El pleno de la Real Academia Española (RAE) aprobó este jueves 1
de marzo el informe “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, del
académico Ignacio Bosque, en el que se critican las directrices contenidas en
nueve guías sobre lenguaje no sexista elaboradas por comunidades autónomas,
sindicatos y universidades, porque, si se aplicara estrictamente cuanto dicen,
“no se podría hablar”.
A los responsables de estas guías les molesta de forma especial
el uso genérico del masculino para designar a los dos sexos, a pesar de que
“está firmemente asentado en el sistema gramatical español” y de otras muchas
lenguas, y recomiendan, por ejemplo, decir “la ciudadanía”, en lugar de “todos
los ciudadanos”; “las personas becarias”, en vez de “los becarios”, o “personas
sin trabajo” y no “parados”.
Ignacio Bosque |
Respaldado por todos los académicos asistentes al pleno
del jueves 1, el informe puede consultarse íntegramente en el Boletín de
información lingüística de la RAE
(http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000040.nsf/(voanexos)/arch50C5BAE6B25C8BC8C12579B600755DB9/$FILE/Sexismo_linguistico_y_visibilidad_de_la_mujer.pdf ).
Las guías analizadas son de la Junta de Andalucía y de la Generalitat Valenciana ;
de las universidades de Málaga (junto con el Ayuntamiento de esta ciudad),
Granada, Politécnica de Madrid, Nacional de Educación a Distancia y de Murcia,
y de Comisiones Obreras —en colaboración con el Ministerio de Igualdad— y la Unión General de
Trabajadores.
Estas guías extraen “una conclusión incorrecta de varias
premisas verdaderas”, porque, afirma Bosque, es cierto que “existe la
discriminación hacia la mujer en nuestra sociedad”, como también lo es la
necesidad de “extender la igualdad social de hombres y mujeres, y lograr que la
presencia de la mujer en la sociedad sea más visible”.
Pero en esos textos se suele llegar a “una conclusión
injustificada que muchos hispanohablantes consideramos insostenible”: “suponer
que el léxico, la morfología y la sintaxis de nuestra lengua han de hacer
explícita sistemáticamente la relación entre género y sexo, de forma que serán
automáticamente sexistas las manifestaciones verbales que no sigan tal
directriz, ya que no garantizarían ‘la visibilidad de la mujer’ ”.
Ante los argumentos de los lingüistas, los responsables de
las guías podrían decir que sus recomendaciones proceden de “su sensibilidad
ante la discriminación de la mujer en el mundo moderno”. Pero ese argumento “es
insostenible, puesto que califica arbitrariamente de sexista al grupo
—absolutamente mayoritario— de mujeres y hombres con una sensibilidad
diferente”, afirma Bosque.
“¿Qué se supone que ha de pensar de sí misma una mujer que
no se sienta excluida de la expresión ‘Se hará saber a todos los estudiantes
que...’ por mucho que la Generalitat Valenciana le diga que la están
discriminando?”. Las guías analizadas “son poco flexibles en este punto”, dice
el autor.
Un buen paso hacia la solución del “problema de la
visibilidad” sería “reconocer, simple y llanamente, que, si se aplicaran las
directrices propuestas en estas guías en sus términos más estrictos, no se
podría hablar”, asegura Bosque, quien cree que las propuestas están pensadas
solo para el lenguaje oficial.
Pero, luego, “la autoridad, el responsable o el gestor que
desdobla usuarios y usuarias o ciudadanos y ciudadanas se olvidaría de su
desdoblamiento cuando ya no esté delante de un micrófono o de una cámara y
hablaran como todo el mundo”.
Como un caso extremo de este “desdoblamiento léxico”, el
informe cita dos párrafos de la
Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, ambos correspondientes a su artículo 41: “Sólo los venezolanos y
venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de
Presidente o Presidenta de la
República , Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta
Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional ,
magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o
Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República , Contralor o
Contralora General de la
República , Fiscal General de la República , Defensor o
Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con
la seguridad de la Nación ,
finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o
Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y de aquellos contemplados
en la Ley Orgánica
de la Fuerza Armada
Nacional”.
La mayor parte de estas guías han sido escritas sin la
participación de los lingüistas y el autor asegura que, en algunos casos, las
propuestas “conculcan aspectos gramaticales o léxicos firmemente asentados en
nuestro sistema lingüístico, o bien anulan distinciones y matices que deberían
explicar en sus clases de lengua los profesores de enseñanza media, lo que
introduce en cierta manera un conflicto de competencias”.
“No hay, desde luego, ilegalidad alguna en las
recomendaciones sobre el uso del lenguaje que se introducen en esas guías, pero
es fácil adivinar cuál sería la reacción de las universidades, las comunidades
autónomas, los ayuntamientos o los sindicatos si alguna institución dirigiera a
los ciudadanos otras guías de actuación social sobre cuestiones que competen
directamente a esos organismos, y, más aún, que lo hiciera sin consultar con
ellos y sin tener en cuenta sus puntos de vista, cuando no despreciando
abiertamente sus criterios”.
Bosque tiene claro que el propósito último de las guías de
lenguaje no sexista es loable porque quieren “contribuir a la emancipación de
la mujer y a que alcance su igualdad con el hombre en todos los ámbitos del
mundo profesional y laboral”, pero no tiene sentido “forzar las estructuras
lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad” ni “impulsar políticas
normativas que separen el lenguaje oficial del real”.
Extraído de: www.letralia.com
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