GIUSEPPE ARCIMBOLDO, PRECURSOR DEL SURREALISMO
Giuseppe Arcimboldo nació en Milán en 1527 y
murió el 11 de julio de 1593. Antes de dedicarse a la pintura fue diseñador de
cartones para tapices, y vitralista de la catedral de Milán. Vivió en Praga, y
en Viena trabajó para la corte de los Habsburgo. Arcimboldo fue el creador de
un tipo de retrato en que el rostro estaba constituido por agrupaciones de
animales, flores, frutas y toda clase de objetos. En ellos se encuentra una
mezcla de sátira y alegoría, como en La primavera y El
verano. Sus obras fueron vistas en su tiempo como un ejemplo de pintura
curiosa pero carente de valor artístico. En época reciente, los surrealistas
concedieron gran valor al juego visual de sus composiciones y al carácter
grotesco de sus alegorías.
Inició su carrera a los 22 años, como diseñador
de las vidrieras de la catedral milanesa, junto a su padre, Biaggio, que sería
su primer maestro. Combinó sus trabajos con el estudio de los grabados de
Leonardo da Vinci, especialmente los de vena caricaturesca, cuya huella se
evidenciaría en su posterior producción. En 1562 se trasladó a Praga, donde
estuvo sucesivamente al servicio de los emperadores Fernando I, Maximiliano II
y Rodolfo II, convirtiéndose en uno de los pintores favoritos de la corte, en
la que realizó varios decorados para el teatro imperial. A la muerte de Rodolfo
II regresó a Milán, donde falleció el 11 de julio de 1593.
De la obra de Giuseppe Arcimboldo sobresalen los
diversos cuadros alegóricos en los que, a partir de verduras, frutas, flores,
animales u objetos diversos, forma figuras humanas o figuraciones de las
estaciones del año, tales como la Primavera (1563, Museo del
Louvre, París) o el Retrato con hortalizas (Pinacoteca de
Cremona). Dotado de una singular imaginación para crear los más inverosímiles y
originales efectos visuales, Arcimboldo gozó de merecida fama en su tiempo a
partir de esos retratos grotescos (particularmente los de la serie Las
cuatro estaciones) en los que la fisiología del rostro quedaba constituida
por los elementos más dispares. Es un arte caprichoso, ilusionista y minucioso,
representante del gusto manierista por la metáfora artificiosa, la curiosidad
insólita y la paradoja.
El estudio y la valoración de la obra de
Arcimboldo no fueron abordados con rigor hasta principios del siglo XX, como
reflejo del interés volcado hacia ella por el surrealismo. Los surrealistas
apreciaron una fascinante mezcla de sátira y alegoría en estas obras, y
concedieron un gran valor al juego visual que proponen sus composiciones; en
ellas vieron en una anticipación de sus juegos visuales e incorporaron sus
técnicas a su propio vocabulario, imitándolas profusamente. Su influencia llegó
a pintores de la talla de Salvador Dalí, como lo demuestra la Cara paranoica realizada
por el artista español en 1935.
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