Esa estuvo presa
Aldo
Roque Difilippo
Un grupo de 24 ex presas políticas
presentaron una denuncia contra más de 100 policías, militares, médicos y
enfermeras por delitos de torturas y abusos sexuales durante la pasada
dictadura cívico militar. Por primera vez la denuncia incluye violación a los
Derechos Humanos cometidos en el Batallón N° 5 de Mercedes y en la Dirección de
Investigaciones, realizadas por militares, policías, incluyendo la
participación de civiles, ya que un par
de médicos del medio.
Las denunciantes aseguran que se realizaban prácticas
tales como la desnudez, la introducción de objetos en la vagina y ano,
tocamientos, así como insultos degradantes y amenazas por la sola condición de
ser mujeres llegando en muchos casos a la consumación de la violación. Además
se mencionan las torturas: plantones, picana, submarino, entre otras. Una práctica sistemática que buscaba el
debilitamiento físico, moral y sicológico de las detenidas.
HUM BRAL dialogó con
tres de ellas: Brenda Sosa, Beatriz Bezano y Jacqueline Gurruchaga, quienes
rememoraron esas vivencias de los años del horror.
¿Los
carceleros eran mujeres o varones?
Brenda
Sosa: -En el Cuartel
eran hombres. Los oficiales eran quienes nos torturaban y nos interrogaban, y
los soldados, que algunos participaban de eso, pero en general no lo hacían,
pero si eran nuestros custodias.
¿En
las torturas participaban cargos jerárquicos solamente?
BS:
-Si. Los oficiales y algunos sargentos o cabos, que estuviera
integrado a ese equipo.
Brenda Sosa |
Beatriz
Bezano: -Incluso nosotros denunciamos a todos los oficiales,
al Comandante por ser el responsable primero, y después a todos los oficiales
que sabían, aceptaban y permitían eso. Nosotros denunciamos violencia sexual.
No era que uno se pasara con alguna mujer; era un plan sistemático que habían
aprendido en la Escuela
de las Américas, y que tenían que poner en práctica, y con todas. A veces
podían pasarse con las más jóvenes o las mas lindas, en los comentarios obscenos;
pero era con todas.
BS:
-El abuso sexual era para ellos un arma de
destrucción, física y moral, para hacernos pomada sicológicamente. Para ellos nosotros éramos el enemigo en
términos bélicos, y nos tenían que destruir. No éramos sindicalistas, amas de
casa, personas. Éramos el enemigo, y
como mujeres doblemente trasgresoras,
porque para ellos que son un reducto de mentalidad patriarcal y machista que una mujer
intervenga en política no lo podían
soportar. Era un agravante. El tema de
la violación y la violencia sexual era una forma de destruirnos, que aparte
algunos capaz la aprovechaban porque ellos también llegaban a un nivel de
degradación horrible.
BB:
-Éramos un botín de guerra, y creían que podían hacer cualquier cosa con
nosotros, y nos lo hacían sentir.
¿En
la tortura no participaban mujeres
militares, o supervisando las torturas como enfermeras o médicas?
Beatriz Benzano |
BS:
-En los cuarteles no. Después hubo una época que ellos
formaron un cuerpo de policía militar que eran mujeres,
diferente a la tropa, porque eran reclutadas en un estrato social más arriba.
La tropa generalmente eran soldados que
provenían de la frontera, de familias muy pobres, que la única opción
que tenían era la de enrolarse, en
cambio estas mujeres la mayoría cuando las reclutaban tenían el Liceo completo,
y provenían de hogares de trabajadores, culturalmente un poquito más arriba.
Hacían un proceso de selección a
través de la formación que les daban, que era terrible. Les daban formación
militar e ideológica, y las convertían
en máquinas de reprimir terribles. A partir del 1973, 74 empezaron a formarlas.
Era la guardia que estaba destinada a Punta de Rieles, pero también las
llevaban a unos lugares de tortura que eran masivos, en el 75, 76; y algunas de
ellas también iban a esos lugares. Así que también participaron de la tortura.
BB:
-Ése fue el gran invento de los milicos, porque les lavaron la cabeza y nada mejor que mujeres para cuidar a mujeres.
