Filippo Brunelleschi nació
en Florencia en 1377, y murió en esa misma ciudad el 15 de abril de 1445. Fue
el arquitecto italiano más famoso del siglo XV y, con Alberti, Donatello y
Masaccio, uno de los creadores del estilo renacentista. Se formó como escultor
y orfebre e inició su carrera en el ámbito de la escultura. No es de extrañar,
por tanto, que participara en el concurso para la realización de las puertas
del baptisterio de Florencia en 1401, certamen en el que quedó segundo, después
de Ghiberti. Se dice que su decepción por este relativo fracaso fue tal que en
lo sucesivo decidió dedicarse casi exclusivamente a la arquitectura.
Sus profundos
conocimientos matemáticos y su entusiasmo por esta ciencia le facilitaron el
camino, además de llevarle al descubrimiento de la perspectiva, la clave del
arte del Renacimiento. A Brunelleschi se debe, de hecho, la formulación de las
leyes de la perspectiva central, tal como afirma Alberti en su famoso tratado
Della pintura.
Pero en su época, su fama
estuvo asociada, sobre todo, a la cúpula de la catedral de su ciudad natal,
Florencia, ya que sus conocimientos de ingeniería le permitieron solventar los
problemas, en apariencia insolubles, de la construcción de dicha cúpula, por lo
que sus conciudadanos lo reverenciaron. De hecho, en la actualidad la cúpula
continúa siendo su obra más admirada.
A partir de los monumentos
clásicos y de las realizaciones del románico toscano, creó un estilo
arquitectónico muy personal, en el que desempeñan un papel fundamental las
matemáticas, las proporciones y los juegos de perspectiva. En todos los
edificios que llevan su firma, las partes se relacionan entre sí y con el todo
mediante fórmulas matemáticas, de manera que, por ejemplo, una sección es la
mitad o la cuarta parte del todo, etc.
También entran en juego
las combinaciones de diferentes figuras geométricas (cuadrado, círculo,
triángulo), ya que para Brunelleschi, como buen renacentista, la estética no
era un juego de azar sino el resultado de la correcta aplicación de una serie
de leyes preestablecidas. Precisamente por ello, sus edificios no son aptos
para suscitar emociones sino para intentar comprender fría y racionalmente las
leyes que el artista quiso plasmar a través de sus realizaciones.
Su arquitectura elegante y
moderadamente ornamental queda compendiada a la perfección en dos espléndidas
creaciones: la capilla Pazzi y la Sacristía Vieja de San Lorenzo. Son dos obras de
planta central, basadas en la armonía visual y en la alternancia,
característica del artista, entre arenisca gris y estuco blanco. Pese a la
importancia de su figura, la influencia de Brunelleschi en las generaciones
posteriores fue muy limitada. Sin embargo, quien sin duda se inspiró de algún
modo en él para sus realizaciones arquitectónicas fue Miguel Ángel.
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