JEAN DE LA FONTAINE, Y LA SÁTIRA
POLÍTICA HECHA FÁBULA
Jean
de la Fontaine nació en Château-Thierry, Francia, el 8 de julio de 1621 y murió
en París el13 de abril de 1695. Poeta cuya fama se debe a sus doce libros
de Fábulas consideradas modelo del género. Nació en una familia
acomodada: era el hijo mayor de un consejero del rey encargado de la guarda de
dominios forestales y de caza. A su llegada a París, en 1635, fue novicio en
una orden religiosa durante un año y medio y luego siguió estudios de derecho.
En 1652 compró el cargo de maestro particular trienal de Aguas y Bosques y en
1658 heredó de su padre otros dos semejantes. El ejercicio de sus funciones le
dio ocasión de observar la vida rústica y le permitió consagrarse a las letras
al mismo tiempo.
En
1654 dio a conocer una adaptación de la comedia de Terencio, El eunuco, que le valió
los favores del ministro de Finanzas Nicolás Fouquet, a quien en 1658 dedicó su
poema Adonis, inspirado en Ovidio, y al que en adelante proporcionó
madrigales, sonetos y otros versos a cambio de su mecenazgo. Le Songe
de Vaux, manifestación de la estética galante, obra interrumpida por la
caída en desgracia de Nicolás Fouquet en 1661, también estuvo
dedicada a la gloria de su protector. Arrestado éste, La Fontaine le manifestó
su apoyo componiendo la Elegía a las ninfas de Vaux como una
especie de apelación dirigida al rey. Privado de apoyo y tras una temporada en
el exilio, buscó un nuevo protector en la persona del duque de Bouillon.
Frecuentó los salones y al mismo tiempo estableció contactos con los medios
jansenistas.
Los
años de 1660 fueron los más productivos de su vida literaria. En 1665 publicó
sus primeros Cuentos, inspirados en autores como Boccaccio o La
Salle, cuyas historias alteró notablemente, y en 1668 sus primeras Fábulas.
Obtuvo un rápido éxito, en parte por el escándalo generado por el carácter
licencioso de sus Cuentos, que muy pronto fueron censurados y cuya
difusión se prohibió.
Todavía
mayor fama obtuvo, sin embargo, con sus Fábulas, conjunto de narraciones
en verso protagonizadas por animales que actúan como seres racionales, y cuyo
objetivo es ofrecer una enseñanza moral. Inspiradas en las fábulas clásicas y
dotadas de un agudo sentido del humor, fueron agrupadas en doce libros y
publicadas entre 1668 y 1694. Las Fábulas constituyen deliciosas
comedias y dramas en miniatura, con personajes excelentemente caracterizados,
escritas en un lenguaje de gran naturalidad y fluidez expresiva; a través de
ellas legó a la posteridad una visión irónica y un tanto escéptica de la
sociedad.
En
los años siguientes publicó la novela Psyché, el poema
mitológico Clymène y otros poemas. Al mismo tiempo que
escribió estas obras profanas, a menudo galantes, a veces licenciosas, compuso
y publicó obras de carácter religioso como La Captivité de saint Malc y
Recueil de poésies chrétiennes, con lo que se manifestó como uno de los
autores más fecundos de su época, cosa que la tradición dejó un poco de lado,
al no reconocer más que las Fábulas y, accesoriamente, los Cuentos.
Después
de haber disfrutado de los sucesivos mecenazgos de la duquesa de Orléans y de
Madame de La Sablière, se incorporó al círculo de protegidos de Madame de
Montespan, junto a Jean Racine y Nicolás Boileau. Los tres constituyeron el
núcleo del partido de los tradicionalistas en la querella de "antiguos y
modernos" que se empezaba a gestar en ese momento. Por aquellos años, La
Fontaine elaboró su segundo compendio de Fábulas y publicó los
libros del VII al XI de esta obra en 1678 y 1679. También intentó, pero sin
éxito, imponerse en la producción teatral. En 1683 fue elegido miembro de la
Academia Francesa. En 1682 y 1685 dio a la imprenta nuevos compendios de
poesías, y siguió luego trabajando en sus últimas Fábulas,
publicadas en 1694.
Las Fábulas
Las
fábulas de La Fontaine se agrupan en doce libros. Los seis primeros, que
contienen 124 fábulas, fueron publicados en 1668; los cinco siguientes (89
fábulas), en 1678-79, y el último (27 fábulas), en 1694. Su título
exacto, Fábulas escogidas y puestas en verso, declara ya el intento
del autor: dar forma poética a las mejores composiciones de los maestros
antiguos (el griego Esopo y el latino
Fedro) y de otros autores modernos. Al comienzo de la obra, La Fontaine traza
una biografía un tanto fantástica del inventor del género, Esopo.
El
fin de la fábula siempre es el de instruir: el autor lo recuerda a menudo,
afirmando a la vez su voluntad artística, al declarar que abre un nuevo camino,
el de la fábula poética. La fábula, que para los humanistas italianos
(Bevilacqua, Faerno) y para los franceses del siglo XVI (Haudent, Guéroult) era
un género inferior, con La Fontaine alcanza la grandeza de los antiguos, con un
más acusado carácter artístico, abandonando la excesiva brevedad de Fedro. Dejándose llevar por su gusto por la
narración, La Fontaine aúna en sus fábulas este amor al relato con la seriedad
moral y con la infinita variedad de motivos.
Los
primeros seis libros respetan discretamente los modelos y las formas
tradicionales, con descarnados apólogos al comienzo ("La cigarra y la
hormiga"); más adelante, trata los argumentos cada vez con mayor libertad,
de modo que los viejos asuntos resultan transformados y renovados, a veces con
sabor de cuento ("La joven viuda"). La Fontaine satiriza la vanidad y
la envidia y deplora la maldad humana ("El león viejo"). En general,
la suya es una moral de la experiencia, llevada con la serena aceptación de una
realidad en la que domina el mal, y que impone la prudencia y la astucia, sin
excluir el amor y la piedad. Los animales aparecen tal como los ha fijado la
tradición fabulista: no siempre verdaderos según la ciencia, pero siempre
vivos.
El
frecuente uso del verso libre, la rica variedad de la lengua, el acento
personal, lírico, convierten ya en una verdadera y nueva creación esta
recopilación primera. Pero la plenitud artística se consigue en la segunda (el
último libro añadirá ya pocos méritos), donde el autor demuestra ser uno de los
más originales y ricos poetas franceses. La fábula alcanza amplitud de sátira
política ("Los animales enfermos de peste"), denuncia el egoísmo
hipócrita ("El topo retirado del mundo"), pronuncia palabras de alta
sabiduría ("La muerte y el moribundo") o se convierte en tierna
elegía ("Los dos pichones", "Los dos amigos"). En ellas
aparece un pensamiento más maduro, una intransigencia más viva ante los vicios
del hombre, un reconocimiento más elevado de los mejores bienes (la amistad, el
sentido humanitario), y una más decidida entrega a lo lírico y lo fantástico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario