Ángel Juárez Masares
El
arte es la medicina para la peor de las enfermedades mentales; la corrupción de
la conciencia.”
Tanto se ha dicho sobre la pintura, que
simplificar o encasillar conceptos sobre esta rama del arte es imposible. En
esta sección tratamos de explorar
algunos de los largos caminos recorridos por los grandes maestros, y sumar
nuestros vacilantes pasos en este mundo tan complejo.
No obstante existen algunas características
bastante definidas en torno a la obra y su relación con el destinatario: el
espectador. En principio la pintura adquiere independencia del sentir subjetivo
del artista. Los espectadores reaccionan ante una obra de acuerdo a sus
sentimientos, pero la pintura no “expresa” esos sentimientos; se limita a
provocarlos, y en ese sentido es un objeto tan impersonal en el mundo como una
roca, o una mesa.
¿Qué cosas debe provocar una obra?
"Doce", Obra de Luis Ferrer
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Dice Collingwood en The Principles of Art, que “la misión del artista es hablar con
claridad, soltar cuanto tiene en el pecho. Pero lo que tiene que manifestar no
son sus propios secretos. Como vocero de la comunidad, debe sacar a luz los
secretos de los demás”.
Collingwood aseguraba que la razón de
esa necesidad estriba en que “no hay comunidad que conozca por completo su
propio corazón; y al no tener ese conocimiento, se engaña a sí misma en una
cuestión donde la ignorancia significa la muerte. El arte es la medicina de la
comunidad para la peor de las enfermedades mentales; la corrupción de la conciencia.”
En este sentido podemos detenernos en
algunos referentes de la pintura moderna como Cézanne, Matisse, Picasso,
Kandinsky, Klee, Mondrían, y Pollock, pues en sus mentes siempre hubo una
comprensión clara de los problemas de nuestra época, y una alerta constante
frente a las falsas soluciones. El vasto tesoro de íconos que han creado podría
bien ser la base de la civilización del futuro.
El arte siempre ha sido un proceso de
realización; de hacer cosas con una existencia independiente y “mundanal”, pero
esta característica inherente al artista no cambia si un arte “no objetivo”,
reemplaza a la representación de las cosas. Recordemos que la finalidad de un
pintor como Jackson Pollock no es básicamente expresionista. La pintura tiene
vida propia; existe por consiguiente, como una cosa independiente del sentir
subjetivo del artista. Los espectadores reaccionan ante ella “leyendo” el
mensaje que provoca.
En algún momento dijimos que cualquier
reacción que sea capaz de producir una obra, es válida… lo desagradable –y no
solamente para el autor- sería que no la produjera.
Cada uno leerá la peripecia pictórica
con la carga inevitable de su experiencia, formación, sensibilidad, y el resto
de las cosas que hacen a la complejidad de ser humano.
No es casual que la mayoría de los
artistas han sido con frecuencia violentos o destructivos, desconsiderados, o
impacientes, pero en general han poseído una conciencia moral que de alguna
manera relativiza las actitudes a menudo incomprensibles para la sociedad.
Filosofía y política, ciencia y gobierno, todo descansa finalmente sobre la
claridad con que concebimos los hechos de la experiencia, y el arte siempre ha
sido la herramienta primordial para la formación de ideas y el encausamiento de
las sensaciones humanas.
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