Realmente estaban ahí como esbirras, dedicadas a eso, a hostigarnos, a hacernos
la vida imposible día y noche. Golpeaban las rejas y los candados, lo más que
podían, no nos dejaban ir al baño y en los distintos trabajos nos reprimían…
Habitualmente
se habla de la tortura que padecieron las personas que estuvieron encarceladas,
pero había otro tipo de tortura que era
hacia la familia. ¿Cómo era la relación con los padres, las parejas, o los
hijos?
BB:
-Los familiares la pasaron negra.
BS:
-Fue terrible lo que ellos sufrieron. Nosotros estábamos juntas, nos apoyábamos
mutuamente, y de alguna manera nos sosteníamos pensando que más allá del
compromiso de cada una, había una causa que era común; porque todas estábamos
ahí porque habíamos participado de actividades ya sea política o sindical, o lo
que sea; por un ideal. Pero los familiares su situación era una consecuencia. Y
los niños ni que hablar. En la etapa del Cuartel las compañeras que tenían
hijos pasaban meses y meses sin saber nada de ellos. Después las embarazadas
que cayeron las torturaron con sus hijos en la panza.
Jacqueline Gurruchaga |
Los bebés el primer año y medio estaban recluidos
con las madres en los cuarteles en un clima
de represión terrible, porque
además los usaban como instrumento de presión para las madres.
En Punta Rieles la visita de los
niños era otra tortura, porque el lugar donde recibían a los niños era un patio
minúsculo, todo rodeado de alambrado, con soldados con ametralladoras apuntando. En un clima
muy represivo.
Jacqueline
Gurruchaga: -Todo podía generar alguna sanción. Previo
ingresar, con una revisión muy minuciosa que al niño le generaba problemas...
BB:
-Les revisaban los pañales, la ropita todo.
JG:
-Tenemos carta de los niños que ahora son grandes y que dicen nosotros somos
los que nos aprontábamos para ir. Los que nos revisaban los cuadernos, los
juguetes.
BB:
-La visita de los mayores también era horrible.
Primero que los hacían caminar muchísimo. Dos quilómetros a pie, desde camino
Maldonado al Penal, y después la revisación era espantosa.
La visita se hacía con un milico a
cada lado de nosotros, y si se llegaba a
hablar algo que no fuera, la podían interrumpir y muchas veces arbitrariamente
decían que no teníamos visitas…
JG:
-Estaba prohibido decir paloma, libertad, cosas
que tuvieran algún símbolo de algo.
Mi madre iba del interior con
mucha dificultad económica se pagaba el pasaje y llevaba dulce de membrillo,
manzana, artículos de limpieza. Toda la suma no podía pesar más de 5 quilos.
Cuando llegaba se les había ocurrido que dulce de membrillo no, que el jabón tenía
que estar rallado, pero ella había llevado dulce de membrillo porque el mes
anterior dejaban.
Mi hermana me contaba como una
picardía, sabiendo que lo militares no podían leer muy bien, que les decía
espere, que yo leo más rápido, y si veía que la nomina decía membrillo no, ella decía dulce de batata y mi mamá pasaba las cosas. Los familiares
temblaban, pero ella como el soldado no sabía leer muy bien, leía la nómina y
hacia pasar todo. Ella se convertía en la lectora de los soldados para que
pasara todo.
NOS TUVIMOS QUE RECONSTRUIR
JG:
-Después que cumplís la pena te podía pasar que los milicos pensaban que no
estuviste suficiente. La pena que ellos mismos te dieron, con la justicia que
ellos inventaron, con el abogado de oficio que ellos mismos te impusieron; y
entonces estabas preso otro poco mas por “medidas prontas de seguridad”.
Entonces un grupo de compañeras estuvimos retenidas por medidas prontas de
seguridad. Mis padres fueron a la cárcel y les dijeron que no sabia donde yo
estaba.
Estar preso por medidas prontas de
seguridad era estar con visitas más inciertas, con recreos más inciertos. Era
un retroceso con respecto a aquella Cárcel que ya era horrible, pero en el
quilómetro 14 de camino Maldonado era más horrible, y se daba una situación
particular porque nos juntábamos con otra gente que estaba muy cerca en un
centro clandestino de detención. Entonces juntaban presas que hacia mucho
tiempo que estaban con gente que recién
caía, y que venia de centros clandestinos de detención. Gente joven pero
envejecida, despedazada, muy mal, y nosotros a levantarlas.
