El amor oscuro de
García Lorca
Durante
toda la vida, Juan Ramírez de Lucas calló su apasionada relación con el poeta,
truncada por una familia conservadora y por el asesinato del escritor
Juan
Ramírez de Lucas (Albacete, 1917-Madrid, 2010), periodista y crítico de arte,
no quiso llevarse a la tumba su secreto. Guardó silencio durante más de 70
años, con todos los recuerdos (dibujos, cartas, un poema, su diario…) de su
tragedia sentimental ocultos en una caja de madera. Sin embargo, antes de fallecer,
entregó a una de sus hermanas su legado para que se hiciera público. Pese al
férreo silencio que mantuvo en vida, apoyado por los propios amigos de la
pareja que respetaron su intimidad, Ramírez de Lucas no quiso que la memoria de
su gran amor de juventud, el poeta Federico García Lorca, se perdiera para
siempre.
El crítico Juan Ramírez de Lucas,
fotografiado junto a su colección
de objetos de arte popular.
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La
pareja se conoció en el convulso Madrid republicano, donde mantuvieron su
idilio de espaldas a sus familias, una de ideas muy conservadoras y otra
socialista pero con sentimientos cercanos en cuanto a la homosexualidad. Culto
y muy atractivo, Ramírez de Lucas soñaba con ser actor y Lorca prometió
llevarlo por los teatros del mundo. Locamente enamorados decidieron escapar
juntos a México. La situación de Lorca en Madrid, convertido ya en un autor de
éxito en medio mundo y una de las figuras más odiadas por los grupos violentos
de derechas, se hacía más peligrosa por momentos. Sus amigos le advirtieron del
peligro que corría, pero el poeta no quería viajar solo. La pareja se despidió,
el mes de julio de 1936, en la estación de Atocha. Ramírez de Lucas, que apenas
contaba 19 años, iba camino de Albacete, buscando el permiso familiar (la
mayoría de edad era a los 21) para poder marcharse a América con el poeta.
Lorca subió al tren rumbo a Granada para despedirse de sus padres antes de
partir para México.
La
vuelta a escena de Ramírez de Lucas ha sido saludada por los expertos
lorquianos, dada la importancia histórica que supone que afloren nuevos
documentos que ayuden a comprender mejor la historia. Laura García Lorca,
sobrina del poeta, que conocía la existencia de la carta, aseguró que podría
tratarse de “material de enorme interés para el archivo de la Fundación Lorca ”.
Una novela de Manuel Francisco Reina, Los amores oscuros, que Temas de Hoy
publica el 22 de mayo, recupera la relación de ambos. Los herederos de Ramírez
de Lucas, que negocian con una editorial la posible publicación del diario y
otros documentos, no quisieron aportar ningún dato a este diario, alegando
problemas de herencia y de criterios sobre el destino del legado.
A
estas alturas del siglo XXI sobra contar que los planes de la pareja no
pudieron salir peor. Como sospechaba Ramírez de Lucas su padre puso el grito en
el cielo y amenazó con poner el asunto en manos de la Guardia Civil si
intentaba salir de Albacete sin su autorización. Lo había mandado a Madrid para
estudiar administración pública y, pese a los buenos resultados escolares,
había defraudado su confianza. Su vida paralela como actor en el Club Teatral
Anfistora, creado por Pura Ucelay para estrenar, entre otras, las obras de
Lorca, no encajaba para nada en sus planes, y menos aún su relación sentimental
con un poeta homosexual. Trató de intermediar a su favor Otoniel, el mayor de
sus 10 hermanos, miembro de las Juventudes Socialistas y el único que conocía
su doble vida, pero fue en vano. Simultáneamente, desde la Huerta de San Vicente en
Granada, Lorca telefoneaba animándole a que fuera paciente y comprendiera a su
familia. Pensaba que se impondría la razón y acabarían entendiéndolo. Llegó una
carta, fechada en Granada el 18 de julio, pero ahí perdió su rastro. El arresto
de Lorca, en casa de la familia Rosales, y su fusilamiento no fueron conocidos
en los primeros momentos en la confusión de la guerra. El asesinato del poeta
dejó a Ramírez conmocionado. Su sentimiento de culpa no hizo sino aumentar con
el paso de los años.
Tras
su paso por la División
Azul para limpiar su pasado, Ramírez de Lucas regresó a
Madrid y rehizo su vida. Solo Agustín Penón, el escritor que viajó a Granada
para investigar la muerte de Lorca en 1955, descubrió la relación y dejó
constancia de ello en sus anotaciones, que posteriormente serían publicadas, en
primera instancia, por Ian Gibson y después recogidas también en la edición que
Marta Osorio realizó de la maleta de Penón. Se trataba en ambos casos de unas
pocas líneas perdidas entre cientos de páginas, algo que alentó el propio
amante de Lorca al no contestar a los requerimientos de ninguno de los
estudiosos. Perdido en el anonimato que ofrece una gran ciudad, recurrió al
poeta Luis Rosales, gran amigo de Lorca, quien lo ayudó a entrar en el diario
Abc, donde comenzó su carrera como crítico de arte y arquitectura, que luego
desarrollaría en otros medios especializados.
Comenzó
a redactar un diario y nunca se desprendió de los recuerdos que le unían a
Lorca, entre ellos un poema escrito en el reverso de una factura de la academia
Orad, donde estudiaba en Madrid. No contó su relación con Lorca ni a su nuevo
compañero, con el que vivió 30 años. “Tenía encanto, sentido del humor,
personalidad y era muy atractivo”, cuenta Julia Sáez-Angulo, vicepresidenta de la Asociación de Críticos
de Arte, quien lo valora como un pionero en la crítica de arquitectura y un
gran experto en arte popular.
Tras
dos años de investigación exhaustiva, que ha volcado en su novela testimonial,
Manuel Francisco Reina tiene claro que Ramírez de Lucas fue el protagonista
último de los Sonetos del amor oscuro. Para el biógrafo Ian Gibson la
recuperación de la documentación, que obra en poder de los herederos de Ramírez
de Lucas, sería fundamental para aclarar los últimos días de Lorca. “Intenté
entrevistarle, pero no fue posible. Sabía que era un personaje fundamental pero
supongo que su silencio tuvo que ver con el tema gai”.
Todos
los expertos en la obra del poeta aplaudieron ayer la noticia. Para Félix
Grande la sorpresa fue escuchar su nombre: “Sabíamos que había un gran amor,
que en cierto modo inspiró los Sonetos de amor oscuro, pero no sabíamos cómo se
llamaba”, explicó el poeta. “En las muchas conversaciones que tuve con Rosales
me contó que durante los días que Lorca pasó escondido en su casa corregía sin
parar esos versos. Nunca logré que me diera el nombre. Le había prometido a
Federico que mantendría el secreto y era una persona de palabra”. Para el
flamencólogo, que una historia de ese calibre permanezca oculta prueba el mundo
en que vivimos tres cuartos de siglo después del asesinato. También el poeta
Antonio Hernández conocía la relación. De hecho, lleva tiempo trabajando en un
libro que cerraría la obra poética de Luis Rosales en el que aborda, entre
otros, el tema de la homofobia y de Lorca y en el que aparece Ramírez de Lucas.
Extraído
de: http://cultura.elpais.com
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