Enfrentarse a un muro o a
una tela blanca es siempre un desafío y una responsabilidad. Pero hacerlo en un
entorno donde prima el respeto por el hecho creativo, es una doble responsabilidad,
una mochila extra para el que encara
cualquier actividad artística. Invitados por amigos de San Gregorio de Polanco
fuimos a esa ciudad de Tacuarembó, a emprender ese desafío.
Angel Juárez a retocar y culminar –si es que se puede
culminar una obra- el mural “Icaro”
pintado en diciembre del año pasado. Aldo Difilippo para acometer contra un muro aún virgen. Partimos con expectativas y
regresamos no solamente con la satisfacción de haberlas cumplido, sino que desbodados por todo lo recibido en esos días: el respeto
del espectador ante alguien que intenta plasmar algo –en este
caso en una pared-; y el afecto y atención de colegas y personas nucleadas en torno a la cultura que estuvieron
en todos los detalles para facilitarnos la tarea.
Compartimos una serie de imágenes de esos días intensos de trabajo y color.
No hay comentarios:
Publicar un comentario