A su vez nos llevaban a ver a los familiares encapuchados, vendados,
cuando ya nuestras familias ya nos
habían visto un poquito más aseados, y no con vendas y haciendo un trencito…
BS:
-Imaginate que hasta para nosotros nos provocaba ver
eso, más para los familiares.
Una vez me llevaron al Hospital
Militar porque tenia un problema cardíaco, y cuando estaba esperando que me
atendieran veo venir un trencito de
compañeros de la Cárcel
de Libertad, caminando uno a tras del otro, todos vendados, o encapuchados, con
los mamelucos, uno con la mano del hombro del otro como guía. Eso es
terrible. Entonces imaginate lo que era
que los familiares vieran eso.
JG:
-Así íbamos a las visitas.
Después del quilómetro 14 nos llevaron a Paso de los Toros. No sabíamos
dónde íbamos, entonces nos repartimos lo que teníamos. A mi me tocó poquitito
de leche y una sexta parte de una naranja. Nos mandaron en un ómnibus verde con los
vidrios tapiados. Todo el viaje esposadas, encapuchadas. De a ratos nos
acostábamos y tratábamos de mirar a ver si veíamos ruta. En el viaje me dio una
diarrea impresionante, una cosa espantosa por lo que había comido. Entonces
empiezo a pedir que me dejen bajar.
Bueno, todo un tramite, porque adelante y atrás iban camiones (del
Ejército). Resuelven autorizarme a bajar para hacer mis necesidades, después de
un trámite impresionante.
Preguntan cómo es el operativo de
seguridad. Resuelven cortar la ruta. Preguntan cómo: encapuchada no, esposada
de piernas no, todo por radio.
Resuelven esposarme una mano a una
soldado, y ronda de soldado. Preguntaban si los soldados de espalda o de
frente, todo eso conmigo ahí mientras aguantaba. Me bajan y me sacan la
capucha. Veo el ómnibus, camiones adelante y atrás, los jeep cortando la ruta,
en el medio campo desolado. Los milicos hacen una ronda, ametralladora en mano
y yo esposada a la soldado, con una mano me bajo la ropa y me tenía que
concentrar lo que tenía que hacer porque sino me mataban de una paliza.
En Paso de los Toros nos recibió
un ginecólogo. Otra humillación, con un milico ahí al lado, con una absoluta
falta de higiene y el tipo parado ahí con un arma,
Es decir la sistematización de la
humillación para denigrarnos fue
generalizada, y parte de un plan.
¿Cuando
salieron en libertad ustedes recibieron apoyo sicológico, sea de parte de las
instituciones médicas, o del Estado?
BS:
-A la salida de la democracia hubo, gracias a gestiones de compañeros del
exterior, unos fondos que destinó un organismo de Derechos Humanos para montar
un servicio que asistiera a los presos y
sus familiares que hubieran tenido secuelas graves. Ese servicio funcionó muy
bien, pero los fondos eran limitados y tenían un ámbito de acción muy limitado,
porque solo podía tratar a personas que tuvieran serios problemas siquiátricos
y sicológicos. Esa iniciativa era privada y no hubo ninguna cobertura por parte del Estado.
¿Cómo
se entiende que estemos transitando el segundo período de gobierno de
izquierda, donde ha habido mayoría
parlamentaria como para impulsar esta clase de iniciativas, y que no haya
habido sensibilidad para atender estos casos?
BB:
-Eso es lo difícil de entender.
Pensando
que alguno de los parlamentarios también pasaron por la cárcel y la tortura.
JG:
-Es como una negación de la cosa.
BS:
-Los gobiernos anteriores al Frente Amplio
fundamentaron la impunidad en función de que acá hubo una guerra, y que en ella
uno tiene que pagar un precio, que hubo dos bandos militares enfrentados, uno
perdió y el otro ganó. Cosa que nosotros negamos rotundamente.
Creo que hay gente en la izquierda
que también piensa en esos términos. Cuando lo empezamos a hacer presente,
cuando empezamos a hablar de eso, y tengo experiencia de haberme reunido con
parlamentario de todos los grupos, nos miraban con extrañeza. Pero no era un
problema político solamente. Incluso hay
algunos compañeros que tienen un rechazo a considerarse victimas porque
definen víctima de una forma peyorativa.
