La descripción del horror, aún
vigente
La viuda del escritor disidente del régimen
soviético, Alexander Solzhenitsin, reinvindica la actualidad de la novela que
mostró la infamia del gulag, el sistema de cárceles del sistema, a 50 años de
publicada.
Un día en la vida de Iván
Denísovich, de Alexandr Solzhenitsin, la novela que descubrió al mundo el
horror del gulag soviético, conserva intacto su valor literario y su fuerza
moral 50 años después de su publicación, aseguró a EFE Natalia Solzhenítsina, la
viuda del escritor.
“Su fuerza está en que una
vez que lo lees, ya no lo puedes olvidar. Los libros conservan la memoria
colectiva de los pueblos, lo bueno y lo malo. Esa es la misión de los
escritores”, afirmó.
Fiel guardián del legado
del premio Nobel de literatura (1970) desde su muerte en 2008, Solzhenítsina,
de 73 años, recuerda el “terremoto” que causó en la sociedad soviética la
publicación de la obra en noviembre de 1962, en la revista literaria Novy Mir.
“Como toda familia de
intelectuales soviéticos que se preciara, nosotros estábamos suscritos a la
revista, por lo que el segundo día ya pude empezar a leerlo. Todos comprendimos
que estábamos ante un gran talento literario”, señaló.
A diferencia de muchos de
sus compatriotas, Solzhenítsina ya sabía de la existencia de la red de campos
de trabajo (gulag), ya que su abuelo había sido enviado a uno de ellos en la
república de Komi (norte).
“Abrió los ojos a muchos,
pero nosotros ya sabíamos lo que eran los campos por mi abuelo. Mi abuela y yo
guardábamos comida y se la enviábamos en paquetes. Se la seguimos enviando
durante años, incluso cuando ya había muerto”, indicó.
Novy Mir, que arrancó con
una tirada de 25.000 ejemplares, llegó a publicar casi un millón, cifra
reservada a los libros sobre Stalin.
“Alexandr Isáevich
(patronímico de Solzhenitsin) pensaba que no se publicaría. Su objetivo era
contar lo que vio en el gulag, pero de manera literaria, no como una
recopilación periodística que mañana se olvida fácilmente”, rememoró.
En realidad, apuntó, el
escritor empezó primero Archipiélago Gulag en 1958 sobre la base de su
experiencia y la de sus amigos, “pero lo dejó al caer en la cuenta de que eso
no era suficiente”.
Entonces comenzó a
escribir en 1959 Un día en la vida de Iván Denísovich, una novela corta de
apenas 100 páginas que no es autobiográfica, sino que está hecha de retazos de
la vida de diferentes presos.“El nombre del héroe, Iván Denísovich Sújov,
pertenece a un soldado del batallón en el que combatió Solzhenitsin durante la
guerra contra Alemania”, señala la viuda del literato.
El libro narra un día en
la vida de Sújov en el campo de Ekibastuz, en el norte de Kazajistán, donde el
escritor sirvió casi tres años (1950-53) de los ocho a los que fue condenado
por llamar a Stalin “bigotudo” en una carta cuanto estaba en el frente.
El libro termina así:
“Días como éste en su sentencia, de campana a campana, hubo tres mil
seiscientos cincuenta y uno. Debido a los años bisiestos, se le sumaron tres
días.
A Solzhenitsin, que fue
deportado en 1974, le gustaba decir que esta novela era como el pedestal, y
Archipiélago Gulag, el monumento a las víctimas de la represión soviética.
“Todos sus libros abordan
el comportamiento de las personas en situaciones extremas. Sea la guerra, la
cárcel, la enfermedad o el gulag. Unos reaccionan con generosidad y honestidad,
y otros se comportan como unos traidores. Todo depende de la conciencia y el
espíritu de cada uno”, destacó.
Cuando se publicó la
novela, la revista y el propio Solzhenitsin recibieron un aluvión de cartas de
antiguos presos.
“Unos contaban que las
cosas en su campo (Vorkutá, Magadán, etc.) eran aún peores. Otros solo
compartían sus impresiones. Él se reunió con muchos de ellos y pudo conservar
la memoria colectiva de las víctimas”, relató.
Solzhenítsina opina que el
entonces líder soviético, Nikita Jruschov, decidió autorizar la publicación de
Un día en la vida de Iván Denísovich para utilizar la novela como ariete en su
lucha contra el legado estalinista.
“Jruschov quería que
millones de soviéticos leyeran que cientos de miles de personas inocentes
habían sido enviadas a los campos por Stalin”, apuntó.
No obstante, ella cree que
“Jruschov se equivocó, ya que pensó que todos dirigirían sus críticas contra
Stalin, pero no calculó la fuerza de la reacción, ya que en el pueblo cundió la
decepción con todo el sistema soviético”.
“Él pensaba que los
lectores verían a Stalin como malo y a él como el bueno, pero no logró su
objetivo”, recalcó.
La viuda del Nobel, quien
acusa a los dirigentes rusos de no haber condenado oficialmente a Stalin como
un tirano y a la URSS
como un sistema criminal, cree que la novela no ha perdido vigencia, en gran
medida porque es de lectura obligatoria en la educación secundaria.
Extraído de: http://www.elobservador.com.uy
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