sábado, 15 de septiembre de 2012

Editorial

La intrasferible experiencia de ejercer el
arte
                                                                                                                          
 
 
Ángel Juárez Masares
 
 
Muchas veces hemos relatado desde estas páginas –cada vez menos “virtuales”- nuestras andanzas por diferentes departamentos donde suelen realizarse encuentros de pintores, así como hemos difundido -y lo seguiremos haciendo- toda actividad relacionada con el tema, pues forma parte de los cometidos de esta publicación.
En el año 1987, cansados de la ausencia de gente en las salas mercedarias, un grupo de pintores organizamos una muestra colectiva en la Plaza Independencia. Elegimos para ello los dos últimos días de la Semana de Turismo, y logramos agrupar una buena cantidad de artistas locales. Al año siguiente repetimos el evento, corrigiendo algunos errores producto de la inexperiencia en estos asuntos, y aumentando la participación. El tercer año marcó un “pico” en esa actividad, llegando a reunir casi 300 obras, y sumando artesanos y músicos. Luego, la vida llevó a varios de nosotros por otros caminos, lo cual –sumado al desgaste natural que produce organizar estos eventos sin el menor apoyo oficial- también se llevó la “Muestra Abierta de Plaza Independencia”.
Mas tarde vino la experiencia de San Gregorio de Polanco, una verdadera “República” en lo que al arte se refiere, donde pintamos un mural de grandes dimensiones en plena interacción con la gente del lugar que se detiene y pregunta, en un claro interés por lo que luego formará parte de su patrimonio. Pero lo que es aún más importante es que hicimos Amigos con los que estamos en permanente contacto.
Luego vino el “Primer Duelo de Pintores” en “Piedras Coloradas”, pequeña localidad del departamento de Paysandú, donde –con la  Organización del Centro MEC y el apoyo de la Intendencia Municipal- nos reunimos alrededor de 35 artistas uruguayos y argentinos para trabajar e intercambiar experiencias durante dos días. Esta actividad se reiteró al año siguiente en pueblo “Chapicuy”, sumándose esta vez un buen grupo de escritores que organizaron charlas sobre literatura sentados en improvisadas mesas de madera sin pulir, pero tan sustanciosas en su informalidad como las de cualquier foro universitario.
Sin embargo, cuando la participación y la ansiedad de los artistas por reunirse auguraba mucho mas de lo conseguido, el frenteamplista Julio Pintos –quien había colaborado de manera incondicional con el evento en cuestión- pierde la elecciones departamentales y asume el nacionalista Bertil Bentos, quien no se muestra interesado en continuar promoviendo las actividades referidas.
Afortunadamente este año la posta fue recogida por la gente de “Voces del faro”, quienes lograron interesar varios Empresarios locales para llevar adelante “Espacial 2012” en pueblo Casablanca, en un encuentro de grandes dimensiones, tanto en la propuesta como en la participación.
Recientemente nos volvimos a juntar algunos de los que anduvimos por Paysandú en esas “tenidas” del pincel y la palabra, y acordamos volver a hacerlo cualquier fin de semana.
Es verdad que si nos apuran, los artistas no sabemos de dónde nace la necesidad de juntarnos para pintar. Ni siquiera sabemos si es una necesidad, o simplemente estamos respondiendo al impulso gregario y ancestral que traemos desde las cavernas. Lo que si sabemos, es que algo bueno le debe quedar a la sociedad como legado cuando la gente se aglutina en torno a un caballete para decodificar el lenguaje del color y de las formas. Los artistas no nos juntamos para “arreglar el mundo”, pero ante el fracaso de la mayoría de las estrategias humanas, quién dice que  algún día no sea el arte quien lo salve de la destrucción.
Hoy parece que algo está comenzando a moverse. Quizá tímidamente, pero cada vez con mas asiduidad nos enteramos que en tal o cual lugar se organiza un evento artístico. Muchas veces a impulsos de cuatro locos que no tienen dónde carece muertos porque gastan en pintura lo que les cuesta una parcela. Pero es algo.

Curiosamente, los artistas ya no pedimos nada. Hartos del no, sacamos a relucir la dignidad y nos arreglamos como podemos. Campeones del empecinamiento, poco nos importa si quienes administran los dineros del Estado nos ignoran. Mas aún, estoy seguro que ninguno de nosotros quiere una limosna. Pintando, escribiendo, haciendo teatro y música, danzando, tallando la piedra o la madera, esperaremos que algún día nuestro trabajo sea reconocido como tal a través de políticas públicas. 

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