¿Pudo
la vida aparecer antes que la Tierra?
Daniel Mediavilla
Un artículo
plantea la posibilidad de que la vida apareciera muchos millones de años antes
de la formación de la Tierra. Numerosos expertos han criticado el trabajo.
Toda la
vida es extraterrestre. Hace 9.000 millones de años, mucho antes de que la
Tierra fuese siquiera un proyecto de planeta, las piezas con las que después se
construirían los organismos vivos ya existían en el universo. Alexei Sharov,
del Instituto Nacional del Envejecimiento en Baltimore (Estados Unidos), y
Richard Gordon, del Laboratorio de Especímenes del Golfo en Florida, han
planteado esta hipótesis apoyándose en una ley planteada en los años 60 para
calcular el ritmo al que crecería la capacidad de las computadoras. En 1965, el
cofundador de Intel Gordon E. Moore afirmó que el número de transistores por
unidad de superficie en circuitos integrados se había duplicado cada año desde
la invención de los circuitos en 1958 y que la tendencia continuaría durante la
siguiente década.
El tiempo
ha dado la razón a Moore y su ley ha mostrado su utilidad para hacer
predicciones en otros campos. Según se explica en la revista MIT Technology
Review, el número de publicaciones científicas, por ejemplo, se duplicó una vez
cada 15 años entre 1960 y 1990. Reconstruyendo ese proceso a la inversa, se
podría calcular el inicio de las publicaciones científicas hacia 1710, durante
la época en que vivió Isaac Newton.
En un
artículo publicado en Arxiv, Sharov y Gordon cuentan cómo tomaron como
referencia los niveles de complejidad de la vida en distintos niveles de la
evolución: desde los procariotas, un tipo de organismos formados por una sola
célula sin núcleo al que pertenecería el ancestro común a todos los seres vivos
del planeta, a los eucariotas, formados por la asociación entre procariotas, a
los seres más complejos, formados por varias células eucariotas, como los
gusanos, los peces o los mismos humanos. Con estas referencias calcularon que
el ritmo al que se incrementaba la complejidad de la vida era exponencial como
el predicho por la ley de Moore y que se doblaba cada 376 millones de años.
Con esa
estimación, hicieron el cálculo hacia atrás, desde los seres más complejos
hasta llegar al primero de los nucleótidos, una especie de ladrillos de ADN con
los que se empezaron a construir todos los seres vivos. El resultado colocaba
el origen de la vida hace unos 9.500 millones de años, con un margen de error
de 2.500 millones de años arriba o abajo. Si su cálculo fuese correcto, la vida
habría aparecido mucho antes de la formación de la Tierra, hace 4.500 millones
de años, y su nacimiento podría incluso estar muy cercano al Big Bang, el gran
estallido que dio origen a nuestro universo hace 13.600 millones de años.
El planteamiento,
que según reconocen los propios autores es muy especulativo, tiene varias
consecuencias interesantes. Por un lado, la vida habría llegado a la Tierra
desde el espacio viajando a bordo de cometas o asteroides, pero la hipótesis
descartaría que una especie extraterrestre superior hubiese sembrado de vida
nuestro planeta. La vida necesitó unos 5.000 millones de años para alcanzar la
complejidad de las bacterias y, por lo tanto, no sería posible que cuando
apareció la Tierra ya hubiese seres inteligentes en otros lugares del cosmos.
“Nuestra
hipótesis implica que la vida sería muy similar en otros planetas, al menos en
la parte vecina de nuestra galaxia, pero eso no significa que los ritmos de
evolución sean los mismos en todos los planetas”, explica Sharov. “La vida
evolucionará más despacio en planetas con ambientes hostiles”, pero las
civilizaciones como la humana estarían empezando a surgir justo ahora porque
“todos los planetas con condiciones favorables mostrarán similares ritmos de
evolución, porque esos ritmos estarán determinados principalmente por factores
intrínsecos”, añade.
Críticas al
estudio
Las
implicaciones de que Sharov y Gordon tuviesen razón serían enormes, pero muchos
científicos ya han mostrado su escepticismo. En otro artículo publicado en
Arxiv, un equipo dirigido por Caren Marzban de la Universidad de Washington,
recuerda la escasez de datos que existen sobre los organismos que vivieron en
la Tierra durante sus primeros 2.000 millones de años de historia. Por ejemplo,
señalan, “el tamaño del genoma funcional de los procariotas se estima a partir
del genoma más pequeño de este tipo de organismos” y hay incertidumbres de
millones de años sobre el momento en el que sus genomas se transformaron.
Además,
según explica el líder del grupo de Genómica Comparativa del CRG, Toni
Gabaldón, “sabemos que el tamaño del genoma no tiene por qué incrementarse
linealmente”. “En el caso de la endosimbiosis, por ejemplo, cuando las células
procariotas se asociaron para formar células eucariotas, el pool de genes se
duplicó en un evento”, añade. “Por otro lado, sabemos que en otras ocasiones
los genomas han disminuido. Por ejemplo en algunas bacterias, se ha perdido
parte del genoma por adaptación a un nicho muy reducido”, concluye.
Otro de los
defectos que detecta Marzban en su artículo es que solo se utilicen regiones
codificantes como medida de la complejidad del genoma, sin tener en cuenta que
el papel de regulación de las zonas del genoma que no codifican pueden agregar
una complejidad que se ignora. “Basar la complejidad del genoma de organismos
extintos basándose en una estimación incierta del tamaño del genoma funcional
de organismos actuales, puede ser doblemente defectuoso”, afirma. En resumen,
si se incluyen factores de incertidumbre como los mencionados, Marzban y su
equipo consideran que el origen de la vida podría situarse sin problemas por
debajo de los 4.500 millones de años de edad de la Tierra.
Pese a
todo, los autores del estudio siguen defendiendo la validez de sus
planteamientos como ejercicio para superar el pensamiento convencional. “Muchos
libros de texto y artículos científicos presumen que la vida comenzó en la
Tierra sin cuestionar esa asunción”, enfatiza Gordon. “Nuestro artículo abre la
puerta para que esa asunción se evalúe más a fondo”, afirma.
Pese a las
discrepancias, todos los investigadores están de acuerdo en una cosa: “Lo que
nos daría pistas sobre si la vida se originó en la Tierra o en otros planetas,
sería encontrar restos de vida en esos planetas”, asevera Gabaldón. Sharov
también cree que un hallazgo de ese tipo es la única manera de zanjar este
debate. “Si la Tierra fue contaminada con la vida, entonces otros objetos del
Sistema Solar también fueron contaminados, pero como los entornos de otros
planetas y satélites suelen ser muy hostiles, es probable que la evolución de
la vida haya sido más lenta que en la Tierra”, explica el investigador de
Baltimore.
“Por lo
tanto, es posible que encontremos bacterias que sean mucho más cercanas a las
que viajaron por el espacio”, añade. “No obstante, es posible que algunas
bacterias hayan viajado desde la Tierra a otros objetos del Sistema Solar, así
que necesitaremos modelos matemáticos para distinguir los colonos originales de
otras adiciones posteriores que pudiesen llegar por medio de viajes
interplanetarios”, remacha.
Extraído
de: http://www.cromo.com.uy
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