sábado, 18 de octubre de 2014

Manuscritos literarios argentinos, una singular muestra de la Biblioteca Nacional

Espiar la intimidad de la escritura de los grandes autores nacionales


De Borges a Cortázar y de Pizarnik a Walsh, textos manuscritos, pruebas de imprenta, correcciones, tachaduras y anotaciones personales dan cuenta del proceso de gestación de las obras más significativas de nuestra literatura.



Ivana Romero


Es una esquela de 22 centímetros y medio de ancho por 13 de largo, escrita en tinta negra con una letra menuda, estilizada, dentro de un ejemplar de Sur. No un ejemplar cualquiera si no el número 112 de esa revista, de 1949. Allí, Jorge Luis Borges publicó la primera versión del cuento "Tema del traidor y el héroe". Pero las páginas impresas –desde la 23 a la 26– tienen varias correcciones manuscritas. Y, lo que es inquietante, el nombre del autor aparece tachado con una línea fina que lo atraviesa de lado a lado. Fue el mismo Borges quien corrigió así su texto. Y no sólo eso. En la esquela escribió un nuevo final para el cuento, tal como fue publicado meses más tarde en Ficciones. Este documento fue hallado en julio de 2013 en los depósitos de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional por Laura Rosato y Germán Álvarez. Ahora se muestra por primera vez. Y si bien es todo un hallazgo, este material constituye apenas uno de los tesoros de la muestra Manuscritos literarios argentinos. Escenas de escritura que se exhibe en la Sala Leopoldo Marechal de la Biblioteca Nacional. Allí se reúnen textos en construcción de varios escritores destacados del siglo XX: Borges, pero también Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Leopoldo Lugones, Ricardo Güiraldes, Alejandra Pizarnik, Rodolfo Walsh, David Viñas, Alfonsina Storni, Oliverio Girondo y César Tiempo.
A través de borradores, escritos inéditos, textos corregidos, galeras, cartas y cuadernos de anotaciones, la exposición permite acercar al visitante al proceso de construcción de obras fundamentales de la literatura argentina como Don Segundo Sombra o Rayuela. Así, por ejemplo, se exhiben las galeras de imprenta que fueron corregidas por el propio Walsh para la tercera edición de Operación Masacre, publicada en 1969 por el sello Jorge Álvarez. Una de las intervenciones del escritor consistió en modificar el epígrafe de la segunda edición. Así, un exquisito poema de TS Eliot fue cambiado por una frase de quien encabezó los fusilamientos de José León Suárez, el comisario inspector Rodolfo Rodríguez Moreno: "Agrega el declarante que la comisión encomendada era terriblemente ingrata para el que habla, pues salía de todas las funciones específicas de la policía." "Una cosa es haber leído esto en informes vinculados a Walsh y otra es que el lector vea el material con sus propios ojos. Y es que en este como en cada uno de los casos que se exhiben en esta colección, estamos ante manuscritos que permiten un acercamiento a cada proceso de trabajo, a cada forma de abordar una obra que siempre tiene un doble trasfondo: artística, sí, pero también política si se la explora en profundidad, como testimonio de una época", explica Ezequiel Grimson, director de Cultura de la Biblioteca.
La curaduría está a cargo de un equipo que encabezan Cecilia Larsen y Solana Schvartzman. "Lo que se busca es indagar esos momentos de inspiración, trabajo, corrección, que muchas veces permanecen ocultos en la intimidad. Es decir, conocer el camino que hizo cada escrito para llegar a ser lo que fue", dicen. Agregan que, en ese sentido, buscaron la manera de "hacer más público lo privado". De ahí que la muestra se complemente con lo que ellas definen como "escenas de escritura". "Cada escritor arma un espacio particular de trabajo y esa elección dice algo acerca de la relación entre el autor, la obra y su entorno. Por eso elegimos tres escenas posibles: un despacho como el que usaba Lugones; una habitación como en la que se refugiaba Pizarnik o un bar como el que le gustaba a Cortázar. Y es que los espacios también se vinculan con el momento donde el texto, todavía en manos del autor, sigue inestable, objeto de trabajo y reescritura", indican.
Los materiales provienen de la Sala del Tesoro, del área de Archivos y Colecciones Particulares y también, de la Colección General de Libros. "Queremos ofrecerles a los lectores y los visitantes de la Biblioteca, la posibilidad de que vean manuscritos que por su valor, en general sólo pueden ser consultados por investigadores", afirma Grimson quien, en el catálogo de la muestra, denomina "silenciosos acontecimientos" a las huellas que deja cada escritor en su trabajo. Así observa, entre otras características, "la bella y paciente letra de Lugones; la ordenada y señorial (aun con sus pequeños tachones) de Güiraldes; la apenada de Alfonsina; la-tan-inclinada-que-invita-a-tirarse-en-tobogán-de-Girondo (…); las mecanografiadas de Bioy, plagadas de dudas, y de Tiempo, a quien imaginamos encorvado sobre la máquina de escribir cada vez que no come o duerme".
El funcionario adelanta que esta propuesta no se reduce a la exhibición de los manuscritos, valioso patrimonio de la Biblioteca. "Hay un equipo que además de colaborar con la muestra, está seleccionando materiales con el objetivo de ser publicados en breve", señala. Evelyn Galiazo trabaja con la biblioteca de Pizarnik. El objetivo es relevar las notas que la poeta dejó en sus libros y reunirlas en un único volumen. Lo mismo ocurrirá con las notas dispersas del Archivo de David Viñas dedicado al estudio de Lucio Mansilla, que también se exhibe en la muestra. Andrés Tronquoy se ocupa de la investigación que se transformará en un libro con este inédito del autor de Un dios cotidiano. Por su parte, una de las curadoras, Solana Schvartzman, se encuentra abocada a la selección de correspondencia de César Tiempo, también con el objetivo de publicar el resultado de ese trabajo.




Extraído de: http://tiempo.infonews.com/

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