El legado de
Hitler
Nadie ignora la pasión que Adolfo Hitler
profesó por el arte, llegando incluso empuñar los pinceles para crear una obra
propia que trascendiera.
No obstante para entender el título de
esta nota debemos remontarnos a 1937, cuando en aquella Alemania dominada por
el delirante, la represión y persecución de los artistas modernos estaba en la
mira del susodicho, y culminara con la tristemente célebre muestra denominada
“Entartete kunst” (Arte degenerado), una exposición en que cientos de obras de
artistas como Oskar Kokoschka y Henri Matisse fueron ridiculizadas con carteles
insultantes.
Los afortunados fueron quienes lograron
refugiarse en Estados Unidos entre 1933 y 1944, pese que el registro de admisión
de quienes huían del nazismo fue deprimente, pues de las míseras cuotas de
inmigración se llenaron menos de la mitad debido al miedo de Franklin
Roosevelt, y la xenofobia del Subsecretario de Estado Breckinridge Long. Los
artistas no constituyeron excepciones, pero algunos lograron entrar amparados
por amigos, y se afincaron en su mayoría en Manhattan y Los Ángeles. Entre
ellos –desde París- llegaron Fernand Leger, Marc Chagall, Piet Mondrián,
Jacques Lipchitz, y un grupo de surrealistas que se fue a Nueva York; Marx
Ernst, André Bretón, Yves Tanguy, André Masson, y Roberto Malta. Desde Alemania
, Oskar Kokoschka, Kurt Sachwitters, y el dadaísta John Heartfied pasaron a
Londres, mientras que Max Beckman, Josef Albers, y George Groz se fueron a
Estados Unidos.
Podría decirse entonces, que Hitler
había regalado a los Aliados un inmenso patrimonio cultural, y no solo se trató
de pintores o escultores. Después que la Bahaus , la Escuela Experimental
de Artes Visuales de Alemania fuera suprimida, algunas de sus principales
estrellas se refugiaron en Norteamérica, donde su ejemplo y enseñanzas
cambiaron la arquitectura haciendo de Nueva York y Chicago el epicentro del
estilo de postguerra. El estudio académico de la historia del arte –que había
sido bastante elemental en Estados Unidos en la época del ´30- se transformó
gracias a los refugiados judío alemanes y judío austríacos, y pese al
antisemitismo endémico de muchas Universidades americanas.
Por otra parte algunos pintores, como
André Masson, no cambiaron esencialmente su estilo debido al exilio, aunque la
violencia y sexualidad “primitivas” de Masson, representadas en “The Seeded
Eeart”, tuvieron un efecto considerable sobre los pintores norteamericanos,
sobre todo en el joven Jackson Pollock.
Para algunos, el nuevo contexto de
exilio constituyó un estímulo para la creación. En Londres, Kokoschka llegó a conocer a través de su amigo marxista
Francis Klingender –historiador de arte y refugiado alemán- la tradición de la
caricatura inglesa, que luego se vieron reflejadas en pinturas tales como;
Anschluss (Alicia en el país de las maravillas), 1942.
El siempre atento Salvador Dalí se las
ingenió para incluir una buena cantidad de imágenes Pop en sus cuadros mientras
trabajaba en los Estados Unidos. Creada casi de inmediatamente después de
Hiroshima y Nagasaki, su “Melancholy Atomic and Uranic Idyll (1945) contiene un
bombardeo asó como el primer jugador de baseball que apareciera en un cuadro
surrealista.
Es oportuno señalar que los exiliados
mas profundamente afectados por la cultura norteamericana no fueron los
pintores, sino los escritores, músicos, y directores. Desde Bertolt Brecht a
Arnold Schoenberg, Lubitsch y Thomas Mann, que se sintieron atraídos por Los
Ángeles, trabajaron de manera irregular –aunque muchas veces con éxito- para el
cine, y durante el tiempo que transcurrió entre el Anschluss y los años de Mc Carthy,
lograron hacer de esa ciudad una suerte de extensión del Berlín y la Viena que habían perdido.
En definitiva, quizá pueda parecer
desatinado pensar que la guerra, la segregación, y la xenofobia, puedan tener
–o desembocar- en aspectos positivos para la humanidad si pensamos en el
sufrimiento que provoca, pero sin duda en este caso permitió a los artistas, no
solo continuar creando, sino trasmitir conocimientos, y por lo tanto provocar e
incentivar a nuevos artistas.
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