A 152 AÑOS DEL NACIMIENTO DE GUSTAV KLIMT
Fue la figura más representativa del modernismo
pictórico (Jugendstil) en el mundo de habla alemana. Se formó en la escuela de
artes aplicadas de su ciudad natal y triunfó como autor de grandes pinturas
decorativas en un estilo de corte academicista, del que constituyen un buen
exponente las pinturas de la escalera del Museo de Historia del Arte de Viena.
En 1897, su interés por el arte de vanguardia lo
llevó a abandonar la Asociación de Artistas Vieneses y a fundar, con algunos
amigos, la famosa Secesión Vienesa, de la que fue el primer presidente y máximo
exponente. Las pinturas murales alegóricas para la Universidad de Viena, en las
que se advierte ya un evidente cambio de estilo, suscitaron duras críticas, por
lo que el artista abandonó el encargo antes de finalizarlo (las que había
concluido las destruyó un incendio en 1945).
Como consecuencia de este episodio, ya no volvió
a recibir encargos oficiales, pese a lo cual realizó gran cantidad de telas, en
primer lugar paisajes plasmados con una concepción muy peculiar de la
perspectiva y en los que predominan las tonalidades verdes, y después, sobre
todo, figuras femeninas, que constituyen lo más conocido y valorado de su
producción.
En estas obras supo combinar el realismo del
retrato con un decorativismo extremo en los fondos y los vestidos, en los que
predominan los tonos amarillos y dorados y los motivos inspirados en las alas
de mariposa o las colas de pavo real. Destacan, entre otras muchas obras, El
beso, Salomé y Judith I, imbuidas todas ellas
de una sensualidad palpable. El Osterreichische Museum de Viena conserva una
excelente colección de su pintura.
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