sábado, 20 de julio de 2013

CON LA ESCRITORA CLAUDIA AMENGUAL, AUTORA DE “RARA AVIS”


Susana Soca, una uruguaya que desafió su época



¿Quién era esta mujer?, ¿por qué han caído en el olvido, o lo que es peor, en la indiferencia, su vida y sus aportes culturales y literarios? La respuesta viene de la mano de Claudia Amengual, la autora de “Rara avis”, un ensayo que la rescata.



Fue retratada por Pablo Picasso y Valentine Hugo. Onetti le dedicó “Juntacadáveres”. Borges le escribió un bello poema en “El hacedor”. Victoria Ocampo la definió magistralmente como “rara avis” en el homenaje póstumo que tantos intelectuales del medio le rindieron ante su trágica muerte (1959).

A punto de salir una reedición de “Rara avis. Vida y obra de Susana Soca”, el riguroso ensayo publicado el año pasado, entrevistamos a la escritora Claudia Amengual.



Ensayo sobre una humanista

Explicas en el prólogo de “Rara avis” que se trata de un ensayo y no de una biografía novelada o una novela histórica. Siendo tú una escritora de novelas, ¿por qué elegiste este camino?

Por momentos me sentí como si tuviera puesto un chaleco de fuerza, porque en el ensayo la imaginación está acotada y tienes que remitirte a los documentos. Mi elección tuvo que ver con un proyecto de tesis de maestría que no he podido culminar y vivo como una gran frustración, pero tenía reunido mucho material así que tomé la decisión de escribir el ensayo. Yo tengo mis recelos frente a la ficción novelada porque siento que de alguna manera se trampea al lector, que termina creyendo que es verdad lo que se ficciona; hay que poner en boca de los personajes cosas que no sabes si dijeron, lo cual me da bastante pudor.

¿Cómo podríamos definir a Susana Soca, cómo poeta, ensayista, gestora cultural, mecenas? ¿Cuál sería la faceta más destacada?

Creo que los poetas, antes que nada, se definen como poetas y luego viene todo lo demás. Para mí fue mejor ensayista que poeta, mecenas para bien de mucha gente como los escritores Felisberto Hernández y Juan C. Onetti, pero también financió al bailarín ruso Boris Kniaseff y su compañía y, por supuesto, gestora cultural porque dirigió una revista literaria -primero en París, luego en Uruguay- y pagaba muy bien las colaboraciones.

La has definido como una humanista en el sentido renacentista del término.

Exactamente, una mujer preocupada por las artes, la música, la cultura, por la religiosidad de una manera curiosa, le gustaban mucho las culturas orientales, algo que está reflejado en la revista “La Licorne” y tenía joyas relacionadas con esas culturas.





El cliché de niña rica

“Rara avis” es como la llama Victoria Ocampo, aunque no es la única que la define así. ¿Qué se quiere decir con esto?

Muchos la despreciaban. Jorge Luis Borges tenía una mirada muy particular sobre ella, a pesar de que después le dedicó ese poema tan hermoso en “El hacedor”. El texto de Victoria Ocampo es el que mejor la describe: competían pero no eran rivales.

Estamos hablando de dos personalidades muy distintas.

Totalmente. Victoria era una locomotora que arrasaba con todo y Susana era la discreción, una mujer muy delicada, muy fina. Era rara avis por todos lados: hija única de un matrimonio raro, un padre de origen humilde que llegó a ser uno de los prohombres -el cuarto médico recibido en el país- y amasó una fortuna, una madre de alcurnia, católica, portadora de dos apellidos -Blanco Acevedo- con una gran diferencia no solo de clases sino de edad.

¿Podemos hablar de un matrimonio por conveniencia?

No me atrevo a afirmarlo. Sí sabemos que el doctor Soca detestaba el matrimonio y consideraba a las mujeres como la perdición. Volvió de París, donde hizo otra vez la carrera de médico, sin prestigio social y lo necesitaba para sus ambiciones políticas. Pero más allá de conjeturas o interpretaciones, Susana fue criada en ese caserón, con esa inmensa fortuna, para ser una señorita de sociedad, con preceptores en su casa, viviendo entre París y Montevideo. Todos los relatos coinciden en decir que era muy tímida pero de muy agradable de trato. Nunca se promocionó a sí misma. Carlos Maggi la definió magníficamente: “Era fácil de olvidar, pasaba como si nada”.


