viernes, 12 de octubre de 2012

El día que pintamos la rambla de Mercedes

                               

  Ángel Juárez Masares

 

 

El pasado fin de semana se celebró en nuestro país el “Día del Patrimonio”. El mismo tiene como objetivo difundir los valores de la cultura nacional, ya sea material o inmaterial, y es organizado por la Comisión del Patrimonio Cultural del Ministerio de Educación y Cultura y se celebra en todo el país.
En esa oportunidad los edificios gubernamentales, museos, instituciones educativas, iglesias, y hasta casas particulares, que tengan interés histórico o arquitectónico,  abren sus puertas gratuitamente al público.
En cada año se elige una temática que será el tema Central del día. En el año 2011 la temática se abordó a la historia con el evento “La Redota” celebrando el Bicentenario del inicio del Proceso de la emancipación oriental.
Este año el Día del Patrimonio acompañó la edición del Diccionario del Español del Uruguay, que reúne más de diez mil voces y expresiones, propias de nuestro país.
En ese marco, la artista Milka Muñiz García organizó –con el apoyo de la Dirección de Cultura del departamento de Soriano- una actividad consistente en pintar frases en el pavimento de la ciudad de Mercedes.
Pese a lo inestable del clima en gran parte del país, participamos de esa movida pintando una frase de Rabbi Don Sem Tob (en Español antiguo) que ya hemos utilizado en HUM BRAL, y que nos parece de una admirable contundencia desde el punto de vista literario: “Non ay lança que pase todas las armaduras, nin que tanto traspase, commo las escrituras”.
Posiblemente tal frase ya no exista, pues como lo consignáramos mas arriba las lluvias han sido tan abundantes en esta zona que seguramente nuestro trabajo se convirtió en una suerte de “arte efímero”.  Sin embargo consideramos que tal circunstancia es un asunto menor, y que  la verdadera importancia estuvo en el acto en sí. La participación de los jóvenes y su entusiasmo y disposición para hacerlo, mas el interés de los ocasionales paseantes por el contenido de lo escrito, justifican por sí solos el trabajo, y demuestran una vez mas que “solo la palabra escrita es imperecedera”.
 
 

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