropas de ocupación.
En este caso parecería ser lo mismo.
Mucho se ha hablado, nosotros también, de los aberrantes hechos cometidos por militares
uruguayos durante la pasada dictadura cívico militar que sometió a calvarios
indescriptibles a los presos políticos. En estos casos no dudamos en catalogar
como torturas a esos sometimientos, tanto sea los físicos, los sicológicos y
los sexuales que debieron padecer. Pero en el caso del joven haitiano tampoco
dudamos en calificar sus padecimientos como “maltratos”. Y eso no es un hecho
menor. Es que el calificativo en estos casos, condiciona en cómo asimilamos el
mensaje. No es lo mismo decir que alguien fue sometido a torturas, a que fue
maltratado. Es decir se diluye en una nebulosa imprecisa. Sumado al hecho que
le ocurrió a un joven haitiano, difícil de individualizar hasta físicamente.
Distinto sería si esos padecimientos los hubiera sufrido un ser cercano,
reconocible e identificable fácilmente.
Otro aspecto no menor fue la
difusión del video en cuestión. El mismo comenzó a circular por Internet, pero
la población en general, que no accede a ella, recibió la noticia por los
informativos de televisión. El pasado domingo los informativos televisivos
incluyeron esta noticia como cabeza de noticiero, en una carrera contra el
tiempo de quien lo difundía primero. Y no es para menos, un hecho de estas
características sobresale y merece un destaque informativo por su trascendencia
nacional y sus repercusiones internacionales. Pero nos preguntamos es necesario
a las 20 hrs. difundir el video en cuestión para informar del hecho. ¿Qué
agrega al rigor de la información ver cómo un ser grita de dolor e impotencia
mientras otro individuo lo viola? ¿Haríamos lo mismo si el violado tuviese un
rostro reconocible? ¿Si supiéramos su nombre o dónde vive? ¿El espectador no es
sometido también a una violación o a una tortura cuando recibe semejante imagen
mientras comparte las noticias en el ámbito familiar, quizá rodeado de sus
hijos?
Claro está que previamente el
periodista en cuestión advierte que las imágenes “pueden herir la sensibilidad
del espectador”. Vaya previsión. Después que hubo terminado el informativo, una
voz en off nos advierte que ha culminado el horario de protección al menor y
“la permanencia de los niños frente al televisor es de exclusiva
responsabilidad de los señores padres”.
Si fuera poco, el lunes al mediodía
los desprevenidos uruguayos mientras almorzaban volvieron a ser violados por la
televisión, que en todos lo informativos volvió a difundir este aberrante
video, muy lejos del fin del horario de protección al menor, pero mucho más
lejos aún del espacio donde proteger a las víctimas.
1 comentario:
el Estado URUGUAYO ES RACISTA,baja o procura hacerlo por la delincuencia pero no se reconoce como tal, ante el hecho de Johny, ellos también deberían ir al Juzgado por omisión, vota rosado vota intolerancia Racial.
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