¿Poca autoestima?

Probablemente, era muy insegura. Sin embargo, tenía empuje para emprender y hacer todo lo que hizo, pero por haber dejado tantos espacios en sombra privilegió la creación de leyendas. Vivió muy mal el exceso de fortuna que poseía.

¿Crees que perduran los prejuicios en torno a su figura hasta el día de hoy?

Creo que sí… los uruguayos admiramos la bonanza y el éxito de los extranjeros, pero con los nacionales nos cuesta mucho.



Intimidad velada

Sus poesías fueron publicadas póstumamente. Ella estaba trabajando en eso cuando murió. ¿Por qué crees que demoró tanto en decidirse a publicarla?

Yo hago un análisis crítico de su poética. Tiene algunos versos muy buenos pero es muy irregular. Creo que ella sentía eso, le faltaba lograr una mayor madurez poética.

Es muy hermética.

Increíblemente hermética, hay poemas que no tenés por dónde entrarle. No le dio tiempo para hacer una gran obra; ahora desde el punto de vista literario, sus ensayos son notables, ahí está la intelectual poderosa que había en ella.

¿Cómo era la relación con su madre? Porque siempre vivió con ella.

Durante mucho tiempo hubo una leyenda negra sobre la mamá: que era una matrona castradora, bla bla. Susana viajaba mucho, lo cual ahora no llama la atención pero en aquella época una mujer sola viajando, yendo a la Unión Soviética en plena cortina de hierro…Era una mujer mucho más libre que Victoria Ocampo, por ejemplo, zafó del mandato del matrimonio y de los hijos.

Le atribuyeron varios romances.

Bueno, con el escritor (ruso) Boris Pasternak ni siquiera tenemos la certeza de que se haya reunido. Sabemos que Henri Michaux quiso seducirla. El gran déficit que tiene este libro es que le faltan cartas escritas por Susana. Yo tengo la esperanza de que aparezca más material.



La revista literaria

Susana Soca fundó una revista que primero dirigió en París y luego en Montevideo. ¿Cómo puede evaluarse culturalmente el aporte de “La Licorne” y “Entregas de la Licorne”?

Es una revista muy lujosa. Escribía buena parte de la intelectualidad del medio, europeos, argentinos como Borges, Bioy Casares… En la etapa parisina salieron nada más que tres ejemplares; acá en Montevideo salen diez números, uno más luego de su muerte y la cierran porque la revista era Susana, no solo porque la financiaba íntegramente sino porque era su alma. Si la comparás con “Sur” (la revista que dirigía Victoria Ocampo) que estuvo más de medio siglo recorriendo toda América Latina, tuvo poca influencia pero no es para nada insignificante. Como todo lo que está muy bien hecho es una especie de joya, quien tenga la colección completa tiene un diamante en bruto.

¿Está la colección completa en la Biblioteca Nacional?

La verdad es que no lo sé, a mí me costó conseguirla, comprar un ejemplar puede llegar a salir unos cuantos dólares. Tuve la suerte de que me regalaran algunos números.

¿Qué pasaba con la revista en el momento mismo en que salía? ¿Cómo era su recepción? porque Onetti, por ejemplo, habla de un clima “anti Licorne”.

La revista salió entre el 53 y el 60. Ya tenías a la generación del 45 tallando fuerte, muy crítica, muy dura. No es que hayan atacado a Susana, pero les era muy indiferente. Si Susana no se hubiera acercado a Onetti para publicarle un cuento, seguramente él hubiera seguido pensado que era una “millonaria snob” como él mismo lo cuenta.

Culturalmente la influencia francesa en Susana es muy fuerte.

Era el Uruguay de matriz francófila, aquel Uruguay de la época de Batlle y Ordóñez y de la escuela pública vareliana. Todo eso cambió después de la segunda guerra mundial, el inglés se volvió el idioma de la democracia y la libertad.

No hay que olvidar que Susana estaba viviendo con su madre en París cuando estalló la guerra y se quedan soportando la ocupación.

Sí, viven ahí por más de diez años, hasta 1948. Como muchos parisinos, quedaron atrapadas seguramente pensando que los nazis no iban a llegar hasta la ciudad. Luego de la guerra fue agregada cultural; pienso que amaba París y que acá en Montevideo se sentía un poco asfixiada por el ambiente provinciano y conservador.





Extraído de: http://www.republica.com.uy/

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