Puede haber causas diversas para que no haya habido esa
iniciativa por parte de la izquierda,
pero creo que es una falta de
conciencia de lo que es la problemática a posteriori de toda la represión, de
los derechos que tenemos. También pienso que puede haber cálculo político
electoral. Esto no da votos.
¿Y
cómo se hace para vivir con todo eso? Con los hijos, con las parejas…
BB:
-Con nosotros.
BS:
-Primero con nosotros, en nuestra vida.
En la mayoría de los casos no
tuvimos apoyo técnico, salvo las pocas que lo pudieron haber tenido por propia
iniciativa. Nos tuvimos que reconstruir como pudimos. Una de las cosas más
frecuentes es la negación. Decir esto me pasó y no lo tengo que estar
recordando porque me hace mal.
A todas nos pasa que cuando
empezamos a hablar de estas cosas o nos entra angustia y empezamos a llorar, o
nos salen granitos, o se nos hinchan las articulaciones, porque el organismo
reacciona.
Libertad
vigilada
Jacqueline
Gurruchaga: -“Después de salir en libertad teníamos que
ir una vez al cuartel. Teníamos que ponernos de espalda al Cuartel y esperar.
Te podés imaginar un empleador en
Mercedes que te de trabajo y le digas yo el viernes tengo que ir hasta el Cuartel. No sé cuánto
voy a demorar. Me tengo que parar de espalda al cuartel y esperar. Cuando se
les antoja yo firmo. Un plantón para que no me olvide, y cuando se les antoja
cruzo y firmo”. (…)
“Después pido permiso para ir a un
cumpleaños familiar a Santa Catalina. Allá me tuve que presentar la comisaría.
Hola que tal, vengo a un cumpleaños. A media mañana de vuelta, mira que sigo en
el cumpleaños. A media tarde mirá que me voy del cumpleaños. La cara de los
milicos de pueblo te la podés imaginar.
Cumplí la pena que ellos me
dieron, y mi arma, por si alguno le queda dudas era tener un volantecito y
gritar cualquier consigna que se me antojara en una manifestación”.
Mimetizarse
Jacqueline
Gurruchaga: “Me sacaba un muchacho a bailar y al otro día
siempre había alguien que le decía “mirá que esa estuvo presa”. Una vez salgo a
bailar y el muchacho me dice “hay esta música es divina, del grupo ABBA”. Le
digo “no tengo la más pálida idea de lo que es el Grupo ABBA”. “Y por que no
sabes”. “Porque los últimos años estuve presa”. Y ya me miró raro. No conocía
la música de la época. Volvés a un lado y no sabés nada. Caí con las polleras cortas y cuando
salí las polleras eran largas. Tuvimos que mimetizarnos, porque si lo decís
espantás a un mundo, y sino también.
Beatriz
Bezano: -“Lo importante es que ellos querían que nosotros
sintiéramos que seguían teniendo el poder. Nos dieron la libertad porque no
tenían más remedio, pero querían seguir vigilándonos como vigilaban a toda la
sociedad”.
El ex Cuartel "General Luna" , ahora
convertido en Terminal Shopping, un
lugar de torturas en el centro geográfico
de la ciudad de Mercedes.
|
“La violación sistemática de los derechos humanos de las
detenidas con particular énfasis en su condición de mujeres se traduce
indudablemente en violencia de género ejercida por agentes del Estado sin que
las detenidas pudieran recurrir a ningún tipo de autoridad en su defensa”. (…)
“En efecto, de las prácticas realizadas se desprende no sólo el grado de
ensañamiento empleado por los actores directos sino también el ensañamiento de
los agentes de la represión por su condición de mujeres reafirmando su poder
institucional y reproduciendo las relaciones de poder desiguales entre varones
y mujeres. No se contentaban con utilizar mecanismos reñidos con la ley para
obtener información si no que por el contrario disfrutaban perversamente de sus
acciones”.
Quizá le interese leer:
Shopping con pasado triste
Los niños cautivos de la dictadura cívico-militar
Ante los huesitos de Modesto
No hay comentarios:
Publicar un comentario