Manuscritos
literarios argentinos, una singular muestra de la Biblioteca Nacional
Espiar
la intimidad de la escritura de los grandes autores nacionales
De Borges a Cortázar y de Pizarnik a
Walsh, textos manuscritos, pruebas de imprenta, correcciones, tachaduras y
anotaciones personales dan cuenta del proceso de gestación de las obras más
significativas de nuestra literatura.
Ivana
Romero
Es una
esquela de 22 centímetros y medio de ancho por 13 de largo, escrita en tinta
negra con una letra menuda, estilizada, dentro de un ejemplar de Sur. No un
ejemplar cualquiera si no el número 112 de esa revista, de 1949. Allí, Jorge
Luis Borges publicó la primera versión del cuento "Tema del traidor y el
héroe". Pero las páginas impresas –desde la 23 a la 26– tienen varias
correcciones manuscritas. Y, lo que es inquietante, el nombre del autor aparece
tachado con una línea fina que lo atraviesa de lado a lado. Fue el mismo Borges
quien corrigió así su texto. Y no sólo eso. En la esquela escribió un nuevo
final para el cuento, tal como fue publicado meses más tarde en Ficciones. Este
documento fue hallado en julio de 2013 en los depósitos de la Hemeroteca de la
Biblioteca Nacional por Laura Rosato y Germán Álvarez. Ahora se muestra por
primera vez. Y si bien es todo un hallazgo, este material constituye apenas uno
de los tesoros de la muestra Manuscritos literarios argentinos. Escenas de
escritura que se exhibe en la Sala Leopoldo Marechal de la Biblioteca Nacional.
Allí se reúnen textos en construcción de varios escritores destacados del siglo
XX: Borges, pero también Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Leopoldo Lugones,
Ricardo Güiraldes, Alejandra Pizarnik, Rodolfo Walsh, David Viñas, Alfonsina
Storni, Oliverio Girondo y César Tiempo.
A través de
borradores, escritos inéditos, textos corregidos, galeras, cartas y cuadernos
de anotaciones, la exposición permite acercar al visitante al proceso de
construcción de obras fundamentales de la literatura argentina como Don Segundo
Sombra o Rayuela. Así, por ejemplo, se exhiben las galeras de imprenta que
fueron corregidas por el propio Walsh para la tercera edición de Operación
Masacre, publicada en 1969 por el sello Jorge Álvarez. Una de las
intervenciones del escritor consistió en modificar el epígrafe de la segunda
edición. Así, un exquisito poema de TS Eliot fue cambiado por una frase de
quien encabezó los fusilamientos de José León Suárez, el comisario inspector
Rodolfo Rodríguez Moreno: "Agrega el declarante que la comisión
encomendada era terriblemente ingrata para el que habla, pues salía de todas
las funciones específicas de la policía." "Una cosa es haber leído
esto en informes vinculados a Walsh y otra es que el lector vea el material con
sus propios ojos. Y es que en este como en cada uno de los casos que se exhiben
en esta colección, estamos ante manuscritos que permiten un acercamiento a cada
proceso de trabajo, a cada forma de abordar una obra que siempre tiene un doble
trasfondo: artística, sí, pero también política si se la explora en
profundidad, como testimonio de una época", explica Ezequiel Grimson,
director de Cultura de la Biblioteca.
La
curaduría está a cargo de un equipo que encabezan Cecilia Larsen y Solana
Schvartzman. "Lo que se busca es indagar esos momentos de inspiración,
trabajo, corrección, que muchas veces permanecen ocultos en la intimidad. Es
decir, conocer el camino que hizo cada escrito para llegar a ser lo que
fue", dicen. Agregan que, en ese sentido, buscaron la manera de
"hacer más público lo privado". De ahí que la muestra se complemente
con lo que ellas definen como "escenas de escritura". "Cada
escritor arma un espacio particular de trabajo y esa elección dice algo acerca
de la relación entre el autor, la obra y su entorno. Por eso elegimos tres
escenas posibles: un despacho como el que usaba Lugones; una habitación como en
la que se refugiaba Pizarnik o un bar como el que le gustaba a Cortázar. Y es
que los espacios también se vinculan con el momento donde el texto, todavía en
manos del autor, sigue inestable, objeto de trabajo y reescritura",
indican.
Los
materiales provienen de la Sala del Tesoro, del área de Archivos y Colecciones
Particulares y también, de la Colección General de Libros. "Queremos
ofrecerles a los lectores y los visitantes de la Biblioteca, la posibilidad de
que vean manuscritos que por su valor, en general sólo pueden ser consultados
por investigadores", afirma Grimson quien, en el catálogo de la muestra,
denomina "silenciosos acontecimientos" a las huellas que deja cada
escritor en su trabajo. Así observa, entre otras características, "la
bella y paciente letra de Lugones; la ordenada y señorial (aun con sus pequeños
tachones) de Güiraldes; la apenada de Alfonsina; la-tan-inclinada-que-invita-a-tirarse-en-tobogán-de-Girondo
(…); las mecanografiadas de Bioy, plagadas de dudas, y de Tiempo, a quien
imaginamos encorvado sobre la máquina de escribir cada vez que no come o
duerme".
El
funcionario adelanta que esta propuesta no se reduce a la exhibición de los
manuscritos, valioso patrimonio de la Biblioteca. "Hay un equipo que
además de colaborar con la muestra, está seleccionando materiales con el
objetivo de ser publicados en breve", señala. Evelyn Galiazo trabaja con
la biblioteca de Pizarnik. El objetivo es relevar las notas que la poeta dejó
en sus libros y reunirlas en un único volumen. Lo mismo ocurrirá con las notas
dispersas del Archivo de David Viñas dedicado al estudio de Lucio Mansilla, que
también se exhibe en la muestra. Andrés Tronquoy se ocupa de la investigación
que se transformará en un libro con este inédito del autor de Un dios
cotidiano. Por su parte, una de las curadoras, Solana Schvartzman, se encuentra
abocada a la selección de correspondencia de César Tiempo, también con el
objetivo de publicar el resultado de ese trabajo.
Extraído
de: http://tiempo.infonews.com/
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